Medio Ambiente deniega la vía exprés a la empresa que busca hidrógeno puro en el subsuelo de Monzón
Helios Aragón, la promotora de la iniciativa, tendrá que lograr el aval ambiental ordinario para construir un pozo de cuatro kilómetros de profundidad con el que comprobar si existe una reserva de gas libre de hidrocarburos

Ejemplo de una plataforma de perforación que la empresa Helios Aragón quiere instalar en Monzón para abrir un pozo de investigación. / EL PERIÓDICO
Helios Aragón, la promotora de uno de los proyectos energéticos más controvertidos de la comunidad, tendrá que esperar para comprobar si es cierto que existen unas grandes reservas de hidrógeno puro –hasta hace poco se consideraba insólita la mera presencia de este gas en tal estado en la corteza terrestre– y helio en el subsuelo de Monzón. El Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga) ha denegado el aval ambiental simplificado que pedía la empresa para construir un pozo de 3,7 kilómetros de profundidad destinado a la investigación exploratoria de estas supuestas bolsas de combustibles libres de hidrocarburos.
La decisión enfría las expectativas de los impulsores del proyecto, que deberán presentar una documentación mucho más detallada para obtener el aval ambiental ordinario y poder comprobar de este modo si el reservorio energético existe. La futurible extracción, prevista por los promotores –unos inversores – para el año 2029 con una inversión de 900 millones de euros en la que siempre se ha defendido que no se recurrirá a técnicas como el fracking (fractura hidráulica), requerirá de una nueva tramitación, si bien el Gobierno de Aragón concedió al proyecto la declaración de interés autonómico en 2023, lo que le otorga prioridad burocrática.
De hecho, Helios Aragón –una firma con domicilio social en Madrid que tiene como matriz una compañía con sede en Singapur con exdirectivos de Shell o BP a los mandos– lleva tres años de trabajos en los que se ha procedido a la reinterpretación de datos geológicos, la redacción de estudios exploratorios, geológicos y geofísicos, el procesamiento de datos sísmicos y la selección de un emplazamiento para un nuevo pozo de investigación.
Todo ello con el objetivo de confirmar la existencia de yacimientos de hidrógeno libre en la tierra, algo que constituiría la primera mina de este material en Europa y el segundo del mundo, ya que la elevada volatilidad y su capacidad de combinarse con otros elementos hacían casi impensable la presencia de bolsas no contaminadas. Todo se remonta a unas perforaciones ejecutadas en los años 60 del siglo pasado por la Empresa Nacional de Petróleos de Aragón SA (Enpasa), que, lejos de encontrar el petróleo que buscaban, dejaron constancia de la existencia de hidrógeno en dos zonas (los pozos Monzón-1 y Monzón-2), ubicados a un kilómetros al sureste de la cabecera del Cinca Medio. La investigación duraría ocho meses y se planteaban tres alternativas para la ubicación, donde se construiría una plataforma de 13.500 m2 donde se localizaría la perforación del pozo con una broca (torre) de 55 metros de altura.
Las razones por las que se desestima la autorización simplificada
El Inaga, para desestimar la autorización simplificada que pedía la compañía, esgrime razones como la justificación insuficiente en el análisis de alternativas, carencias en la documentación aportada en el modelos geológico e hidrogeológico o en el seguimiento de riesgos asociados, lo que «impide realizar una adecuada evaluación de los efectos y repercusiones derivadas del proyecto».
Del mismo modo, emplaza a los promotores a justificar la compatibilidad del proyecto con la legislación sectorial vigente, la descripción del medio y a incluir en el proyecto los datos obtenidos en la fase previa de la exploración o procedentes de otros estudios, así como establecer un plan de vigilancia ambiental que se ejecutará durante todas las fases del proyecto.
Además, la resolución del Inaga recoge las alegaciones presentadas por hasta 17 entidades, desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que cree que el proyecto generaría afecciones a infraestructuras hidráulicas del Canal de Aragón y Cataluña, hasta el Instituto Geográfico Nacional, la Demarcación de Carreteras de Aragón, colectivos ecologistas, regantes, promotores de parques de energías renovables, así como cerca de 350 vecinos de Monzón que creen que generaría afecciones negativas sobre el medio.
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