Política

Crónica política | Pignatelli, tenemos un problema

El vicepresidente Alejandro Nolasco vuelve a dinamitar una semana más el día a día de la política aragonesa, con otro episodio de repercusión nacional de claro cariz negativo para la comunidad. El líder de la ultraderecha concentra los focos de una oposición harta de su actitud y de unos socios en clara situación de incomodidad.

El ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, junto al vicepresidente de la DGA, Alejandro Nolasco.

El ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, junto al vicepresidente de la DGA, Alejandro Nolasco. / RAMÓN COMET / EUROPA PRESS

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Zaragoza

Si el despegue económico del Gobierno de Jorge Azcón parece ser meteórico, aupado en grandes inversiones, el aterrizaje político de Alejandro Nolasco en la comunidad está cargado de turbulencias. En el Pignatelli, centro de operaciones del Ejecutivo autonómico, el vicepresidente, en diez meses como segundo espada de la DGA, se ha convertido en faro de polémicas y foco de críticas. La oposición no disimula ya su hartazgo por el líder ultraderechista, al que han solicitado dimisión o cese desde hace tiempo, mientras los socios de Gobierno guardan silencio, entre una incomodidad cada vez más notable.

Nolasco es noticia. Casi siempre. Y en muchas ocasiones por encima de las acciones del propio Gobierno, que ha visto opacados algunos anuncios importantes por las salidas de tono de su vicepresidente. El anuncio de la inversión de Costa en el Valle del Ebro, con 469 millones para impulsar el sector agroalimentario y logístico, quedó en segundo plano informativo por la petición de reprobación de Nolasco en el pleno por la rotura del panfleto del Ramadán del Ayuntamiento de Huesca. Entonces, Azcón marcó distancia de su vicepresidente y blindó desde la tribuna los derechos sociales y el respeto a los migrantes.

Esta semana, el joven líder de la ultraderecha completó la maniobra más surrealista de su breve etapa en el Pignatelli. El encuentro con el ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, por la sectorial de los departamentos, tuvo su dosis de agitación cuando Nolaso entregó el informe del Consejo Consultivo de Aragón contra la amnistía. Hasta ahí, dentro de los tensos márgenes que maneja la ultraderecha, bien.

La pirueta tomó complejidad al difundirse desde el equipo de comunicación de Vox dentro del Ejecutivo autonómico la grabación de la breve conversación entre Nolasco y Bolaños. El aterrizaje de la maniobra fue fatídico: medios de comunicación autonómicos y nacionales censuraron la actitud de Nolasco, que pocas horas después pidió perdón.

Con la boca pequeña y asumiendo menos responsabilidad de la que le corresponde en el cargo. En su disculpa a Bolaños, el ultraderechista criticó algunos titulares de prensa y achacó a su gabinete de periodistas la práctica totalidad de la difusión de la conversación. Los plumillas, mal señalados y castigados, pues Nolasco anunció al menos un despido; las excusas, poco convincentes. Le tocó al presidente Jorge Azcón volver a tener que hablar de su segundo, una tarea que se ve obligado a hacer con demasiada asiduidad por el terremoto constante que Nolasco consigue provocar en la actualidad política aragonesa. El jefe del Ejecutivo censuró la acción de su segundo de a bordo y destacó las disculpas, pero el chaparrón de la oposición no amainó.

La práctica totalidad de los grupos de la Cámara autonómica exigieron el cese o la dimisión de un hombre al que las críticas le empiezan a llegar, también, por su gestión de la despoblación. Si bien es cierto que la consejería del vicepresidente es innovadora y asume un reto para nada sencillo, los datos hoy le dejan como el consejero que menos presupuesto ha ejecutado y con muchas líneas clave todavía asentando las raíces.

En el Pignatelli, eso sí, confían en que a la vuelta del verano el Departamento de Desarrollo Territorial, Despoblación y Justicia pueda ponerse a rueda de los demás y acelerar esa gestión que sigue al tantrán.

Una cuestión interminable

Las llamadas de atención al vicepresidente, tanto internas como ajenas al funcionamiento de Vox y del Gobierno, no han conseguido todavía calmar las aguas y que Nolasco comience a destacar por un perfil más gestor. Pocos en La Aljafería confían en que la transformación se dé en poco tiempo y muchos señalan su ascenso en la Ejecutiva de Santiago Abascal –Nolasco es vocal, como el resto de vicepresidentes autonómicos de Vox– como la causa de los ya habituales exabruptos.

Las actuaciones del joven turolense nunca gustaron en la bancada de la izquierda, mientras que en la derecha, al inicio, se vieron como un mal asumible dentro de un Gobierno que arrancó con fuerza. En el último pleno, en el enfrentamiento entre Nolasco y el socialista Darío Villagrasa, la incomodidad se hizo reina en los asientos de los diputados populares. Desde la izquierda lo tenían claro, como señalaron durante el pleno: «Esto os va a acabar estallando a vosotros».

Una semana más, Alejandro Nolasco vuelve a ponerse y a poner a Aragón en el mapa, reflejada como una tierra de salidas de tono, polémicas y broncas. Muchos diputados, de todos los colores, añoran el modelo de tierra de consenso, acuerdo y debate sosegado con el que Aragón se exportó durante décadas.

En las manos de Vox y de Azcón está calmar al elemento que agita la política aragonesa. En la cabeza de Nolasco, la posibilidad de hacerlo o de emprender una nueva acción que le ponga en órbita mediática. A ver qué decide. 

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