Día Mundial
El diagnóstico tardío persiste como uno de los retos frente al VIH
La incidencia en Aragón se mantiene «estable» con entre 80 y 100 casos nuevos al año

Una mujer se somete a un test rápido, en una imagen de archivo / Nacho Olano
Cuarenta años después de que se diagnosticaran los primeros casos de VIH en España (1981), la incidencia parece haber disminuido y, los tratamientos, mejorado. Prueba de ello da el Informe de Vigilancia Epidemiológica, que publicado la semana pasada por el Ministerio de Sanidad revela que esta ha descendido un 27,5% en diez años (2013-2023). La bajada de la prevalencia es positiva pero es «menos de la esperada». Para conseguir mejores datos, los profesionales sanitarios recuerdan en el Día Mundial de VIH uno de los principales -y persistentes- retos para hacer frente a la infección: el diagnóstico precoz.
El último Informe de Vigilancia Epidemiológica revela que, de los más de 3.000 casos nuevos que hubo en España en 2023 (3.196), un 48,7% se diagnosticaron tarde, esto es, en un estado avanzado en el que el sistema inmunológico ya estaba dañado. Las cifras son «muy altas» para Isabel Sanjoaquín, facultativa de Infecciosos del hospital Clínico de Zaragoza, que considera que el foco debe ponerse en detectar los casos antes. «Un diagnóstico precoz permite un tratamiento temprano e interrumpir la cadena de transmisión lo más rápido posible», afirma.
En Aragón, subraya Sanjoaquín, «el número de nuevos diagnósticos anuales se mantiene estable», con una oscilación de entre 80 y 100. Por eso, revela que su sensación es que «no se ha bajado tanto como se esperaba», aunque no duda en apuntar que, por suerte, la incidencia tampoco ha subido.
El reto en Aragón está en los mayores de 50 años, a los que más se les diagnostica el virus en etapas avanzadas. Sanjoaquín explica que estos «han podido tener contacto con la infección tiempo atrás y no son conscientes de que en su momento estuvieron expuestos». Así, apunta que «no tienen en su cabeza la posibilidad de tener la infección», por lo que «no sospechan ellos, ni su entorno, ni los sanitarios que los atienden». Según indica, llegan a conocer su diagnóstico «por alguna otra complicación que les obliga a ingresar en el hospital».
A este desconocimiento se añade la estigmatización del virus, en una suma de factores que contribuye a los diagnósticos tardíos. Por un lado, cuenta Sanjoaquín, se ha creado una idea de perfil de paciente que hace pensar que el VIH solo afecta a los hombres que tienen sexo con hombres (HSH). Por otro lado, y vinculado al primer factor, el VIH va acompañado de juicios negativos. «Si dices que estás infectado pierdes valor como persona en tu entorno. Entonces, como no quieres que aparezca ese diagnóstico, no te haces la prueba», indica.
En este sentido, la experta considera que se ha avanzado en el entorno sanitario, aunque todavía queda trabajo por hacer. «Antes daba mucho miedo tratar a la población infectada, salvo que fueras de Medicina Interna o de Infecciosos, que eran los que asumían su asistencia. Esto ha desaparecido y ahora cualquiera les puede atender», informa.
En el caso de los jóvenes, mientras algunos le restan importancia, otros lo tienen presente. Bajo su experiencia relata que son precisamente los HSH los más sensibilizados y quienes se hacen «seguimiento estrecho».
Por eso, Sanjoaquín incide en la importancia de la prevención. «El VIH no discrimina por edad, sexo o raza. Todos estamos expuestos y no está de más que nos hagamos la prueba al menos una vez en la vida», apunta. Así, pone una tarea a los suyos, los sanitarios: «Se debe recordar tanto en Atención Primaria como en Urgencias que hay que hacerse la prueba». Sería, en sus propias palabras, «la forma de hacer aflorar los casos ocultos que quedan pendientes».
Donde sí se ha avanzado de forma destacable es en el ámbito médico. Sanjoaquín explica que, aunque es poco conocido entre la sociedad, existe un medicamento de prevención: la profilaxis preexposición (PrEP). Este se toma para reducir las posibilidades de contraer la infección y, apunta la experta, se dirige «a las personas que saben que van a estar expuestas». Existe también la profilaxis posexpocisción (PEP), que se toma antes de que pasen 72 horas de una posible exposición al VIH. «Por ejemplo, si has estado en contacto con una jeringuilla», dice.
Además, transcurridos unos meses, la carga viral de los pacientes tratados alcanza niveles indetectables. Esto quiere decir que, aunque tengan un diagnóstico positivo, no son transmisores. «Hemos pasado de que hubiera un 20% de personas que vivían con la infección sin saberlo, y por tanto eran transmisores, a un 7,5%», afirma. A ello se suma que los pacientes tienen ahora «una supervivencia y una calidad superponible a la de la población general» y pueden vivir con normalidad.
Por todo ello, Sanjoaquín sostiene que «la epidemia continúa y está en nuestro mano revertir la tendencia para que se pueda hablar de un virus erradicado».
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