La desconexión digital no existe: el 60% de los empleados atienden mensajes de trabajo en vacaciones
Estar siempre pendientes merma la capacidad resolutiva la memoria y la atención

Un joven italiano consulta sus ‘mails’ en una tableta mientras trata de descansar en la playa de la Barceloneta durante sus vacaciones. | ELISENDA PONS / PATRICIA MARTÍN
Patricia Martín
Parafraseando al Evangelio, el que no haya mirado el mail del trabajo o contestado un wasap del jefe o de algún compañero en vacaciones, que tire la primera piedra. Pese a que España fue uno de los primeros países en reconocer por ley, hace cinco años, el derecho a la desconexión digital –es decir, que el trabajador no tiene por qué responder a ningún mensaje electrónico ni teletrabajar fuera de su horario laboral salvo por razones muy urgentes–, al final pocas empresas y empleados lo ejercen.
Estamos enganchados al móvil y el bombardeo de mensajes y notificaciones que recibimos a través de este dispositivo es abrasadoramente constante. De la oficina, sí, pero también del chat del colegio, de la familia, del grupo de amistades, de los hijos, de las redes sociales. Una ruleta impenitente e insomne. Un informe de la consultora Kantar cifra en 1.602 el número medio de correos electrónicos sin leer y en 47 los wasap sin responder. Y eso que, según una reciente encuesta de Infojobs, seis de cada 10 españoles responde llamadas, mensajes o correos del trabajo durante las vacaciones, un porcentaje inferior a 2021 (cuando la cifra ascendía al 74%) pero, incluso así, muy abultado. Y no solo ocurre en periodos vacacionales. El resto del año, el 72% de los trabajadores se conectan al trabajo, siempre que se considera necesario o de forma esporádica, fuera de su horario laboral.
Se trata de un hábito que trajeron consigo las nuevas tecnologías y que la pandemia aceleró hasta el paroxismo, y que se ha convertido en muy difícil de erradicar, por mucho que la ley obligue a las compañías a tener protocolos de desconexión digital y los trabajadores puedan denunciar a sus empresas si lo incumplen. «La ley solo es el principio, pero para que sea efectiva se necesita la implicación de todas las partes: las empresas, los trabajadores, los sindicatos, la inspección de trabajo y jueces», subraya Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo y director del estudio Salud mental, desconexión digital y teletrabajo.
Sobrecarga cognitiva
El primer eslabón de la cadena es el propio empleado, que tiene que solicitar a la empresa que cese las comunicaciones fuera del horario laboral, aunque «pocos lo hacen por miedo al despido», según Todolí. También las empresas deberían ser conscientes de que se trata de un derecho y de que sus trabajadores son más resolutivos, eficaces y productivos si tienen periodos de descanso, como demuestra la evidencia científica.
De hecho, la conexión constante al trabajo, al chat del colegio o a las redes afecta directamente a nuestro cerebro. Estudios en neurobiología demuestran que la hiperconectividad, sobre todo «si la persona tiene varios frentes abiertos, secuestra la corteza prefrontal dorsolateral», lo que causa «sobrecarga cognitiva». Y la situación se agrava «si la persona percibe falta de control, lo que activa la respuesta de estrés del sistema nervioso simpático y libera cortisol, que a su vez también inhibe la corteza prefrontal dorsolateral», explica el neuropsicólogo Diego Redolar, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Los efectos de la ‘no-desconexión’ digital
El ‘secuestro’ de una parte de nuestro cerebro por parte del bombardeo de mensajes y la necesidad de responder a todos los estímulos, sin descanso, afecta a la memoria a corto plazo, a la capacidad resolutiva y también a la atención. También hace que la mayoría de las personas afectadas duerman menos y tengan un descanso de menor calidad. Además puede acarrear agobio, torpeza, impulsividad, falta de apetito o, al contrario, aumento del consumo de bebida o comida. A nivel emocional puede desencadenar ansiedad, agresividad, apatía, fatiga mental y culpa.
El secuestro de una parte de nuestro cerebro por parte del bombardeo de mensajes y la multitarea afecta a la memoria a corto plazo, a la capacidad resolutiva y a la atención. También hace que durmamos menos y con menos calidad, añade el neuropsicólogo. Por todo ello, las vacaciones y la desconexión digital son ahora más necesarias que nunca. «Estudios de neuroimagen ponen de manifiesto que con el descanso la conectividad funcional de la corteza con otras regiones se corrige. Necesitamos descansar, no tanto por el sistema esquelético-muscular como por el sistema nervioso. El dicho que después de las vacaciones se vuelve con las pilas cargadas es cierto», concluye el experto.
En la misma línea, Gabriela Paoli, psicóloga experta en adicciones tecnológicas y autora del libro Salud digital: claves para un uso saludable en la tecnología (Independently Published, 2020) sostiene que la hiperconectividad, en verano y fuera del periodo vacacional, tiene «efectos físicos, mentales y socioemocionales». «El problema es que la mayoría de las personas solo piden ayuda cuando empiezan los síntomas corporales, obvia el resto», avisa.
El bombardeo constante de mensajes y la necesidad de responder a todos los estímulos, sin descanso y con la sensación de no llegar a todo, causa alteraciones de conducta, como la «incapacidad de tomar decisiones en personas que eran resolutivas, los olvidos y hipersensiblidad a la crítica». También puede acarrear agobio, torpeza, impulsividad, falta de apetito o al contrario, aumento del consumo de bebida o comida, tartamudeos o incapacidad para descansar bien. A nivel emocional puede desencadenar ansiedad, agresividad, apatía, fatiga mental, culpa, baja autoestima…
Efecto contrario
Y, aunque los jefes o las empresas persiguen con sus llamadas o mensajes fuera del horario laboral que sus trabajadores sean más productivos, acaben tareas no terminadas o respondan a imprevistos, pueden obtener justamente lo contrario, es decir, que sean «menos creativos, resolutivos, prácticos, eficaces y audaces», según la experta. «En definitiva, la falta de desconexión afecta a la calidad de vida de los empleados y a la larga puede desencadenar enfermedades mentales como la ansiedad y el burnout [el síndrome del trabajador quemado]», resume.
Por todo ello, Paoli considera que la desconexión digital, además de ser un derecho reconocido por la legislación española, «debería ser un deber, dado que el trabajador tiene que entender que le hace volver con más fuerza al trabajo y es saludable». «Primero tienes que tenerlo claro, sin culpas, sin miedos, sin inseguridades, para que los demás lo respeten. Es importante aprender a priorizar nuestro descanso y aplicarlo», concluye.
- Joaquín, un joven agricultor arrasado por las lluvias en Azuara: 'Todo el trabajo de mis padres y mis abuelos se ha ido al garete
- El Primark en Grancasa ya tiene fecha de apertura y tendrá de 'vecina' a una cadena de Inditex
- Valencia envía donaciones que la 'zona cero' de la tormenta en Aragón no ha pedido: 'Están llegando miles de botas y pañales
- Desalojado un hotel de Candasnos donde dormía un centenar de temporeros en condiciones insalubres
- Un autobús urbano choca contra un árbol en Zaragoza
- Azcón viajó en coche oficial a Galicia el fin de semana de las tormentas en Aragón
- Una de las avenidas más importantes y con más tráfico de Zaragoza estará cortada un mes y medio desde el lunes
- Las fiestas de Utebo empiezan con polémica: IU denuncia la simbología 'neonazi' en la pancarta de una peña