Raúl Igual conversa con Juan Antonio Rodríguez: «En la escuela rural de Alpartir vendimiamos, pisamos las uvas y hacemos vinagre»

Juan Antonio Rodríguez y Raúl Igual mantuvieron una interesante conversación sobre el vino y la enseñanza en las escuelas rurales. / Servicio especial
El maestro Juan Antonio Rodríguez es el siguiente en conversar con el sumiller Raúl Igual, dentro de la serie ¿Quién quiere ser uno más? Una tierra de inconformistas, impulsada por la D.O. Cariñena.
Raúl Igual: Cuéntanos Juan Antonio, eres profesor en Alpartir, qué haces, de dónde vienes.
Juan Antonio Rodríguez: Soy maestro, maestro rural.
R. I.: Correcto, maestro rural, qué definición más bonita.
J.A.R.: Yo entiendo ser maestro como una forma de estar en el mundo. ¿Dónde se corta el vínculo con la docencia? Son 24 horas. Y hablando de tiempo, llevo 24 años aquí en Aragón, soy de Granada y me presenté aquí a las oposiciones. Donde no quería ir nadie, ahí me plantaba yo: en el Pirineo, la sierra de Albarracín, la sierra de Javalambre, el Maestrazgo, la cara oculta del Moncayo… y saqué plaza hace 15 años y me dieron el primer destino definitivo en Alpartir. Desde hace 8 años también estoy viviendo allí, o sea que soy maestro rural 100%, porque trabajo y vivo en el pueblo y además aporto dos churumbeles al colegio.
R. I.: Para mí el trabajo de maestro es vocacional. Es imposible que alguien diga, “voy a ver si hago esto mientras preparo otra cosa”. ¿Tú ya sabías desde pequeño que te querías dedicar a esto?
J.A.R.: Creo que sí. En el barrio siempre organizaba los torneos del fútbol y demás actividades, tenía esa inquietud. Antes de hacer Magisterio, fui técnico de Actividad Física y Animación Deportiva, allí en Granada era coordinador y estaba siempre con escuelas deportivas. Hice Magisterio y di el salto. Aparte de ser vocacional, había una continuidad en la formación porque también estudié Psicopedagogía. Ahora estoy con el doctorado, o sea que no dejas nunca de estar ahí en permanente formación.
R. I.: El medio rural lo has decidido tú, ¿no?, es decir, una vez ya apruebas la plaza, de primeras eliges destino aquí y decides quedarte en Alpartir.
J.A.R.: Exacto, de hecho es la idiosincrasia que tiene Aragón, donde la mayoría del territorio es rural. Tenemos el problema de Zaragoza, donde vive más de la mitad de la población, pero el resto del territorio, muchas veces hablamos de la España vaciada, pero es la España abandonada, porque se ha ido abandonando. Entonces, claro, el primer destino de cualquier docente en esta comunidad autónoma es escuela rural y ese fue mi caso, en un colegio rural agrupado, que yo no sabía lo que era, una escuela unitaria de 4 o 5 alumnos.
“Sobre la escuela rural hay un mantra de peor calidad pero se obtienen mejores resultados que en la urbana y se atiende mucho mejor la diversidad”
Por ejemplo, Alpartir es un pueblo de 600 habitantes, en Granada dicen que es una aldea porque allí las dimensiones son mayores, pero sí, siempre he estado en escuela rural. Todos los docentes dicen que en estas escuelas rurales han pasado sus mejores años de docencia, lo que pasa que al final la vida te obliga a conciliar y acabas en una ciudad, pero trabajar con distintas edades, la cercanía de las familias y el contacto con la naturaleza es lo que enamora de la escuela rural y lo que te hace repetir. Yo he podido conciliar en esta localidad, que además está dentro de la Denominación de Origen de Cariñena
R. I.: Yo soy de Teruel, toda la provincia somos 150.000 habitantes, más o menos como un barrio de Madrid. Hay mucha gente que me pregunta si estar en una ciudad como Teruel me ha limitado y yo siempre digo que para mí es todo lo contrario, yo le veo más ventajas que inconvenientes, ¿tú lo ves así?
J.A.R.: Estoy igual que tú. En la escuela rural hay como un mantra de peor calidad, cuando todas las evidencias nos dicen que, al contrario, que en la escuela rural se obtienen mejores resultados que en la urbana. No se trata de entrar en competición, pero las ratios que tenemos son reducidas y se atiende mucho mejor a la diversidad, de hecho es lo que enriquece, con niños y niñas de distintas edades y de distintas nacionalidades. Y eso nos hace mejores personas y mejores profesionales, porque es un reto el tener que atender a esa diversidad, lo homogéneo es lo que empobrece, ¿no?, eso lo estamos viendo en cualquier ámbito.

Juan Antonio Rodríguez en unas jornadas sobre escuela rural. / Servicio especial
R. I.: Me interesa mucho tu forma de trabajar, menos por conceptos y más por procedimientos.
J.A.R.: Es lo que ya hacían las maestras y los maestros de la República, lo que pasa es que no tuvieron continuidad, que es el problema que hay en la escuela rural en Aragón, que más del 60% de las plantillas docentes cambia todos los años, entonces no hay manera de darle continuidad a los proyectos. Eso es lo que nos caracteriza en Alpartir, el 60% va cambiando, pero el 40%, que somos mi compañera de música y yo, llevamos ya 15 años, y le hemos podido dar continuidad a los proyectos.
En Alpartir, más que de colegio hablamos de comunidad educativa, por toda la implicación de las asociaciones, de las familias, del ayuntamiento… porque entendemos que el campo de acción de los niños y las niñas es su pueblo y ahora tenemos la oportunidad, en primaria, antes de que se vayan al instituto o a otra localidad, de que conozcan el territorio, que amen lo que tienen alrededor y el día de mañana, cuando quieran emprender su vida familiar o laboral, pues conozcan lo que tienen y si quieren, se queden a vivir en Alpartir. Para eso, desde el colegio trabajamos por proyectos, hemos hecho varios sobre el vino, por ejemplo, ya que Alpartir está en zona de vinos.
R. I.: Te iba a preguntar precisamente por eso, ¿cómo integras la cultura del vino en tus clases?
J.A.R.: Hacemos vinagre, porque el vino no lo podemos probar. Y recurrimos a los abuelos y a las abuelas, también vendimiamos con ellos. Hemos estado pisando uvas y tenemos que integrar la diversidad, porque tuvimos que explicarles a las familias musulmanas, que no querían venir, que cuando pisamos la uva lo que sale es mosto, zumo de uva, entonces no lo vieron ya un problema.
“El mundo del vino es un patrimonio, natural, social y cultural que tenemos que ver en los colegios y no aparece en los libros de textos”
También conoces el proceso de fotosíntesis de las plantas, así como los distintos sectores que participan en el mundo del vino, los distintos oficios, trabajamos el vocabulario que se está perdiendo en los pueblos, sobre las herramientas que se utilizaban en la labranza y demás. Todo eso es patrimonio, natural, social y cultural que tenemos que ver en los colegios y eso no aparece en un libro de texto, porque el libro de texto está hecho para las grandes ciudades y, sin embargo, nosotros lo que hacemos es personalizar ese currículum para la escuela en un contexto determinado.
R. I.: Pisar uva, qué experiencia para los niños. Yo hago vino en casa y este año, con mis chicos también vamos a pisar la uva. Es precioso compartir una vendimia y todo lo que conlleva, almorzar juntos, verlo, estar con las personas mayores…
J.A.R.: De eso se trata, de crear ese vínculo con las personas mayores, que son libros abiertos. En el cole cuando hicimos el proyecto sobre el aceite, estuvimos en la almazara elaborando jabón de tajo, y vinieron las abuelas y nos explicaron cómo se hacía. Ahora por ejemplo, todos los años en septiembre hacemos mermelada, de higo y de mora, y claro, los niños y niñas cuando van a casa y les preguntan “¿qué has hecho hoy en el cole?”, dicen “mermelada”, “¿cómo que mermelada?” les contestan. Ahí está nuestra parte docente para explicarles que cada vez que hacemos mermelada están pesando, midiendo, utilizando la cocina solar, con todo lo que implica sobre sostenibilidad y cambio climático… son contenidos que se dan en la escuela a través de proyectos.
Estamos también con un proyecto del cocinero del siglo XVIII Juan Altamira, que nació en La Almunia de Doña Godina pero estuvo en el convento de Alpartir. Estamos recuperando su recetario con productos de temporada. Estamos también con las abuelas viendo qué hay en los huertos para hacerlo con productos de proximidad, de Alpartir, para no perder esa tradición. Se trata de eso, de estar atento a lo que ocurre alrededor y recuperarlo para la escuela.
R. I.: Es una bonita manera de aprender. Ver cómo está fermentando el vino, cómo se comportan unas levaduras en un microscopio, en qué se convierten y qué pasa cuando llegan las bacterias y se convierte en un vinagre. El concepto me parece genial. En estas conversaciones siempre os digo “no quieres ser uno más”, el lema de la campaña de D.O. Cariñena. En tu caso está claro, alguien que viene de Granada, que se queda en Aragón, que no quiere la gran ciudad porque ve más ventajas en una tierra dura, árida, pequeña y con poca gente. Yo también lo veo así, que te permite, incluso, hacer más cosas que en una ciudad grande.
“Creamos vínculos con las personas mayores, que son libros abiertos, sobre cómo elaborar vino, aceite o mermeladas, utilizando los productos de proximidad”
J.A.R.: Sí, la verdad es que los ritmos son distintos y vives al ritmo de la naturaleza, por ejemplo, con el horario solar, que permite ese aspecto más tranquilo que la vorágine de la ciudad. Al final es la proximidad, con las asociaciones, las familias, es todo mucho más cercano. Es el reto de cualquier docente, bajar la ratio y tener esa proximidad con el medio rural, lo tenemos todo, aunque claro, al final la gente acaba en la ciudad. La gente joven, por ejemplo, en el momento que se va a estudiar a Zaragoza, es muy difícil que vuelva.
R. I.: Yo estoy convencido de que volver al medio rural es el único camino para que este mundo cambie a mejor y para poder seguir avanzando, eso es esencial. Gracias por compartir tu experiencia con nosotros, por estar aquí con una copa de vino para contarnos cómo integráis el vino en vuestro día a día, en vuestro trabajo, cómo os ayuda y cómo ayudáis vosotros también al vino de alguna manera, porque que los niños ya lo tengan como algo que forma parte de su cultura para mí es fenomenal, así que gracias.
J.A.R.: Gracias a vosotros por dar visibilidad a la escuela rural.
Multipremiado maestro rural
Multipremiado maestro rural
A Juan Antonio Rodríguez Bueno (Granada, 1974) le gusta presentarse como “maestro rural”, ya que toda su carrera la ha desarrollado en pequeños pueblos. Tras estudiar Magisterio y Psicopedagogía llegó a Aragón como profesor interino en el año 2000 y en 2008 obtuvo plaza definitiva en el CEIP Ramón y Cajal de Alpartir. Allí comenzó un revolucionario proyecto de innovación docente que ha convertido a este pequeño colegio de 5 profesores y 42 niños en una premiada referencia nacional e internacional.
Aprender matemáticas con piezas de Lego, cultivar un huerto, habilitar una zona para aves o estudiar Ciencias Sociales a partir de las experiencias de los abuelos –sin olvidar tampoco el recurso a las redes sociales o los tebeos– son ejemplos de la forma de enseñar en Alpartir, que, ante todo, se basa en la participación de toda la comunidad educativa: de los propios alumnos en asamblea, de las familias y del Ayuntamiento.
A lo largo de estos años, el CEIP de Alpartir ha conseguido reconocimientos educativos como el Premio de Convivencia de Aragón (2014), la Medalla de la Educación Aragonesa (2017), el Premio Nacional al Fomento de la Convivencia Escolar (2018) o ser considerada en 2016 Escuela Changemaker por la Fundación Ashoka, que busca los mejores colegios del mundo. El centro también participa en las redes de escuelas asociadas de Unesco, Unicef, Greempeace o Amnistía Internacional.
El trabajo de Juan Antonio Rodríguez y del resto de profesores se ha expuesto también como modelo en centenares de talleres y estudios nacionales e internacionales y ha llevado a las aulas de Alpartir a medios como TVE, el canal francésTF1, El Mundo o el programa “El mundo dentro de 25 años” de Iñaki Gabilondo.
Y entre tanto, Juan Antonio Rodríguez, como profesor y director del CEIP, no ha dejado de trabajar para formar a los niños de Alpartir como personas comprometidas, ciudadanos del hoy y del mañana.
La tradición vinícola de Alpartir, sus campos y sus bodegas, dentro de la Denominación de Origen Cariñena, son uno de los elementos del trabajo del colegio Ramón y Cajal, ya que, como miembro de la Red de Escuelas de la Unesco, trabaja de modo especial con el patrimonio y el territorio.
Vendimiar uvas, elaborar vinagre como producto fermentado o investigar con el Master of Wine Fernando Mora, son algunos de los trabajos que han abordado los alumnos. Este curso 2023-24, una de las actividades ha sido celebrar el Día Internacional de las Personas de Edad recorrer con los mayores las bodegas del pueblo.
Raúl Igual: dos años 'Mejor Sumiller'
Raúl Igual: dos años 'Mejor Sumiller'
Aragonés y turolense, Raúl Igual comenzó su formación en la Escuela de Hostelería de Teruel donde se especializó en el área de servicios. Su extensa trayectoria profesional se ha desarrollado en varios establecimientos reconocidos, entre los que destacan: Zalacaín en Madrid, El Bulli en Roses o la Enoteca Pinchiorri en Florencia.
En 2007 abrió en Teruel, en la plaza de la Judería, su propio restaurante con el nombre de Yain, que significa ‘vino’ en hebreo.
En 2010 fue proclamado Mejor Sumiller Oficial de España en el concurso organizado por la UAES (Unión de Asociaciones Españolas de Sumilleres) y en 2013 representó a España en el campeonato mundial dela ASI (Asociación de Sumillería Internacional) en Tokio y el Campeonato Europeo en San Remo.
Desde el año 2015, Raúl Igual cuenta con el título de Académico Correspondiente de la Academia Aragonesa de Gastronomía. Además, en 2021 fue reconocido con el galardón de Mejor Sumiller IWC (International Wine Challenge), que se le otorgó por su gran contribución a la sumillería en España.
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