Soledad no deseada entre los mayores: "Te esfuerzas cuando estás con gente, pero el sentimiento lo llevas dentro"

Lucía Serrano forma parte de un grupo de Cruz Roja que está compuesto en su mayoría por mujeres "cuidadoras" que se sienten como ella y con las que se entiende

Una anciana sentada en un banco, en una foto de archivo.

Una anciana sentada en un banco, en una foto de archivo. / Adobe Stock.

Hace más de año y medio que Lucía Serrano tomó la decisión de llevar a su marido a una residencia porque «cayó como cuidadora», no daba más de sí. Aunque lo hizo con «tristeza», también lo hizo por el bienestar de ambos. Desde entonces le acompaña un sentimiento de soledad no deseada que trata de aliviar pero que reaparece en su cabeza a lo largo del día.

«La gente me dice: ‘cuando vayas a la residencia te enchufas y luego ya te desenfuchas’. Yo no sé hacer eso porque lo tengo día y noche en la cabeza», expresa al hablar de sus visitas diarias al centro. Forman parte imprescindible de la rutina que se ha marcado y que le hace sentirse más cómoda. «Me tomo ir a la residencia como si fuera un trabajo. Me han llegado a decir que por qué voy todos los días. Bueno, voy porque quiero, porque me sale de dentro ir todos los días mientras pueda», sostiene.

Lucía se ha encontrado con gente que no ha pasado por su situación y no logra comprender su sentimiento, así que trata de evitar el tema con ellas. «Si hablas de otras cosas, cambias de asunto, te da subidón. Pero luego, cuando llegas a casa, te hundes y dices ‘ya estoy aquí sola otra vez’», revela. «El sentimiento lo llevas dentro y se pasa mal, pero tienes que intentar pasarlo un poquito mejor. Te esfuerzas cuando estás con gente, pero es duro», apunta.

Donde más empatizan con ella es en el grupo de Cruz Roja en el que participa desde que su marido ingresó en la residencia. Está compuesto en su mayoría por mujeres que, como ella, son «cuidadoras» y se sienten solas. «Me entienden como yo las entiendo a ellas», indica. Se reúnen una vez a la semana, los martes, para contar qué les preocupa, cómo se siente, etc. «Va bien hablar con personas que te pueden entender», detalla.

Ella era usuaria de Cruz Roja con su marido. Cuando este ingresó en la residencia le ofrecieron asistencia psicológica y la aceptó. «Es una buena opción porque sabes que tienes que ir y que el ambiente es bueno. Te dicen cosas que te vienen muy bien», apunta. Además, asiste a otras actividades como mindfulness, danza, gimnasia...

Desde su experiencia recomienda a quienes se sientan como ella que «salgan de casa y se busquen cosas para hacer». «Entre que vas, estás ahí y vuelves se te ha pasado la mañana», dice. A ella es lo que le impulsa día a día. «Mis motivaciones son ir a la Cruz Roja, mis nietos y, por supuesto, mi marido. Las tengo que atender a todas», subraya.

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