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Grupo Lobe, la inmobiliaria aragonesa que quiere fabricar viviendas como automóviles
La compañía aragonesa se encamina a su 40 aniversario como la principal constructora de inmuebles de capital aragonés tras alcanzar un récord de facturación de 173 millones en tres años y la intención de incrementar ventas un 30% el próximo trienio

Juan Carlos Bandrés, director general y fundador del Grupo Lobe y presidente de la Confederación de Empresarios de la Construcción (CEAC), esta semana en la sede de la compañía en el polígono Cogullada. / Jaime Galindo
Juan Carlos Bandrés tiene un plan. El director general y fundador del Grupo Lobe quiere ensamblar casas del mismo modo que se monta un vehículo en las líneas de una fábrica de automóviles. Es a eso a lo que se refieren cuando hablan de industrializar el sector con el objetivo de simplificar la edificación y crear inmuebles más eficientes, bien sea en lo referente a procesos, bien en lo que atañe a consumos energéticos. Hoy, la entidad se ha convertido en la primera inmobiliaria de capital aragonés tras surfear la crisis de 2008 sufragando a pulmón los 12 millones de deuda que acumularon y gracias al negocio de la promoción delegada junto a entidades bancarias como Ibercaja. La compañía pilotada por la familia Bandrés acaba de cerrar el ciclo económico 2022-2024 con una facturación de 173 millones de euros, de largo el récord en su historia, y quiere dar continuidad a la década prodigiosa en la que están instalados.
La historia del potente grupo inmobiliario aragonés, conocido también por patrocinar el mítico equipo de baloncesto de Huesca, se remonta al año 1984, cuando tres jóvenes empleados de Ebrosa (la constructora del Grupo Samca) decidieron emprender su propia aventura empresarial. El trío lo conformaban el actual director general, el aparejador José Carrillo y el albañil Isidoro Lobe Martínez. Este último fue quien brindó su apellido a la empresa cuando se constituyó de forma oficial en 1987. Todo empezó como una compañía de reformas que «aprendía todos los días».
El salto a la construcción inmobiliaria llegó en el año 1988, cuando se encargaron de edificar 12 viviendas unifamiliares en Cuarte de Huerva. En aquel municipio continuaron levantando varias naves industriales en el entonces incipiente polígono. Y entonces llegó el nuevo escalón: la promoción. Fue en el año 1990, una treintena de viviendas en la zaragozana calle de Méndez Núñez, y con ello se abrió «un largo proceso de aprendizaje, aciertos y errores» tras asumir Bandrés los mandos de la empresa. Carrillo, su socio, falleció en el año 1992 a causa de un cáncer, momento en el que Lobe Martínez salió de la empresa tras algunas desavenencias y el accionariado se quedó en manos de la viuda del aparejador y de la familia Bandrés. Hoy, el fundador conserva el 89% del accionariado, mientras que el 11% restante la empresa Alhama Burcemai, a título de ex directivo.

Una construcción modular del Grupo Lobe. / SERVICIO ESPECIAL
No fueron sencillos aquellos primeros 12 años, cuando el grupo apenas manejaba una cuenta de resultados «que solo daba para cubrir gastos». «No tuvimos beneficios hasta por lo menos el año 2002», recuerda Bandrés, que achaca a la «constancia» y al interés por «evolucionar» el desarrollo empresarial de la compañía. Eso es lo que ha llevado a que en sus casi 40 años de historia Lobe haya construido más de 15.000 viviendas, de las que destacan las 2.176 que cuentan con la certificación Passivhaus –el estándar de los inmuebles basados en arquitectura bioclimática y eficiencia energética–, lo que implica que seis de cada diez pisos con esta calificación en España está construida por Lobe. De hecho, tienen 1.221 más en construcción y otras 2.414 en cartera.
Más allá de la eficiencia energética, la otra gran obsesión del grupo aragonés es la industrialización del sector inmobiliario. La compañía ha invertido unos tres millones de euros en la fase inicial de una fábrica off site en Segovia, lo que quiere decir que los elementos que componen un edificio no se contruyen en el lugar de la obra, sino que se transportan desde esta factoría para ensamblarlos de la forma más rápida posible.
La crisis de 2008
La inmobiliaria aragonesa es de sobra conocida como una de las pocas compañías del sector que logró sobreponerse el crac del sector de 2008. Durante algo más de un lustro acumularon números verdes, lo que les confirió una importante independencia económica para capear el temporal cuando todo saltó por los aires. Liquidaron a pulmón las deudas contraídas: 9 millones en un solar de Valdespartera con La Caixa y otros 3 millones en el solar donde hoy se ubica el Mc Donald’s en Marqués de la Cadena. La viabilidad de la empresa le permitió seguir trabajando y edificando cuando nadie confiaba en el sector.
«Lo que nos ocurrió fue como la historia del pinche de cocina que ha estado en un restaurante de alto nivel aprendiendo cómo hacer los platos. El pinche ve que hay mucha comida de alta calidad que se desperdicia y a la que se le puede sacar más rendimiento. De repente el chef desaparece y al pinche le toca dar un paso adelante. Bien: pues eso nos pasó en la crisis de 2008, empezamos a tomar decisiones para evolucionar, generar beneficios y ganar dinero para poder crecer. No es solamente ganar por ganar: aunque no se lo crea nadie, una emprsa necesita sinceramente ganar dinero para poder crecer, innovar y evolucionar», explica el director general de Lobe, también presidente de la Confederación de Empresarios de la Construcción de Aragón (CEAC).

Interior de la fábrica offsite, ubicada en Segocia. / SERVICIO ESPECIAL
Contado de otra forma, el mundo de la construcción saltó por los aires y los clientes de Lobe empezaron a desaparecer. «Royal Urbis, Ebrosa, Vallehermoso y muchas otras paralizaron su actividad, por lo que nos quedamos como en el vacío.La empresa había conseguido por fin solvencia económica. Habíamos cometido errores, sí, pero de menor entidad que el resto del sector, porque en tal caso no se nos hubieran perdonado», comenta Bandrés. Fue ahí cuando encontraron un socio de viaje en el banco aragonés Ibercaja. «En torno al año 2010 nos llamaron para construir las obras que ellos financiaban para buscar una alianza. Y nos pusieron un examen: acabar un edificio de 65 apartamentos en segunda línea de playa en Oropesa del Mar. Empezamos a ser un promotor delegado de una entidad financiera y la empresa cambió», apunta el director general de Lobe, que enumera las promociones que llegaron después: Torre del Alba, en Valencia, o Villaverde,en Madrid, ambas de 90 pisos.
El desarrollo de esa nueva línea de negocio permitió a aquella pequeña constructora que no había salido de Zaragoza jugar en el tablero nacional. Y la empresita que había empezado «haciendo pegotes» abrió una década prodigiosa que la ha llevado hoy a contar con una cartera de 15.000 viviendas construidas o en aras de estarlo por todo el país. La familia Bandrés también ha decidido invertir 20 millones de euros en la compra de un histórico edificio en el número 37 del paseo Independencia, que reformará para albergar un bloque de apartamentos conun área comercial.
Destaca Lobe además por ser uno de los principales promotores de Vivienda de Protección Oficial de Aragón: hasta este año, en torno a un 30% del total planeado en Aragón ha estado en manos de esta compañía. E insiste Juan Carlos Bandrés en que estos pisos, por asequibles, no tienen que tener una menor calidad en su concepción que los de promoción libre. «El hormigón no entiende de clases sociales. Lo que haya en el interior es otra cosa, pero tenemos que trabajar con conceptos de eficiencia similares para todos», señala el empresario.
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