Crisis en las farmacias rurales: 10 cierres en los últimos años en la provincia de Zaragoza

La falta de relevo generacional y la poca viabilidad económica han llevado el sector a una situación crítica

Farmacia abierta en la localidad zaragozana de Ariza, en la comarca Comunidad de Calatayud, esta misma semana.

Farmacia abierta en la localidad zaragozana de Ariza, en la comarca Comunidad de Calatayud, esta misma semana. / Farmacia Ariza

Ana Lahoz

Ana Lahoz

«Esta es la triste realidad que tenemos». Así de contundente se muestra Raquel García, presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Zaragoza, al tener que hacer una radiografía del sector y arrojar un dato demoledor: en los últimos años han cerrado diez farmacias en la provincia de Zaragoza debido a la falta de relevo generacional y a la baja sostenibilidad económica del negocio. «Es muy complicado asumir lo que está pasando», insiste García.

La espada de Damocles que planea sobre las farmacias rurales ha tenido esta misma semana otra víctima en otro pueblo de la provincia: Used. Esta localidad de la Comarca Campo de Daroca se ha quedado sin botica, sumándose a otros dos pueblos que también en este 2024 han visto como sus farmacia, un bien «esencial», han bajado la persiana: Acered y Torrijo de la Cañada. «Es un drama», reitera afectada García. «Damos un buen servicio en pueblos y alrededores, ayudamos y somos un gran apoyo para las personas mayores, pero tristemente la situación no revierte porque en este 2024 no ha abierto ninguna nueva farmacia rural, al contrario, solo desaparecen», dice la presidenta colegial.

Adherencia a la medicación

Al cierre de las farmacias este año de Used, Acered y Torrijo de la Cañana le preceden siete clausuras más en otros tantos pueblos en los años previos: Ibdes, Villarroya de la Sierra, Salvatierra de Esca, Mezalocha, Aguilón, Vera de Moncayo, Moros y Mara. Y 2025 no va a empezar mejor porque entre enero y febrero echará la llave definitivamente la farmacia de Jarque de Moncayo.

¿La solución para darle la vuelta a esta tendencia? García lo tiene claro: «Los farmacéuticos deben poder vivir de su sueldo, deben poder desarrollar su trabajo y su vida personal en ese entorno rural, pero esto no está sucediendo. No es un trabajo atractivo y creemos que se están ofreciendo unos servicios profesionales que deberían ser remunerados», explica García.

En este sentido, se refiere a los Servicios Personalizados de Dosificación (SPD), a través de los cuales el farmacéutico ayuda a los pacientes polimedicados a cumplir con las tomas de su medicación, organizándola por días y horas. Para ello se usa un gran blíster, personalizado para el usuario en cuestión, donde se recogen las pastillas a tomar por cada día de la semana. «Esa dosificación la hace y la controla el farmacéutico, que ayuda a la adherencia a la medicación por parte del paciente y que lleva un control de su salud. Sin embargo, ese trabajo, que conlleva una responsabilidad, no está pagado», insiste García.

Desde el órgano colegial dicen que esta situación debería tenerse en cuenta y podría ser «un plus» para generar algo de atracción sobre el negocio en el medio rural. «Ya hemos hablado con Gobierno de Aragón, con comarcas, diputaciones y otras instituciones para ver si, a través de ellas, este servicio de SPD puede ser costeado de alguna manera», dice García. «El farmacéutico es un profesional sanitario de primera línea, para muchas personas de los pueblos es la persona que más conoce su estado de salud y eso no se puede pasar por alto. Es un servicio que también combate la despoblación», argumenta García. «Sentimos que estamos desaprovechados», añade la presidenta del órgano colegial.

En la provincia de Zaragoza, ahora mismo, hay más de 1.400 farmacéuticos en activo, la mayoría de ellos en la capital aragonesa. En lo que respecta al mundo rural, tras los tres cierres de este año, se contabilizan 496 boticas abiertas. 

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