Crónica política | La situación de Podemos en Aragón: Pudieron... ¿Podrán?
La formación confía en que los resultados en las europeas supongan un punto de inflexión

La sede de Podemos Aragón en Zaragoza, cerrada. / El Periódico
La de Podemos es una historia mil veces contada. Pero la política de hoy en día se lleva todo por delante a la vertiginosa velocidad que lo encumbra, aunque para ello siempre influyan factores de todo tipo. El de Podemos, eso sí, fue un caso paradigmático del cambio de régimen que llegó tras el 15M. Si la caída del muro fue el símbolo del fin de la bipolaridad que representaron durante décadas la URSS y los Estados Unidos, el hartazgo ciudadano que abarrotó las principales plazas del país supuso el fin del bipartidismo que habían representado durante décadas el PP y el PSOE en España. Aunque, visto con perspectiva, en el imaginario colectivo casi quedan igual de lejanas ambas rupturas.
¿Y en Aragón? Más de lo mismo. Muy lejanos quedan ya los tiempos en los que Pablo Echenique, una de las personas más cercanas a Pablo Iglesias, fue la llave de la gobernabilidad con sus 14 escaños para un Javier Lambán que, en su primera legislatura, logró dejarlo fuera del Ejecutivo, aunque se asegurase su apoyo dejando muy claros los puntos comunes que no le hicieran tambalearse.
De aquella experiencia salió Echenique a los dos años para ser el secretario de Organización de un Podemos que cada vez tenía más peso en la política nacional y que solo un año después, en 2018, fue clave para la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy. Y de aquella experiencia, probablemente, tomó mucha nota Lambán, que nunca ocultó sus enormes diferencias de criterio con Echenique, las cuales recuerda cada vez que puede. La última, en una entrevista reciente con este diario: «Nosotros contemplábamos todo, por eso hubo estabilidad ocho años, aunque tuviésemos que lidiar con políticos tan complicados como Echenique».

Echenique, que obtuvo 14 escaños, y Corrales, único diputado ahora, en una imagen de archivo en las Cortes. / El Periódico
Nueve escaños perdió Podemos en Aragón en 2019, ya con Maru Díaz a la cabeza, y en esa posición de menos fuerza logró entrar al Gobierno autonómico –no tan curiosamente, en Moncloa sucedió lo mismo–, en un cuatripartito inédito hasta entonces y que, contra todo pronóstico, fue estable. «Contemplábamos todo», reivindicaba Lambán. Y, por conveniencia o lealtad, lo cierto es que así fue.
Pero los movimientos en torno a Podemos llevaban tiempo desinflándose. La salida precipitada de Pablo Iglesias de la vicepresidencia del Gobierno, la sucesión posterior de Yolanda Díaz y su autoproclamación aún más posterior como lideresa de la izquierda dejaron un caldo de cultivo muy complicado para la formación morada, más perdida en disputas internas que en recuperar el espíritu que les había alzado hasta la cumbre que alcanzaron por derecho propio.
Y en esas llegaron las autonómicas de mayo de 2023, donde Podemos terminó de desmembrarse y quedó al borde de la desaparición en las Cortes, la cual sí se consumó en el Ayuntamiento de Zaragoza, el cual gobernó dentro del espacio municipalista de Zaragoza en Común, que también se desmembró por sus luchas internas desde 2019. De vuelta a La Aljafería, Maru Díaz obtuvo representación pero, tras el huracán de las derechas en todo el país, al que Aragón no fue inmune, dio un paso al lado y asumió el único escaño obtenido su número dos, Andoni Corrales, en una decisión que fue vista con recelo desde ciertos sectores del partido.
Mientras, el partido seguía orgánicamente descompuesto hasta que, en febrero, Marta de Santos fue la única en dar un paso al frente y asumir la coordinación. Pero sus diferencias con el diputado, Andoni Corrales, al que asesoraba y que es la única representación política del partido en la comunidad, le llevaron a dimitir hace un mes, en una historia en la que ninguno de los implicados ha querido dar más detalles, en pro del bien de Podemos.
En cualquier caso, la militancia sigue viendo el resultado de las pasadas europeas como un «punto de inflexión» hacia su renacimiento, tras conseguir un resultado prácticamente idéntico a la marca Sumar, con la que se sentían totalmente desplazados. Mediática y políticamente. «Ha sido un bluf», dicen desde Podemos, desde no esconden su opinión sobre el proyecto de Yolanda Díaz: «Se creó para rompernos».
Sea como fuere, la formación morada tiene tres años para recomponerse, tanto a nivel nacional como autonómico. Las europeas pueden ser un primer paso, pero su papel en la política aragonesa ha quedado reducido a la casi nada. Una casi nada de la que llegaron a la cima con la misma rapidez con la que se despeñaron. Ya pudieron una vez. ¿Podrán de nuevo?
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