Profesionales de cuidados paliativos en Aragón: «En estos contextos todo lo superficial desaparece»
En Zaragoza existe una unidad de hospitalización específica para cuidados paliativos en el hospital San Juan de Dios desde 1988

Santiago Trueba y Silvia Fernández, la semana pasada en Zaragoza. / Laura Trives
Cuando la enfermedad marca el rumbo, las unidades de cuidados paliativos ofrecen calidad, empatía y proximidad. Así lo explican Santiago Trueba y Silvia Fernández, presidente de la Asociación Aragonesa de Cuidados Paliativos y la coordinadora del servicio en el San Juan de Dios, respectivamente. Los detonantes para recurrir a estos servicios tienen que ver con la situación emocional de las familias o la complicación de los síntomas en las últimas semanas de vida. Siempre con la complicidad de los médicos de cabecera o los que lleven cada uno de los casos. «Lo ideal es una transición paulatina», inciden.
Un aspecto fundamental de los cuidados paliativos tiene que ver con la asistencia espiritual, en un sentido amplio del término. «Tenemos que dar proximidad al paciente y la familia, entendiendo lo que nos cuentan, no pasa nada por emocionarse», afirma Fernández. «Nosotros trabajamos de forma global con el ser humano y a veces son los propios pacientes los que nos dan lecciones, más de una vez he pensado cómo me gustaría a mí estar tan sereno en esta misma situación», reconoce Trueba.
Otro aspecto muy importante de los cuidados paliativos tiene que ver con el legado que quiere dejar el paciente. Cómo quieren que se les recuerde. «Hay personas que necesitan ponerse en paz con familiares y amigos, por eso nosotros tenemos que colaborar con ellos», destacan.
Además del trabajo de los equipos de paliativos, en Aragón existen hospitales de convalecencia en las tres capitales de provincia. En Zaragoza, desde 1988 existe una unidad de hospitalización específica para cuidados paliativos en el hospital San Juan de Dios, siendo la única de Aragón con dicha atención especializada, y que, como todas las unidades de dicho centro, desde 2019 está vinculada por convenio con el Departamento de Sanidad. Dispone de 26 camas de hospitalización, recibiendo principalmente ingresos de los pacientes del sector II y sector III, tanto desde los Equipo de Soporte y Atención a Domicilio (ESAD) correspondientes como desde el Miguel Servet y el Clínico de Zaragoza. Ocasionalmente, también ingresan pacientes derivados desde otros sectores ante determinadas necesidades asistenciales o circunstancias familiares.
En el caso de Huesca y Teruel, existe una reserva de camas en el San José de Teruel y el hospital Sagrado Corazón de Huesca, entre cuatro y seis en ambos casos.
Los pacientes de cuidados paliativos que requieren de hospitalización del resto de sectores ingresan en sus hospitales de referencia y, en su caso, en los mencionados centros de Huesca y Teruel.
Durante el proceso existe un trabajo terapéutico y de asesoramiento a las familias, tanto desde el punto de vista de la medicación como en aspectos relacionados con la sedación paliativa. «El tiempo y la cercanía son fundamentales, el paciente está en el centro y entre todos tenemos que trabajar para atenderle en todas las necesidades, físicas, sociales y espirituales», indican. Un trabajo intenso que no pretenden cambiar. «En estos contextos todo lo superficial desaparece», destacan.
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