Centros de menores saturados en Aragón: «Llegan a situaciones violentas»

Los educadores sociales desbordados por la falta de recursos de protección a menores confían en la puesta en marcha a mediados de febrero en el área de Zaragoza de un centro de primera acogida para relajar las condiciones actuales. «Han estado durmiendo con cojines en un comedor», denuncian

Una pintada en una ventana de uno de los centros de acogida y acompañamiento de menores de Zaragoza.

Una pintada en una ventana de uno de los centros de acogida y acompañamiento de menores de Zaragoza. / Miguel Ángel Gracia

David Chic

David Chic

La persiana de una de las ventanas de uno de los saturados centros de protección de menores de Zaragoza luce la orgullosa pintada de M.D.L.R. Son las siglas de Mec de la rue. Una expresión francesa que engloba a los llamado chicos de la calle, a los desclasados, a los desposeídos, y que caló en el argot adolescente gracias a una canción de Morad. Las torpes letras expresan los anhelos de miles de adolescentes que tratan de buscar su lugar en el mundo fuera de sus hogares. Por hora muchos de ellos han quedado embarrancados en los limitados espacios con los que el Gobierno de Aragón trata de atender a los menores no acompañados y que están viviendo una situación de emergencia por la falta de espacio. En las últimas semanas, según denuncian los educadores sociales, varios de ellos han tenido que dormir «en cojines en un comedor» por la falta de espacios adecuados para su acogida. 

La alarmante situación comenzó a finales de noviembre, cuando en un centro preparado para dar atención a 24 jóvenes a través de dos recursos diferenciados llegó a tener a 42 menores acogidos, todos ellos con perfiles diferenciados y necesidades especiales. «La situación de sobreocupación es preocupante», denuncian, porque en este contexto se han producido «situaciones violentas» ante las que los diez educadores de cada unidad se ven impotentes. «Está siendo un problema para los usuarios, pero también para el propio equipo de trabajo, pues a veces solo podemos atender cuestiones básicas como la alimentación», lamenta otro de los empleados con los que ha entrado en contacto este diario.

La llegada de estos jóvenes sin papeles corre paralela a la crisis migratoria de las fronteras españolas. Según los datos del Gobierno de Aragón, que por la distribución competencial debe hacerse cargo de la tutela de estos menores, desde enero a diciembre de 2024 han llegado a la comunidad 233 personas. La mayoría de ellos suelen presentarse de forma voluntaria en las puertas de centros sociales, ayuntamientos o comisarías de Policía cuando la necesidad les obliga a abandonar su vida fuera del sistema y pedir ayuda oficial. En lo que va de año ya han sido 16 los menores que han accedido al sistema de protección.

El desbordado centro de Zaragoza mezcla adolescentes que están dentro de los programas de autonomía con los que se encuentran en las primeras jornadas de acogida. «Creemos que toda esta situación va en contra de sus derechos», aseguran, pues con un centro que duplica su capacidad no se pueden desarrollar los procesos educativos que necesitan para garantizar su integración y promover la orientación laboral.

Desde el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), entidad de la que dependen los centros de reforma y acogida, señalan que ya está trabajando en dos contratos de emergencia con sendas entidades especializadas para tratar de controlar la situación que se vive en los recursos. Además, han lanzado una circular interna en la que pedían a otros centros de acogidas y reformatorios «camas plegables, colchones o sillones» con la intención de habilitar plazas de forma temporal.

Por el momento, desde la consejería de Bienestar Social avanzan que uno de esos contratos servirá para la puesta en marcha de un dispositivo de primera acogida que estará operativo a mediados de febrero en el entorno de Zaragoza. Será un primer paso para aliviar la dramática situación de los chicos de la calle. 

«Esto es la guerra y no puede mantenerse así mucho más tiempo», evidencia otra de las educadoras sociales al recordar que la plantilla tiene en este momento a cinco de sus empleados es de baja por estrés. En defensa de las propias condiciones de las plantillas trabaja la Plataforma por un Convenio Aragonés de Reforma y Protección al entender que una mejora de las condiciones laborales redunda de forma directa en el bienestar de los menores.

Hasta que se cumplan los plazos y descienda la presión del número de ocupantes, la situación seguirá siendo compleja, con peleas, robos y estallidos. «Son adolescentes en una situación muy compleja, pues todos han venido en busca de estudios, trabajo y un futuro mejor para ayudar a su familia», explican. 

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