A FONDO | Nita Macia Directora del Clúster de Turismo Sostenible de Aragón
A FONDO | El turismo en Aragón necesita ser gestionado desde un modelo regenerativo
El modelo turístico tradicional, en ocasiones, pone en riesgo el ecosistema y la capacidad de servicio de muchos municipios.

Un grupo de senderistas recorre el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en una imagen de archivo. / EL PERIÓDICO
Nita Macia
Es evidente que el potente atractivo turístico de Aragón es capaz de atraer a miles de visitantes al año. Son miles las personas que contribuyen de manera positiva a un impacto económico y social; pero también medioambiental y de cargas de turistas estacionales. Por este motivo, en ocasiones se genera una gran preocupación que nos ha de obligar, de manera urgente, a buscar la manera de gestionar la oferta para mantener la demanda dentro de unos límites y aprovechar el potencial de estas visitas para favorecer la necesaria cohesión territorial. En este sentido, hacer frente a la estacionalidad es el objetivo a incorporar en toda planificación de cualquier destino o propuesta turística, también el reto de esos Planes de Sostenibilidad Turística repartidos por todo Aragón como resultado de los ansiados fondos NextGeneration.
Leía hace muy pocos días un artículo que decía que España recibía en 2024 94 millones de turistas internacionales, un 10% más que el año anterior, año que a su vez recibió un 10% más …. Parece ser que pronto recibiremos 150 millones. Algo que en apariencia es una buena noticia para el sector, a mí me genera muchas dudas, especialmente cuando hablamos de impactos deseados. Porque una cosa son las cifras y otra las consecuencias, y ambos datos no han de ser analizados de manera separada.
Por este motivo, en ocasiones, a las entidades que trabajamos por un modelo de desarrollo basado en la sostenibilidad, pero no sostenibilidad entendida como comodity, sino como ese principio que se basa en asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, nos asalta una gran preocupación que nos obliga, de manera urgente, a buscar soluciones específicas para mantener la demanda dentro de unos límites y aprovechar el potencial de estas visitas para favorecer la necesaria cohesión territorial.
El sector turístico en nuestra comunidad autónoma no es ajeno al cambio climático, adaptarse y replantearse es uno de los principales retos, pero también una gran oportunidad. Para abordar estos desafíos es esencial que los gobiernos, comunidades locales y actores del sector trabajemos juntos en estrategias sostenibles, y estas estrategias han de incluir la gestión de impactos , la sensibilización de los visitantes y la comunidad local y la promoción de la economía circular en la cadena de valor.
La desestacionalización de los flujos turísticos, junto con la necesidad de convertir el turismo en un factor de crecimiento de la actividad económica y social es el principal reto que abordamos desde el Clúster de Turismo Sostenible de Aragón, Tsac . Un trabajo que llevamos a cabo desde hace siete años y que busca la contribución a un modelo de promoción turística basado en el concepto de desarrollo regenerativo, trascendiendo así el manido término de la sostenibilidad.
Nueva Zelanda o Hawái
El objetivo es aplicar una ingeniería reconstructiva y un proceso de maduración de nuestra sociedad para ser miembros responsables de la comunidad y de su entorno, una propuesta de desarrollo turístico que va más allá del plano de la sostenibilidad para focalizarse en la relación entre visitantes y locales con el hábitat que los rodea y en las experiencias e impacto que derivan de esta vinculación.
En ocasiones el modelo de desarrollo turístico tradicional pone en riesgo no solo el ecosistema, sino también la capacidad de servicio de muchos municipios, esos que se desbordan en momentos puntuales y desbordan también su entorno inmediato. A esto añadimos el gran reto que para la actividad turística supone la gestión de la vivienda, algo que merece un capítulo aparte, porque el turismo se enfrenta a problemas y carece de soluciones, que no siempre se adoptan desde el sector.
Revertir esta tendencia y crear un entorno más equilibrado, implica trabajar de manera regenerativa con el potencial inherente del entorno, algo que permitirá desarrollar niveles más altos de sinergia, simbiosis y colaboración. En Nueva Zelanda o Hawái se mide el éxito del sector turístico a través de indicadores basados en la felicidad de los residentes que se ven «invadidos» por los turistas.
A veces tengo la sensación de que los destinos dedican toda su capacidad a desarrollar un producto turístico pensando en «los turistas» pero muy pocos recursos a pensar en el que reside. Incorporaremos a la planificación procesos basados en el diálogo real de todas las partes, con un objetivo de reconciliación desde diferentes perspectivas; de manera que se creen soluciones que permitan ese equilibrio necesario para la vida. Conciliando la naturaleza, la cultura y la economía local con actuaciones basadas en garantizar la vida a través de la preservación de los recursos, incorporando nuevos activos y atractivos turísticos que permitan al visitante poder disfrutar 365 días al año de un entorno deseable y de actividades singulares, que permitan avanzar hacia la sensibilización sobre el ecosistema como parte de esa necesidad de cuidado colectivo, un compromiso que permitirá la evolución de la vida en este entorno únicamente alcanzable si se trabaja de manera regenerativa.
El turismo es un vector que ha de trascender esa visión única como dinamizador económico para que hagamos de este sector una palanca de desarrollo regenerativo. Hemos de trabajar en actuaciones que impliquen no utilizar recursos que no pueden regenerarse ni utilizar ningún recurso más rápidamente de lo que permita su propia regeneración.
Focalicémonos en propuestas de regeneración de ecosistemas a través de un producto turístico basado en el propio recurso, pero comprometiéndonos con su preservación, un paso ya urgente casi agónico.
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