El 'matrimonio' de PP y Vox en los municipios aragoneses pierde fuerza

La ultraderecha ha desaparecido de los equipos de Gobierno de María de Huerva y Cuarte, pero es necesaria para los populares en varios ayuntamientos

Jorge Azcón, en primer plano, y Alejandro Nolasco junto a Marta Fernández, al fondo

Jorge Azcón, en primer plano, y Alejandro Nolasco junto a Marta Fernández, al fondo / Ángel de Castro

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

En julio del año pasado, hace seis meses, PP y Vox rompieron su matrimonio en el Pignatelli en la estampida nacional de la ultraderecha de los Gobiernos autonómicos. Entonces, el presidente Jorge Azcón tuvo que rehacer su gabinete, íntegramente popular en las consejerías y con altos cargos del PAR, para seguir liderando la comunidad. La ruptura autonómica no alteró, entonces, los acuerdos municipales: hasta doce ayuntamientos contaban entonces con equipos de gobierno en los que participaban ambas derechas. Hoy, son tan solo diez, pero Vox sigue siendo importante para el PP en varios más.

En este medio año que ha pasado desde la salida del Ejecutivo autonómico de Alejandro Nolasco y Ángel Samper, Vox ha abandonado también dos equipos gestores municipales. El primero, en María de Huerva, por una polémica entre el alcalde Joaquín Calleja (PP) y el portavoz de Vox, Jorge Sádaba. El líder del partido en la localidad fue cesado «por encontrarse de baja médica y debido a su situación judicial, tras la denuncia que presentó una funcionaria de este ayuntamiento contra él por acoso laboral», según refleja la nota emitida por los populares. La ruptura dejó en minoría al PP, que necesita dos apoyos en el consistorio para aprobar, entre otros asuntos, un presupuesto para 2025.

Más extraño ha sido el caso en Cuarte de Huerva. Los dos concejales de Vox en el consistorio se han dado de baja del partido, pero no han renunciado al acta, por lo que siguen dentro del gobierno municipal. «El partido ha caído en una dinámica que criticábamos, con la búsqueda de intereses particulares y repartiendo cargos», critica en un vídeo Daniel Hornos, exportavoz de Vox en el ayuntamiento cuartano. El ya concejal no adscrito señala a la dirección del partido en la provincia de Zaragoza como causa de su salida de la formación y justifica que mantendrá su acta, como su compañera, porque «el compromiso sigue estando con Cuarte y con los vecinos que confiaron en mí». A todas luces, Vox ya no está en el consistorio de esta localidad zaragozana.

En Alfajarín, pendientes de si José Tomás Pueyo cumple con el pacto por el que se turnaría con los independientes o sufre una moción de censura, Vox seguirá formando parte del gobierno municipal. También lo seguirá haciendo en un nutrido ramillete de ayuntamientos. Utebo, Cadrete, Alfajarín y Daroca son los municipios zaragozanos que cuentan con al menos un representante de la ultraderecha dentro de sus equipos de gobierno. En la provincia de Huesca, los alcaldes de Jaca, Binéfar y Barbastro siguen contando en las filas de su equipo gestor con concejales de Vox. También son tres los ayuntamientos de Teruel donde la unión entre conservadores y ultraderechistas sigue gozando de salud, como son Alcañiz, Villel y Alfambra.

En algunos de estos consistorios, la relación entre los dos partidos de derechas cuenta con socios invitados. La plataforma Aragoneses, Ciudadanos-Tú Aragón o el PAR, como hiciera en el Ejecutivo autonómico, completan la aritmética matemática a favor de la derecha en algunos de los municipios anteriormente citados.

Aunque fuera de la gestión, el PP sigue necesitando en un buen puñado de instituciones el voto positivo de Vox. Aparte del mencionado Gobierno de Aragón, donde todavía no se han iniciado las negociaciones de las nuevas cuentas autonómicas, la ultraderecha tiene voto clave en decenas de consistorios aragoneses. Ejemplo de ello es el Ayuntamiento de Zaragoza, donde Natalia Chueca ha vuelto a apoyarse en los concejales que lidera Julio Calvo para firmar los presupuestos de 2025. En Huesca, la salida de Antonio Laborda del partido ultraderechista facilitó las cosas a Lorena Orduna, que ahora se apoya en el concejal no adscrito para aprobar sus proyectos, sin mirar a Vox. En Teruel, Emma Buj nunca tuvo ese problema: el PP cuenta con mayoría absoluta en la capital turolense. 

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