A Fondo I De compartimentos estancos a vasos comunicantes
Tanto para el Gobierno que dirige Jorge Azcón como para el PSOE, principal partido de la oposición, va a ser un 2025 decisivo

El presidente Jorge Azcón charla con los portavoces de los diferentes grupos parlamentarios, en el último pleno celebrado en las Cortes de Aragón. / CORTES DE ARAGÓN
Enrique Cebrián Zazurca / Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Zaragoza
El balance del año político en Aragón debe comenzar recordando, paradójicamente, algo que no ha ocurrido. «El Gobierno remitirá a las Cortes de Aragón el proyecto de presupuesto antes del último trimestre del ejercicio en curso». Es el contenido del apartado cuarto del artículo 111 del Estatuto de Autonomía, reproducido por la ley de Hacienda. El ejecutivo autonómico no ha enviado todavía al parlamento este proyecto de ley de presupuestos y, aunque suele confrontar con él, empieza a tener algunas cosas en común con el Gobierno central.
Jorge Azcón, que accedió a la presidencia con una mayoría amplia que parecía no flor de un día sino garantía de estabilidad, vio pronto cómo las cosas cambiaban. En una operación a escala nacional en la que se mezcló racismo, falta de respeto a los derechos de los menores, demagogia e inmadurez política, Vox salió el pasado verano de los cinco gobiernos autonómicos en los que tenía presencia, entre ellos el aragonés. La razón fue que a Aragón estaba previsto que viniesen veinte menores. No han leído mal.
Ello obligó al presidente Azcón a remodelar su gabinete. La situación le permitió afrontar una reestructuración más a fondo, en línea quizás con los que habrían sido sus deseos en caso de haber gobernado en solitario desde un principio, pero también con el bagaje que aportaba la experiencia de un año de gestión. Como ocurre en las Cortes Generales, cada ley que se quiera sacar adelante exigirá sus propios y concretos esfuerzos. Y para la de presupuestos, y de nuevo en aquellas comunidades en las que sus votos son decisivos, Vox ha suspendido las negociaciones con el PP por cuestiones relativas a inmigración.
En este mes de diciembre se celebró la Conferencia de Presidentes, con retos precisamente en materia de política migratoria, por ejemplo, pero también en lo referente a la renovación del sistema de financiación autonómica.
En cuanto a la ley de amnistía, ha tenido Aragón un protagonismo destacado. De los quince recursos de inconstitucionalidad presentados contra la norma por gobiernos y parlamentos autonómicos, el primero fue el de las Cortes de Aragón (presentó otro el Gobierno de Aragón). Por ese motivo ha sido también el primero en ser admitido a trámite. El artículo 32.2 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional legitima a las asambleas y gobiernos autonómicos a interponer recursos de inconstitucionalidad contra leyes estatales cuando «puedan afectar a su propio ámbito de autonomía».
Existía la duda fundada acerca de si estos recursos serían o no admitidos a trámite. La duda ha quedado resuelta con la admisión del recurso de las Cortes aragonesas, que abre la puerta a los siguientes. Opino que la ley de amnistía presenta diversos y graves problemas en cuanto a su constitucionalidad, pero opino también que precisamente este no sería uno de ellos.
Me cuesta identificar de qué modo concreto la autonomía aragonesa podría verse afectada con la aplicación de la norma. Sin embargo, lo que el Tribunal Constitucional ha realizado en este caso no ha sido sino adoptar la que viene siendo su interpretación «flexible y amplia» de ese artículo 32.2. Además, igual que estos recursos tienen más de debate político que estrictamente jurídico, la forma de proceder del Tribunal ha querido evitar también el debate que en torno suyo habría ocasionado la inadmisión.
Una característica de la política aragonesa durante 2024, que ya lo venía siendo desde el comienzo de la legislatura, es la de que no ha existido oposición. O, mejor dicho, el principal partido de la oposición no actúa como principal partido de la oposición. La causa es clara y ha tenido que ver con una ausencia de liderazgo con proyección. Sabemos que, al menos, dos serán los candidatos que competirán en primarias por el control del PSOE aragonés y, en una fase posterior, por intentar arrebatar el Pignatelli a los populares.
Lo que más interesa es calibrar qué tipo de oposición existirá en uno u otro caso. Solo Darío Villagrasa es diputado y solo él podrá confrontar directamente con Jorge Azcón en caso de ser elegido. En caso de ser Pilar Alegría la elegida, deberá combinar la vuelta física a Aragón con una presencia redoblada en la esfera digital. Hoy por hoy se encuentran más alejados Alegría y Azcón que Villagrasa y Azcón: esto tiene para los dos candidatos socialistas pros y contras que habrán de saber utilizar en su favor.
Tanto para el partido en el gobierno como para el primer partido de la oposición va a ser 2025 un año decisivo. Uno aclarará cómo evoluciona la posición del Ejecutivo y cuáles pueden ser sus apoyos parlamentarios. Otro abrirá una etapa y habrá de definir un nuevo proyecto. Pero lo que le ocurra a uno influirá en el otro y viceversa. Hasta hoy han habitado compartimentos estancos. A partir de ahora comienzan a actuar a través de vasos comunicantes.
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