Más de 23.400 vehículos ligeros y casi 3.000 camiones pasan a diario por la conflictiva rotonda de la que carretera de Castellón (A-68) que cruza con el cuarto cinturón (Z-40), un punto negro en el tráfico de Zaragoza desde hace ya 20 años, desde el mismo momento que se abrió este tramo de autovía en uno de los principales accesos a la ciudad. Tras años de quejas, accidentes y reivindicación, el cuello de botella que maldicen a diario miles de usuarios tiene fecha para desaparecer gracias a las ansiadas obras que el Ministerio de Transportes está a punto de iniciar. Por delante, eso sí, quedan 12 meses de unos complejos trabajos que permitirán construir un túnel soterrado en dicha intersección, lo que va a obligar a armarse de paciencia a muchos de los que circulan por aquí. 

Los que peor lo tienen son quienes trabajan en los concurridos polígonos situados en La Cartuja y El Burgo de Ebro, donde hay también importantes fábricas. El rodeo para muchos de ellos al ir y venir está casi asegurado ante la previsión de que se congestione más si cabe la circulación por los cortes de tráfico fijados en la glorieta a partir del próximo lunes, cuando las máquinas empezarán a trabajar. «El follón que se va a montar está asegurado», comenta Lourdes Gómez, administrativa de la empresa Electromecánica Saumar, situada justo a la odiosa rotonda, que ve con escepticismo los planes para asegurar la fluidez del tráfico durante las afectaciones de las obras. «Ya era hora que lo hagan, pero esto se tendría que haber hecho hace 20 años y no gastar dinero dos veces», se lamenta.

Reportaje de los afectados del corte de la Carretera de Castellon para hacer el túnel bajo la Z-40 atascos a última hora de la mañana Jaime Galindo.

«Va a ser un engorro. Voy a tener que decir a mis clientes un día vayan por aquí, otro por allá, que si hay barro o una zanja», apunta Ángel Sauqué, encargado de este taller, que pese a todo considera imprescindible este proyecto. «Llevo 18 años aquí y no hay día que no pase algo, sobre todo accidentes por alcance. He visto de todo: camiones volcados, coches empotrados contra el pilar del puente... un sinvivir», relata.

«SI los plazos no se cumplen, sería un golpe muy duro porque aquí estamos encajonados»

«Llevo 18 años aquí y no hay día que no pase algo, sobre todo accidentes por alcance»

Por eso, aunque vayan a generar incomodidades y sufrimiento a más de un, las obras son vistas en la zona con resignación. Todos son conscientes de que es un proyecto de urgente necesidad. «El lío que se monta aquí todos los días en las horas punta es horroroso. La gente se vuelve loca», explica una usuaria que transita por aquí a diario. Las horas más conflictivas son a las 8 de la mañana y las dos y cinco de la tarde, con colas de tráfico que llegan a ser kilométricas. Eso se acabará cuando se abra el paso inferior bajo la glorieta, que evitará que los vehículos que circulen por la A-68 tengan que pasar por la rotonda si no quieren acceder a la Z-40. 

Reportaje de los afectados del corte de la Carretera de Castellon para hacer el túnel bajo la Z-40 atascos a última hora de la mañana Jaime Galindo.

Hasta que llegue ese momento, queda por delante un año de amargura para miles de usuarios por las afecciones que va a sufrir el tráfico. Los itinerario alternativos que se han fijado no convencen a muchos. «Ya veo yo que me va a tocar madrugar una hora más para venir. En cuanto la gente se conozca el camino de atrás todo el mundo irá a pasar por ahí. Ya tengo lío casi todos los días, pues imagínate ahora», explica Juan Carlos Pascual, un trabajador de la zona.

También hay desconocimiento entre algunos de los afectados que están al pie de la zona cero de las obras. «A mi no me han informado de nada. Sé que va a haber lío, pero nada más», asegura Adiouma Sarr, que regenta un taller mecánico situado a escasos metros de este punto. Este emprendedor de origen senegalés, que tiene dos trabajadores a su cargo, montó el negocio hace cuatro años, unos meses antes de que estallara la pandemia, y ahora teme que esta obras espanten a sus clientes. «Voy un poco justo, no sé como me irá con esto», señala.

Reportaje de los afectados del corte de la Carretera de Castellon para hacer el túnel bajo la Z-40 atascos a última hora de la mañana Jaime Galindo.

El miedo a que los trabajos pasen factura a las cuentas de resultados de las empresas próximas al epicentro de las obras. «Tenemos mucho temor a las obras. Estamos en un punto muy estratégico, manejamos vehículos muy voluminosos y los accesos son ya de por sí muy justos. Nos va a quitar clientela seguro»», afirma Mayte Blanco, gerente de Autocaravanas Aragón. Este sector no pasa por un bueno momento: «La pandemia nos relanzó pero la guerra (de Ucrania) no ha machacado por los costes que se han disparado». Por si fuera poco, augura que el grueso de los trabajos «nos va a pillar en la temporada alta de nuestra actividad», para la primavera.

Al igual que otros testimonios, cree que los atascos van a ser mayores si cabe a partir del lunes. «De lo que dicen a lo que pase hay un trecho. Espero no tener que coger el patinete para venir», comenta una trabajadora. Una de las alternativas es acceder a la zona por el camino de San Antonio, pero «está fatal y más aún tras la riada de julio». La circulación por este atajo está limitada además a 30 kilómetros por hora.

El mayor espanto para empresas y trabajadores de este entorno es que las obras se alarguen más de lo previsto, como ya ocurrió hace unos años con una obra similar en el túnel de la Maz. «SI los plazos no se cumplen, sería un golpe muy duro porque aquí estamos encajonados», advierten desde una gran industria asentada en este enclave.