La 'desconocida' tumba que evitó el exilio desde Aragón al Valle de los Caídos
Sobre las fosas comunes de Ejea de los Caballeros está la tumba de uno de los represaliados, Tomás Aísa Martínez. Sus descendientes no sabían hasta ahora su existencia

Tumba de Tomás Aísa Martínez, sobre la fosa de común de Ejea de los Caballeros. / Miguel Ángel Gracia

La fosa común de Ejea de los Caballeros tiene forma de L. Bordea las tapias del cementerio municipal y, tras las últimas catas, los expertos se han dado cuenta de que su señalización, semivallada, se quedó corta. Una señalización que solo está interrumpida por dos elementos. El primero, los tres monolitos que componen el memorial en recuerdo a las víctimas de la represión y en el que, de hecho, habrá que quitar una parte para poder excavar. Pero, en la otra esquina, hay una tumba en el que reza el siguiente nombre: Tomás Aísa Martínez.
El simbolismo que rodea a esta lápida es mucho mayor del que, en principio, pueda parecer. Empezando por su ubicación, que ni mucho menos es casual. Tomás era vecino de Sádaba, además de teniente de alcalde del pueblo. Con una importante significación política –también era sindicalista en UGT–, fue torturado, asesinado y arrojado en una fosa común del cementerio de Ejea, como otras 150 personas que corrieron su misma desgracia. Sin embargo, es el único que tiene una tumba.
El historiador José Antonio Remón explica que algún familiar, puede que su viuda, decidió ponerla ahí al escuchar rumores de que iban a llevarse los cuerpos de las fosas al Valle de los Caídos. Lo más sorprendente es que ni siquiera sus descendientes conocían la existencia de dicha lápida. Uno de sus nietos, Ignacio Aísa, lo cuenta así: "La generación de mis padres fue la del silencio, en casa apenas se hablaba del tema. Sabíamos que estaba ahí porque, cuando íbamos a Sádaba y pasábamos por el cementerio de Ejea, nuestra madre nos decía que rezásemos un Padrenuestro".
Décadas más tarde, Ignacio –que no vive en la comunidad desde hace tiempo– fue a visitar la fosa común y ahí se percató de la existencia del memorial en honor a los represaliados, entre ellos su abuelo. Y, hasta esta semana, desconocía que tenía una tumba. "Posiblemente pasé por al lado, pero no tenía ni idea. Fui a visitar el memorial y ver el nombre de mi abuelo grabado en un monolito me permitió reencontrarme con él", relata. Respecto a la lápida, admite que en la familia no tienen clara su procedencia. El aspecto de alguna de sus partes, como la cruz, les hace dudar. Un misterio que, en cualquier caso, es "reconfortante". "Me alegro de que esté, porque uno de mis temores era que mi abuelo estuviese en el Valle de los Caídos", expresa Ignacio.
Reconciliación
Por azares de la vida, ahora esa sepultura, cuando se produzcan las exhumaciones, tendrá que ser levantada, algo para lo que la familia de Tomás no pondrá impedimentos. Pero su idea es que, una vez culmine todo y se confirme que el que está en ella es su abuelo –aún deben cotejarse los ADN–, la tumba permanezca en ese lugar. "El destino de mi abuelo está ligado a esas personas. Y si algún familiar decidió hacerle esa sepultura, la respetaremos", asevera. Y es que la historia de Tomás es una de tantas que dejó la guerra en los pueblos, aderezada con un trasfondo romántico que representa la reconciliación entre personas de distinta ideología.
"Sé que mi abuelo Tomás era muy buena persona, porque así me lo han manifesado siempre quienes le conocieron. Y el ejemplo fue que un vecino de Sádaba, Cecilio Cuiral, con una vinculación clara a la derecha, intentó interceder por su vida y salvarle. Lo que Cecilio no sabía era que, muchos años después, una de sus hijas, Celia, se casaría con uno de los hijos de mi abuelo, Paco. Celia y Paco son mis padres, y Cecilio y Tomás, mis abuelos. La historia de mi familia es la de la reconciliación", recuerda Ignacio, emocionado.
Y deja una reflexión final: "Soy consciente de lo que sufrió mi abuelo Tomás antes de ser fusilado. Pero no fue el único, porque mi abuela Valentina tuvo que sacar adelante una familia siendo proletaria, casi de extraperlo. Aunque siempre fue muy querida en el pueblo".
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