La "película" de los fondos de inversión y la almendra

Los agricultores empiezan a ver el desembarco de los fondos de inversión en el campo «como un espectáculo o una película de Hollywood». «Están generando la sensación de que no hay futuro entre los agricultores autónomos, de que si no le vendes la tierra al fondo y aprovechas la oportunidad eres el tonto de la película», explica Rubén Blasco, secretario de la cooperativa de Valareña, ubicada en las Cinco Villas, misma comarca donde el fondo británico Cibus Capital ha adquirido 150 hectáreas a través de la sociedad Prunus Nuts, que cuenta con varias explotaciones de almendros, y portavoz de AEGA (Aragón es Ganadería y Agricultura) en la provincia de Zaragoza.

La almendra es precisamente la madre del cordero de este furor por la tierra agraria aragonesa desatada entre los fondos. Tras un bajón de los precios durante 2023, la cotización de este fruto se ha vuelto a disparar durante el último año, lo que devuelve el apetito a quienes apuestan por estas plantaciones. La variedad comuna, que había caído hasta los 2,80 euros el kilo, supera hoy los 3,7 euros, mientras que la largueta está en 4,39 euros y la marcona, en 5,39 euros (llegó a superar los siete euros el kilo en 2022).

«Genera mucho escepticismo el tipo de tierra que han adquirido. Aquí el clima es muy extremo, esto no es ni Murcia ni Andalucía, y estamos en zona límite para sufrir heladas primaverales. Además, son muy salinas, por lo que nadie entiende muy bien por qué no han comprado mejores tierras», señala Blasco.

El furor por el suelo agrario de Aragón dispara las ventas un 40% en los últimos cuatro años

Lo que llama la atención, del mismo modo, es la fuerte apuesta económica que llevan aparejadas estas operaciones. Los fondos están invirtiendo solo en preparar y poner en marcha la explotación (hay que esperar entre tres y cuatro años hasta recoger las primeras almendras) cerca de 40.000 euros por hectárea entre adquirir el suelo, amueblar la finca, instalar el sistema de riego y la plantación. «Nos parece una burrada, porque luego queda lo más costoso, que es la recolección y el procesamiento», señala el agricultor.

Esto es así porque los costes laborales se han encarecido durante los últimos años, debido, sobre todo, a la escasez de mano de obra cualificada en el sector primario. Ese es, en opinión de Blasco, el principal problema que genera la competencia entre fondos de inversión y agricultores autónomos. Aproximadamente, cultivar una hectárea de almendra le cuesta a un profesional familiar entre 1.500 y 2.000 euros, una cifra que se duplica si se tiene que recurrir a la contratación de temporeros.

Los fondos de inversión pagan la hectárea en Aragón casi al doble de su precio de mercado

Y con todo ello, lo que llama la atención es que la apuesta inversora llega pese a lo que desde las explotaciones familiares entienden como bajas rentabilidades. «Nos refieren que están obteniendo entre un 4 y un 7% por la producción, pero creemos que el verdadero beneficio lo obtienen de la revalorización de las tierras, cuyo precio se ha encarecido durante los últimos 20 años a razón de entre un 2 y un 3% al año», apunta Blasco.

Pese a todo, los que marcan el precio del mercado de la almendra siguen estando al otro lado del charco. California es la principal productora de este fruto y su oferta –o falta de ella– marca la cotización del producto en todo el mundo.