La alpargatería de Sádaba que llegó a calzar a la Reina Sofía echa el cierre: "Encargó un montón de pares para ella y para las infantas"

La historia de esta tienda comienza en 1942, cuando los padres de Marisa Lacruz, que ha regentado el local durante los últimos 38 años, llegaron al pueblo

La Alpargatería Marisa, en Sádaba.

La Alpargatería Marisa, en Sádaba. / Servicio Especial

Zaragoza

Tras más de 80 años de trayectoria, la Alpargatería Marisa de Sádaba ha bajado su persiana. En su histórica trayectoria, el establecimiento ha calzado a miles de ciudadanos, incluidos entre ellos la reina Sofía y las infantas. Pero, ¿cómo llega a este municipio aragonés la familia real?

La historia de la alpargatería comienza en 1942, cuando los padres de Marisa Lacruz, que ha regentado el local durante los últimos 38 años, llegaron al pueblo. “Eran de La Rioja y llegaron aquí recién casados. Mi padre se tenía que reunir con alguien de Mallén y luego cogieron el tren y decidieron que se quedarían donde terminara el trayecto. Fue en Sádaba”, explica la propia Marisa.

Ella recuerda como su padre hacía las suelas de los zapatos, mientras que su madre cosía las telas de colores que caracterizaban a las alpargatas. Así estuvieron 42 años de oficio, y cuando ambos fallecieron –ella en 1983, él en 1986-, el comercio pasó a manos de Marisa, ya que sus dos hermanos vivían fuera del pueblo y no podían hacerse cargo de ella. “La cogí con 36 años, y no se cerró nunca la alpargatería”, cuenta Marisa.

Marisa, cosiendo las telas de las alpargatas en su comercio.

Marisa, cosiendo las telas de las alpargatas en su comercio. / Servicio Especial

Lo que si varió fue la temporada de apertura. Según sostiene, sus padres abrían el comercio durante todo el año, pero ella solo lo hacía desde septiembre hasta octubre, fecha clave en la que vendía muchas alpargatas de baturra con motivo de las Fiestas del Pilar.

Y, mientras ella trabajaba en Sádaba, su tío y sus primos lo hacían en Cervera del Río Alhama (La Rioja), desde donde enviaban sus productos a la tienda de Martín Garbayo, en Madrid. En la calle Divino Pastor 29 se generaban grandes filas para poder conseguir unas alpargatas y, en una de estas ocasiones, la Reina Sofía pasó por allí y se interesó. “Le reina preguntó lo que era y la Casa Real habló con Martín para preguntar cuándo podían recibirla”, cuenta Marisa, que recuerda que luego estaba en una consulta médica y vio “una revista en la que salía con las alpargatas que cosía mi madre y que eran de colores”. Marisa revela que, según le contó su primo, “la reina encargó un montón de pares para ella y para las infantas”.

Además de este momento histórico, Marisa cuenta que ha recibido a clientes de muchas ciudades. “En los pueblos, a no ser que haya turismo, está todo un poco apagadillo. Pero vamos, yo estoy contenta porque ha venido gente de Asturias, de Galicia, de Madrid…”, revela. Para matar la soledad y el aburrimiento, ella se dedicaba a conversar, que confiesa que es lo que le “gusta”.

Cuando terminó esta temporada, y con algo de tristeza, decidió jubilarse y poner fin a su labor en la alpargatería. “Llevaba tres años diciéndolo, pero no se me acababa el material, porque además de alpargatas tenía diseños de tacón y otras cosas. Ahora ya decidí que terminaba y lo que me sobra lo llevaré a las clases de gimnasia del lunes”, afirma. Y concluye: "Aquí he estado muy bien y he conocido a muchas personas".

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