Dos edificios históricos más de Aragón entran en la Lista Roja de patrimonio en peligro

El deterioro de un antiguo edificio industrial de Ardisa y de una fortificación de la época musulmana en María de Huerva amenazan su conservación si no se actúa pronto.

La serrería El Bural, en la localidad de Ardisa, patrimonio industrial contemporáneo de la comunidad.

La serrería El Bural, en la localidad de Ardisa, patrimonio industrial contemporáneo de la comunidad. / Hispania Nostra

El Periódico de Aragón

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Zaragoza

La serrería El Bural en Ardisa, en el ámbito de patrimonio industrial contemporáneo, y la atalaya y el despoblado de María de Huerva en la tipología de castillos y conjuntos fortificados de carácter militar son los dos últimos elementos de carácter arquitectónico que han pasado a formar parte de la Lista Roja de la asociación Hispania Nostra por su estado de deterioro.

La antigua serrería El Bural representa un testimonio del escaso desarrollo industrial de Aragón. Durante su actividad, trabajó con madera de pino del monte de La Carbonera, con la que abastecía el comercio local. En su momento de mayor esplendor, llegó a emplear a dieciocho personas, algunas de las cuales residían en las tres viviendas aledañas al edificio principal.

El inmueble, de tres plantas, exhibe las características arquitectónicas propias de la zona, con el uso de teja aragonesa en su construcción. Sin embargo, el expolio sufrido en las décadas de 1980 y 1990, que incluyó la sustracción de marcos de ventanas y otros elementos, ha contribuido a su grave deterioro.

Actualmente, se encuentra en un estado de ruina avanzado: el techo se ha hundido parcialmente, las vigas están en peligro de colapso y el interior está repleto de escombros. Además, la edificación de una pequeña estancia anexa, utilizada como perrera para perros de caza, ha acelerado su degradación. Pese a su valor histórico, la serrería no cuenta con ninguna protección legal específica, como explica Hispania Nostra en la ficha del inmueble.

Un enclave histórico en peligro

El castillo de María de Huerva y el despoblado anexo tienen un profundo valor histórico, pues su relevancia estratégica se remonta a la época musulmana. En el año 935, Abderramán III utilizó esta fortificación para atacar Zaragoza, y más tarde, Alfonso I el Batallador la incorporó a la Corona de Aragón. Durante siglos, el castillo pasó por diferentes propietarios hasta la despoblación definitiva de la villa tras la expulsión de los moriscos en 1610.

El castillo, también conocido como Al-Marya, se ubica en la Peña Gil y se extiende sobre 70 metros de largo por 10 a 20 metros de ancho. Sus estructuras, construidas en tapial con piedras irregulares de yeso y argamasa, están hoy en día severamente deterioradas. La torre cuadrangular, uno de sus elementos más característicos, ha perdido su pared sur, mientras que la pared oeste presenta una grieta que compromete su estabilidad.

A su vez, los restos del despoblado presentan cimentaciones caóticamente dispersas, con algunas edificaciones que todavía conservan sus sótanos y cillas. El aljibe, un elemento fundamental del conjunto, se encuentra casi colapsado. Además del deterioro estructural, las murallas han sufrido importantes desprendimientos, la maleza amenaza con sepultar los vestigios del asentamiento morisco y el vandalismo ha dejado huella en la torre y la entrada inferior.

Interior del castillo deteriorado en la localidad de María de Huerva, de titularidad municipal.

Interior del castillo deteriorado en la localidad de María de Huerva, de titularidad municipal. / Hispania Nostra

"El estado de conservación es preocupante. El asentamiento de moriscos está desapareciendo por los derrumbes de sus estructuras y la maleza. La torre ha perdido la pared sur. Lo que queda de la pared oeste sufre una grieta que la recorre en toda su longitud. Las murallas perimetrales sufren grandes desprendimientos. El aljibe está prácticamente colapsado. La torre y la entrada inferior están sufriendo el vandalismo de los grafiteros", resume el informe publicado por Hispania Nostra.

A pesar de su condición de Bien de Interés Cultural (BIC) de Aragón y de su adquisición en 2022 por el Ayuntamiento de María de Huerva, la falta de intervenciones efectivas ha agravado su situación, puesto que todavía no se han definido medidas concretas para su restauración. El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de María de Huerva reconoce la importancia del castillo y su despoblado, estableciendo condiciones de intervención arqueológica ante cualquier actuación en la zona, y desde Hispania Nostra confían en que su ubicación en suelo no urbanizable especial lo libre "de la invasión indiscriminada de aerogeneradores".

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