Política sanitaria
La medicina rural en Aragón lanza un SOS: "En los últimos años se ha hecho mucho daño"
Los profesionales no ocultan que la situación es complicada, pero rompen una lanza a favor de una especialidad cada vez más denostada

Paula Claver, en la consulta de Panticosa. / Servicio Especial
Da igual que sea verano, otoño, invierno o primavera. Da igual que en los pueblos haya cientos de personas o apenas 20 vecinos. Y da igual que se ponga en marcha un plan de fidelización para los médicos mir durante el periodo estival porque, al final, el resultado de la ecuación siempre es el mismo: la medicina rural está al límite.
Los últimos llamamientos de plazas realizados por el Departamento de Sanidad lo han evidenciado: un 62% de las vacantes han quedado vacías, en su mayoría en el medio rural. Porque ahí está la gran diferencia: hay demanda para ejercer como médico en un centro de salud de Zaragoza o de Huesca –aunque también hay problemas–, pero no existe tal para cubrir una plaza en Ejea de los Caballeros o en Biescas, por poner solo algunos ejemplos.
A pesar de todo la medicina rural es apasionante para muchos de quienes la ejercen. EL PERIÓDICO habla con seis profesionales que conocen el terreno, que saben lo que es vivir en un pueblo recóndito de Aragón y que afirman con rotundidad, orgullosos de la profesión que han elegido, que su día a día merece la pena. No esconden que la Atención Primaria está tocada, pero llevan la vocación por bandera, esa a la que acuden cuando tienen un bajón. Quieren mantener y demostrar la certeza de que no se equivocaron a la hora de elegir su trabajo.
«No me imagino haciendo algo que no sea medicina rural»

Cristina López, en la consulta de Tamarite de Litera. / Servicio Especial
Tamarite de Litera es el destino en el que trabaja como médico de familia Cristina López. Llegó allí en 2022, tras haber ejercido en Sabiñánigo como médica de familia, una especialidad que tuvo clara desde el primer momento. «Mi referencia era el médico del centro de salud de mi pueblo, de Sariñena», indica.
Hizo la residencia en el centro de Miralbueno de Zaragoza, y tuvo claro que no quería quedarse en la ciudad. Según cuenta, «aunque la relación con el paciente era buena, era impersonal». En Tamarite de Litera, conoce a las familias, lo que, como cuenta, le «facilita mucho a la hora de trabajar». «Sé si el padre está malo, si hay patologías previas...», detalla.
Y, además, los pacientes confían en ella. López explica que los cupos reducidos le permiten incluso citarlos «de un día para otro», y ellos «agradecen muchísimo» su entrega. «Una o dos veces al año me acerco a los domicilios con la enfermera, y lo hago aunque no nos llamen o no estén malos. Es para ver cómo están», sostiene.
López tiene claras sus preferencias, y sostiene que, si le dieran a escoger, «elegiría siempre rural», aunque cuenta que «cuesta conciliar con la vida familiar por la distancia». Pero para ella «la medicina rural lo es todo». «No me imagino haciendo ninguna otra cosa, y considero que si se tiene vocación te puede gustar».
«Los pacientes saben emplear muy bien los recursos sanitarios»

María José Herraiz, en la consulta de Lafortunada. / Servicio Especial
Tras los más de cuarenta años de ejercicio profesional del que María José Herraiz considera como un «abanderado de la medicina rural», Guillermo Bernués, la plaza de médico titular de Plan la ocupa Herraiz desde hace un año. Y lo hace «conmovida» por las personas que están solas y que cubre con el médico «sus necesidades básicas», cuenta.
Así, con su portátil, además de papel y bolígrafo por si falla la cobertura, Herraiz transita entre Gistaín, Lafortunada, Plan, San Juan de Plan, Saravillo, Serveto y Sin para atender a los pacientes. «La gente que vive en la montaña es muy consciente de las limitaciones que hay en el medio rural, como el estar lejos del hospital», sostiene, y subraya que «los pacientes saben emplear muy bien los recursos sanitarios». Algo que, en la ciudad, no sucede. «En verano los turistas te llaman por un resfriado», relata.
Durante su etapa de interina trabajó en Lafortunada, y su experiencia le hace descartar la opción de moverse de allí. «Este es mi sitio», indica. Herraiz recuerda que tuvo «miedo» al empezar en el medio rural, y lanza un mensaje para los que ahora se sienten como lo hizo ella: «Yo pensaba que se esperaban una superheroína, pero no. De una manera u otra, las cosas salen adelante. Y, si no salen, tampoco habrían salido en el urbano. Eso es lo que me habría gustado escuchar a mí».
«En los últimos años se ha hecho mucho daño a la medicina rural»

Paula Claver, en la consulta de Panticosa. / Servicio Especial
«Bonita», es uno de los adjetivos que Paula Claver utiliza para definir la medicina rural. Y es que, cuenta ella, «el pueblo confía en el médico de familia porque no hay otro recurso sanitario». Claver subraya que hay mucha familiaridad. «La atención a los pacientes te llena mucho», indica.
Ella, que es de Jaca y que ha ejercido en los centros de salud de Hecho, Sabiñánigo o Lafortunada, entre otros, está ahora en Panticosa, donde atiende a los pacientes con dedicación. «No hay tanto volumen como en el medio urbano, y eso te permite atender mejor».
«La lejanía con un hospital de referencia y los recursos limitados» son dos de los obstáculos del medio rural, sostiene Claver. Pero ella busca la parte positiva. «Te toca atender patologías graves que en el urbano no te tocan», cuenta, lo que considera «muy bonito».
Pero sabe que no es fácil. «Hay residentes que querían venir pero que han tenido dificultades con el precio de la vivienda», cuenta Claver. A ello se suma la falta de personal, que ahora tratan de resolver con médicos sin especialidad. «Es un agravio comparativo y no se le da valor a la especialidad», sostiene, y afirma que «en los últimos años se ha hecho mucho daño a la medicina rural». «Mi profesión me aporta mucho, pero a veces te replanteas si el esfuerzo sirve a nivel personal», afirma.
«Puedo dedicar quince minutos a un paciente si es lo que necesita»

Raúl Herrero, en la consulta de Ibdes. / Servicio Especial
Apenas ha pasado una semana desde que Raúl Herrero llegó al centro de salud de Alhama de Aragón, del que dependen las consultas de Ibdes y Godojos. Pero no es su primera experiencia en el medio rural. También ha ejercido en Épila, Ateca o Villaroya de la Sierra, entre otros. Y siempre motivado por dos razones: la estabilidad y la naturaleza.
«He trabajado todo lo que he podido trabajar», indica Herrero, algo que, además de aportarle estabilidad laboral, le ha demostrado que «hay oportunidades de desarrollo personal y profesional en el medio rural». Y a ello se suma la posibilidad de estar en contacto con la naturaleza. «He trabajado mucho tiempo en Soria y he disfrutado del entorno del Moncayo», revela.
Con los años, Herrero ha comprobado que las consultas rurales tienen grandes ventajas. «Puedo dedicar hasta 15 minutos a un paciente si es lo que necesita». Una inversión que se refleja en el recibimiento de los vecinos, que son, como define, «muy agradecidos».
Además, cuenta Herrero, «el contacto con los pacientes es más cercano» y, como en todos los pueblos, las noticias vuelan. «Una parte muy importante de la medicina de familia es conocer el entorno», expresa.
Por todo ello, Herrero tiene clara su vocación. «Siempre seré médico rural. Es lo que soy y lo que seguiré siendo».
«Los vecinos te dan palabras de aliento que te llenan mucho»

Juan Astudillo, en la consulta de Argente. / Servicio Especial
Hace más de veinte años que Juan Astudillo terminó sus estudios de Medicina en Cuenca (Ecuador), y hace nueve que se dedica a la medicina rural en la zona de Teruel. Este lunes llegó a Monreal del Campo, que será su plaza para los próximos meses.
El porqué de escoger los pueblos está en «el cariño, la confianza y el acercamiento con los pacientes», relata Astudillo, que también ha ejercido como médico en la capital turolense. Destaca las «pequeñas cosas» que le han llenado durante los años, y recuerda su primera vez en Alfambra, cuando le llevaron «una pata de jamón». Pero lo que siempre lleva consigo son los mensajes de cariño. «Los vecinos te dan palabras de aliento que te llenan mucho», comenta.
Astudillo se incluye en el grupo de «convencidos» que consideran que «la medicina es una vocación y un arte». «Te preparas para ayudar en la medida de lo posible a una persona», explica. Él cree que ahora «los jóvenes quieren quedarse en el hospital de más nombre», y agrega que «ven la rural como algo inferior».
En este sentido, lanza un mensaje de fuerza al comentar que en el medio rural «hay mucho por hacer». «Nos hemos centrado en la parte médica, pero la atención primaria también es prevención, apoyo, rehabilitación... Es todo un proceso», indica.
«Los médicos tienen miedo a lo rural porque no lo han probado»

Rubén Ferrer, en la consulta de Hinojosa de Jarque. / Servicio Especial
Mezquita de Jarque, Cuevas de Almudén, Jarque de la Val e Hinojosa de Jarque son los cuatro pueblos turolenses en los que es médico Rubén Ferrer. Cada semana se mueve de uno a otro con su coche, y atiende a los pacientes de forma diaria. Si en alguna ocasión no puede acudir a una de las localidades, los ciudadanos se desplazan y, «si hay que ir a su casa, se va», sostiene. Y es que indica que la relación con ellos es «muy cercana».
Es este uno de los motivos que le han llevado a hacer medicina rural casi desde sus inicios. «Hice la especialidad en Teruel y me quedé ahí dos años. Luego estuve en Utrillas y desde 2022 estoy en Aliaga», relata Ferrer.
Tras su experiencia, no duda en afirmar que «el balance de ejercer en el medio rural es muy positivo», y agrega que es un trabajo «gratificante y agradecido». El motivo de rechazar esta opción es, para Ferrer, el miedo. «Creo que los médicos que empiezan tienen miedo porque no lo han probado nunca. Solo piensan en que son pueblos pequeños, lejos del hospita», sostiene. Pero para Ferrer hay mucho más, como «lo bonita que es la especialidad y lo bonito que es ejercerla en el medio rural».
Así, Ferrer invita a dejar atrás esa «reticencia al desconocimiento y a no saber lo que hay en el medio rural» porque, asegura, «la sorpresa es muy buena».
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