Parece que lo peor haya pasado en la cuenca del Ebro después de la dramática sequía sufrida al final de la primavera de este 2023. El informe mensual del Plan Especial de Sequía de la Demarcación Hidrográfica del Ebro refleja que las precipitaciones caídas durante los meses de junio, julio y agosto, y aún sin contabilizar las lluvias que dejó la DANA del último fin de semana, han paliado la pertinaz sequía que afectaba a buena parte de la cuenca.
Con todo, señalaron desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), continúa la «alerta» por la «escasez» de agua en buena parte del territorio, con zonas con problemas más acentuados.
Miguel García Vera, jefe de la Oficina de Planificación de la CHE, explicó que «estamos notando los efectos de las lluvias de junio y julio». Desde el organismo de cuenca, destacaron las precipitaciones «sobre todo, de junio, que fue un mes que llovió el doble de la media de los últimos años».
Unas lluvias que, en palabras de García Vera, «vinieron a amortiguar la dura situación que se vivió tras los meses extraordinariamente secos de marzo y abril». Cabe recordar que, entre ambos, no superaron el 30% de las precipitaciones promedio para estos meses. Fue en ese momento cuando la cuenca entró en sus peores registros de sequía. Una tendencia que, poco a poco, se ha ido revirtiendo con las precipitaciones acumuladas en el verano.
En el informe de indicadores de sequía y escasez de agosto se observa que en la cuenca del Ebro está en situación de «sequía prolongada» un 20% de su superficie. El dato, aún preocupante, contrasta con los registrados en meses anteriores. El jefe de la Oficina de Planificación recordó que esta misma cifra «en julio era del 61%, en junio el 74% y en mayo el 85%». Así, concluyó, «estamos constatando un margen de mejora respecto a la situación de sequía».
Lo peor, en Mequinenza
Según consta en el informe mensual elaborado por la CHE, en Aragón han salido casi todas las unidades territoriales de la situación de «sequía prolongada». Solo persiste el problema en el Bajo Ebro, donde se encuentra el embalse de Mequinenza, el más afectado por la falta de precipitaciones, por quinto mes consecutivo, en «sequía prolongada» y en situación calificada de «emergencia» por la CHE.
Pese a las mejoras que han dejado las precipitaciones de los últimos meses, desde la CHE insisten en que no ha remitido la «escasez» de agua. «Respecto a la escasez, teniendo en cuenta toda la Cuenca del Ebro, ha salido de situación de emergencia la unidad de la Cabecera y el eje del Ebro», explicó García Vera.
A pesar de las lluvias y a la espera de que el próximo mes se compute el agua caída durante la DANA, está en situación de «alerta» todavía el 41% de la cuenca del Ebro, en lo que desde la CHE califican como una situación «complicada».
«Es verdad que la campaña de riego está ahora ya terminando, y empezará el nuevo año hidrológico 2023-2024 con las esperadas precipitaciones del otoño y la bajada de temperaturas», defendió García Vera, pero insistió en la prudencia ante los registros.
Hay que recordar que el porcentaje de precipitación acumulada en el último año, según la Agencia Estatal de Meteorología, refleja que las cantidades estuvieron por debajo de la media.