Política

PP y Vox en Aragón en 2024: un primer capítulo fallido, una historia sin final

PP y Vox pactaron, tomaron decisiones, se enfrentaron en el Pignatelli y separaron sus caminos

El presidente de Aragón, Jorge Azcón, observa al entonces vicepresidente, Alejandro Nolasco, en una comparecencia de prensa.

El presidente de Aragón, Jorge Azcón, observa al entonces vicepresidente, Alejandro Nolasco, en una comparecencia de prensa. / EFE / JAVIER CEBOLLADA

Entre el 4 de agosto de 2023 y el 12 de julio de 2024, en Aragón pasó menos de un año pero ya había dos Gobiernos. PP y Vox firmaron su pacto dos meses después de los comicios autonómicos y este se mantuvo con vida apenas once meses. Un prólogo al Gobierno plenamente popular que hoy tiene Jorge Azcón y que deja una situación de complicado equilibrio parlamentario para el futuro. 

El tranquilo verano político en la comunidad se perturbó a mediados de julio con la salida de la ultraderecha del Ejecutivo autonómico. Vox, en masa en todos los Gobiernos de comunidades en los que tenía cargos de responsabilidad, salió por la política migratoria que el PP asumía para sus territorios. Alejandro Nolasco, entonces vicepresidente y consejero de Despoblación y Justicia, y Ángel Samper, consejero de Agricultura y Ganadería, abandonaron su cargo en un movimiento coordinado en todo el panorama nacional.

La ruptura fue definitiva, pero antes ya había tensiones. Y, la mayoría de las veces, por la misma política migratoria de la que Vox ha hecho su principal recurso discursivo. Ya en febrero, apenas cinco meses después de la firma del pacto, se tuvo que convocar a petición de Nolasco la comisión de seguimiento del acuerdo. La reunión se saldó con el concepto «inmigración ordenada», pero ni PP ni Vox vieron «inestabilidad». La ruptura del folleto del Ramadán por Nolasco o el desplante del exvicepresidente al ministro Félix Bolaños fueron otros episodios de elevada tensión. 

Y otra vez cinco meses después y otra vez la inmigración mandarón al traste la primera intentona de Gobierno de Jorge Azcón. En esta segunda ocasión fue el núcleo de Santiago Abascal el que forzó la salida de las comunidades, pese a las reticencias de varios de sus líderes autonómicos. Vox pasaba a la oposición, pero sigue siendo a día de hoy el socio preferente del PP para la mayoría de las cuestiones. 

Azcón aprovechó la situación para reconfigurar su Gobierno. Mar Vaquero, supervicepresidenta al frente de Presidencia, Economía y Justicia, se convertía en la número dos de la DGA tras la salida de Nolasco. Con ella, pieza capital del Ejecutivo autonómico, los otros dos pilares del Consejo de Gobierno: Octavio López, que asumía en Fomento, Vivienda, Logística y Cohesión Territorial la lucha contra la despoblación que dirigía antes el líder de Vox, y Roberto Bermúdez de Castro, con poderes en Hacienda, Interior y Administración Pública. 

Para que unos amasen más, otros tienen que tener menos. Claudia Pérez Forniés era desplazada al nuevo departamento de Empleo, Ciencia y Universidades –existente en el cuatripartito de Lambán, eliminado en el pacto original con Vox– y Tomasa Hernández se hacía con Educación, perdiendo Presidencia e Interior. En sustitución de Samper, en Agricultura, entró Javier Rincón. 

 «Si no hubiéramos hecho esta primera parte, posiblemente no podríamos iniciar un Gobierno en solitario y se tendrían que repetir las elecciones», justificaba poco después de la reestructuración Azcón en una entrevista con este diario. 

La lista de hitos compartidos por derecha y ultraderecha son limitados. La reforma del primer tramo del IRPF o la derogación de la Ley de Memoria Democrática de Aragón fueron los principales logros legislativos de las dos fuerzas políticas. También, evidentemente, los primeros presupuestos de Azcón, los más altos de la historia de la comunidad. Se respetó la paz social con los sindicatos, se aumentó la dotación propia en el Estado del Bienestar y se reservaron partidas para proyectos propios de Vox que, desde su salida del Gobierno, no han pasado del «estudio y análisis» por parte de los consejeros que heredaron. Una forma elegante de decir que con esos fondos realizarán políticas con el sello del PP

Precisamente las cuentas autonómicas son las que marcan la relación actual entre populares y ultraderecha. Los segundos quieren, desde fuera del Gobierno, marcar la agenda y las decisiones de un Ejecutivo que pelea por olvidar la anterior presencia de Vox en el Pignatelli. El pacto con el PSOE para la recientemente aprobada ley de energía de la comunidad o el bloque común, pero sin los de Nolasco, en materia de financiación no han gustado a una ultraderecha que se aferra a la política ambiental y a la inmigración como líneas rojas para negociar los presupuestos. 

Un año y medio después de llegar al Gobierno de Aragón, Azcón conjuga su relación con Vox con la medida distancia para no «contagiarse» en exceso de la ultraderecha. El adelanto electoral no se contempla en las filas populares y los presupuestos serán prorrogados automáticamente el 31 de diciembre. El Consejo de Política Fiscal y Financiera definirá mejor cómo serán las cuentas aragonesas. PP y Vox tendrán que volver a llevarse bien para aprobarlas.

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