infraestructuras viarias

La autopista aragonesa resurge con las obras de la carretera de Castellón

La ARA-A1 registra 9.200 vehículos más a la semana tras restringirse los giros en la glorieta de la A-68 bajo el Cuarto Cinturón (Z-40)

La construcción del túnel intensifica el uso de esta vía deficitaria pero no genera los atascos esperados

ESTADO DE LAS OBRAS CARRETERA A68, EN LA ROTONDA DE LA CARTUJA CON LA Z40.

ESTADO DE LAS OBRAS CARRETERA A68, EN LA ROTONDA DE LA CARTUJA CON LA Z40. / JAIME GALINDO

zaragoza

La deficitaria autopista autonómica, la ARA-A1, conocida por el fiasco millonario que supuso para el Gobierno de Aragón, ha resurgido en las últimas semanas. Las magras cifras de circulación que siempre ha registrado esta vía, que une la carretera de Castellón (N-232) con el eje de Barcelona (AP-2 y N-II) entre El Burgo de Ebro y Villafranca, han despuntado súbitamente desde hace un mes y medio. Se trata de un efecto colateral de las obras para mejorar los accesos a la ciudad de Zaragoza por la A-68 mediante la construcción de un túnel bajo la glorieta que cruza con el cuarto cinturón (Z-40). Las restricciones al trafico que se aplican en este punto por los trabajos han provocado un trasvase de una parte importante de los flujos de coches y camiones que pasan por este corredor, que ahora lo hacen por la citada ruta, algo desconocida para muchos usuarios y que ha sido poco transitada desde que se puso en marcha hace 15 años.

Así lo revelan las recientes mediciones de tráfico realizadas por el Ejecutivo autonómico, que muestran como el número de vehículos que transitan semanalmente por la autopista autonómica se ha incrementado en 9.246, al pasar de 41.970 a 51.216. Supone un incremento del 22%. Los aforos de tráfico, facilitados a este diario, se realizaron en la pasada semana del 18 al 24 de octubre y se comparan con los datos registrados en el periodo análogo de 2019, antes de la irrupción de la pandemia.

El despegue de la afluencia, vinculado a las mencionadas obras, ha sido más intenso si cabe en los vehículos ligeros, con el paso de 8.113 coches y furgonetas más a la semana, hasta un total de 37.944, lo que supone un ascenso del 27,2%. El tránsito de vehículos pesados también sube, pero de forma más moderada, con 1.085 camiones adicionales y un crecimiento del 8,9%, hasta 13.224.

La intensidad media diaria (IMD) ha aumentado en 1.321 vehículos, al pasar de 5.996 a 7.317 movimientos. La mayor intensidad de tráfico rodado se traduce en 1.159 coches y 155 camiones más al día. La jornada con más circulación es el viernes, con 9.072 movimientos, un 23,2% más en términos homogéneos y casi el doble que los registrados el sábado (4.680), que es cuando hay menos actividad. En el caso de los vehículos pesados, sin embargo, el día más activo es el jueves, con 2.664 camiones.

La reanimación de la circulación de la autopista aragonesa, rescatada por la DGA hace cinco años, es uno de las principales efectos de las obras iniciadas en la carretera de Castellón. Transcurridas las seis primeras semanas desde el comienzo de los trabajos, el pasado 25 de septiembre, la normalidad ha sido la tónica dominante. Las previsiones más agoreras no se han cumplido. Aunque los usuarios de esta vía temían grandes atascos en la zona, plagada de polígonos y áreas empresariales, lo cierto es que no ha producido ningún atisbo de ellos, al menos de momento porque quedan aún casi once meses para que finalicen los trabajos.

Rescate millonario

Más bien ha sucedido al contrario. Se da la paradoja de que ahora la circulación es más fluida que antes de que entraran las máquinas hasta el punto de que han desaparecido los habituales embotellamientos que se formaban a diario en la rotonda a las horas de entrada y salida del trabajo. Este es precisamente el objetivo del proyecto, acabar con un punto negro de las carreteras de Zaragoza, donde son constantes los accidentes y los atascos. Para ello, se está construyendo un paso inferior bajo la glorieta, un actuación en la que el Ministerio de Transporte va a invertir casi 20 millones de euros.

La razón de la mayor fluidez que se da ahora son los cortes aplicados en varios puntos de la rotonda, que impiden hacer la mayor parte de los giros. Así, los que vienen desde Zaragoza por la A-68 solo pueden incorporarse a la Z-40 en dirección a Teruel y Madrid o seguir recto hacia La Cartuja o El Burgo. Y en sentido inverso, ocurre lo mismo: solo se puede girar hacia el Cuarto Cinturón para ir hacia Barcelona o continuar de frente para acceder a la capital aragonesa. Estas limitaciones explican que muchos hayan optado por ir por la ARA-A1 para llegar a su destino.

El rebrote del tráfico en la autopista aragonesa añade un capítulo amable a la historia de un proyecto cargado de polémica. Esta infraestructura de 5,3 kilómetros, que cruza el Ebro entre los términos de El Burgo y Villafranca, fue promovida por la DGA en los tiempos del socialista Marcelino Iglesias con un modelo de negocio que resultó fallido. Se basaba en el cobro de un peaje en sombra por cada vehículo que transitaba.

La construcción y gestión de la vía fue adjudicada a una UTE liderada por Acciona, que acabó declarándose en concurso de acreedores por el fracaso de negocio. Las expectativas de tráfico nunca se cumplieron al no llegarse siquiera al 60% los vehículos previstos en el mejor de los años. El Ejecutivo autonómico acabó pagando 25 millones de euros a los bancos que financiaron la obra por su responsabilidad patrimonial. Con este rescate, la carretera pasó a integrarse en la red autonómica de la DGA.

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El Gobierno de Aragón continúa dando pasos para alumbrar la futura autovía Ejea de los Caballeros-Gallur, la segunda carretera de alta capacidad de la red autonómica. El pasado 11 de septiembre se procedió a la adjudicación provisional del proyecto a Acciona-Papsa por casi 80 millones de euros, una actuación que forma parte del Plan Extraordinario de Carreteras diseñado por el anterior Ejecutivo cuatripartito, pero que el nuevo gabinete PP-Vox va a mantener. La firma del contrato definitivo se prevé para 2024 y, tras unos cuatro meses para la redacción de los proyectos constructivos, las obras comenzarían entre junio o julio. El periodo de ejecución será de 30 meses.

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