La jubilación de un referente de la meteorología en Aragón: "La afición no se pierde nunca"
El delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología en Aragón, Rafael Requena, encara su última semana al frente del servicio de predicciones. Con la llegada de la jubilación espera centrarse en su faceta como incansable divulgador de los fenómenos atmosféricos.

El delegado de la Aemet en Aragón, Rafael Requena, apura sus últimos días al frente del organismo / Iván Anadón

El primer recuerdo meteorológico de Rafael Requena está situado en Villa Cisneros, en lo que entonces era el Sáhara español y ahora se conoce como Dajla. Allí, con poco más de tres años y junto a su padre, físico y meteorólogo, elevaron un gran globo sonda rojo y negro para tomar señales sobre el estado de la atmósfera. Una toma de contacto inicial que tuvo que esperar varias décadas para tener continuidad hasta que con la mayoría de edad decidió encaminar sus pasos a la observación de los cielos. «De pequeño no tenía demasiada afición por esto», narra el actual delegado en Aragón de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) que mañana abandonará el instrumental y se encaminará a la jubilación.
Requena deja atrás 48 años dedicado a una profesión que no ha cambiado en lo esencial, pero que ha avanzado mucho. «La predicción meteorológica, esto es, si va a llover o hará calor en un lugar determinado en un momento concreto, siempre será de unos pocos días, pues tiene una gran limitación por la sensibilidad de las condiciones iniciales», manifiesta. Eso sí, lo que antes se limitaba a unas horas ahora se puede ampliar a un rango de varias jornadas y que siga siendo fiable.
Por otro lado, los modelos analíticos a gran escala se han complicado enormemente gracias a la computación garantizando una mayor comprensión del clima en términos globales. «Ahora es la gran fuente de preocupación por el propio calentamiento global y somos capaces de realizar previsiones muy avanzadas analizando las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas al desarrollo económico y el comportamiento humano», avanza.
En lo que también se ha mejorado, aunque con margen de incertidumbre, es en la llamada predicción estacional que permite conocer el comportamiento atmosférico a unos meses vista. «Esta es la gran revolución, nosotros ya estamos experimentando un cambio del clima, algo que requiere miles de años se está dejando notar en nuestra vida por la acción humana del último siglo», asume.
El grueso de su actividad profesional se ha desarrollado en Aragón, comunidad a la que llegó desde su Madrid natal en 1988 para incorporarse como observador especialista en los grupos de predicción y vigilancia de Zaragoza, un puesto en el que comenzó a encargarse de la recepción y transmisión de datos meteorológicos, los boletines informativos y la información aeronáutica, entre otras.
En la comunidad ha tenido que aprender a lidiar con las peculiaridades pirenaicas, del sistema Ibérico y del valle del Ebro, caracterizados por la gran actividad eléctrica, como en todo el cuadrante nordeste penínsular.
Previamente había estado destinado en las oficinas meteorológicas del Ministerio de Defensa en los Llanos, en Albacete, así como en la base de Torrejón de Ardoz. En aquellos años vivió una de las experiencias que han marcado su carrera. Con solo diez días de separación, entre el 28 de noviembre y el 7 de diciembre de 1983, tuvo que lidiar con el accidente de un jumbo de una compañía colombiana que se estrelló haciendo la aproximación a Barajas, hubo más de 200 muertos y solo seis supervivientes. Y después, en condiciones de niebla cerrada, colisionaron un DC-9 y un Boeing 727 de Iberia en el cruce de pistas. Requena fue el responsable de elaborar el informe meteorológico aeronáutico y tuvo que comparecer ante el juez que instruyó la causa.
Con el paso de los años ha tenido que lidiar con grandes tormentas, fuertes danas en los años 80, nevadas como Filomena o Gloria, inundaciones y crecidas extraordinarias en los ríos. También con incendios en épocas de sequía. Olas de calor, olas de frío. Y grandes rachas de viento como la de 157 kilómetros por hora en julio de 2018 en Zaragoza en medio de un reventón seco, como se conoce a estos virulentos estallidos de verano. «En particular, Aragón es un territorio de fuerte actividad tormentosa, sin ir más lejos, este otoño pasado se produjeron muchas afecciones ligadas al desastre de Valencia», recuerda.
Lo más importante vivido en la comunidad fue el 7 de agosto de 1996, en el campin de Biescas por su elevado número de víctimas. «El día anterior estaba de servicio y se venía de un fin de semana con muchas tormentas que se extendió por gran parte del territorio, no solo en el valle de Tena: las precipitaciones anegaron cultivos, hubo muertos por rayos en Teruel y grandes complicaciones», evoca.
Gracias a todos estos sucesos se ha mejorado en el sistema de avisos y en la interlocución con las administraciones y los servicios de emergencia. «Las alertas buscan describir todo lo que puede suceder, por eso a veces se baja la guardia porque los políticos pueden estar muy acostumbrados a ver los mensajes de alerta», considera.
El meteorólogo, que se despide de sus oficinas «con un recuerdo a todos los compañeros» con los que ha trabajado, indica que se mantendrá en activo como divulgador en charlas, conferencias o intervenciones ante los medios de comunicación. Unos espacios en los que ha sido muy activo y que no está dispuesto a abandonar. Sobre todo para no dejarles pasar una a los negacionistas en las redes sociales. «Está claro que el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero está detrás de que crezca la temperatura. Y que las temperaturas están subiendo es una realidad: todos estamos viendo los cambios en el nivel del mar, así como el retroceso de los casquetes polares y de los glaciares», destaca.
Sobre la mesa del despacho que ahora heredará el meteorólogo Arcadio Blasco, se acumulan papeles y varias bolas del mundo. Apilados, libros de divulgación, uno de refranes meteorológicos y la obra Atmósfera, tiempo y clima. «Los que tenemos afición por las predicciones no la perdemos nunca, aunque te jubiles», asegura.
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