La pobreza severa sube por segundo año y ya afecta a 110.000 aragoneses

El 8,2% de la población sufre una gran carencia material en 2024 frente al 4,7% de 2022 y la tasa de riesgo en exclusión llega al 21%, la tasa más alta desde 2014

Un usuario del comedor social de la iglesia del Carmen de Zaragoza, que atiende a personas vulnerables.

Un usuario del comedor social de la iglesia del Carmen de Zaragoza, que atiende a personas vulnerables. / Josema Molina

Zaragoza

La buena marcha de la economía aragonesa no está llegando a todos los estratos de la sociedad. A pesar de los buenos indicadores de empleo y la recuperación de la renta media de los hogares tras el fin de la crisis de los precios, la población que sufre una carencia material y social severa se ha disparado en los dos últimos años. En 2024 estaban en esta situación unas 110.000 personas, el 8,2% de la ciudadanía, un punto y una décima más que 2023, cuando afectaba al 7,1% (95.000 personas), y casi el doble respecto al 4,7% de 2022 (62.000), según revela la Encuesta de Condiciones de Vida publicada ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Se trata de la tasa más alta que registra este indicador desde que empezó a elaborarse este estudio en 2014. Dicho de otra manera, en solo dos años cerca de 50.000 ciudadanos de la comunidad autónoma han pasado a formar parte del colectivo que sufre una situación de extrema necesidad. Las entidades sociales consideran que detrás de esta aparente contradicción de los datos podría estar la inmigración no declarada, un colectivo fácil de integrar cuando entra en la legalidad y se gestiona la obtención de papeles. 

Se considera que una persona está en situación de carencia material severa si vive en un hogar que no puede hacer frente a cuatro de los nueve elementos que recoge la lista de la estadística, como son afrontar gastos imprevistos por valor de 750 euros, irse de vacaciones una semana al año, mantener la vivienda con una temperatura adecuada, comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días, sufrir retrasos en el pago de gastos básicos o disponer de automóvil, teléfono, televisor o lavadora.

Aragón fue una de las pocas comunidades donde creció la tasa de pobreza severa, siendo además en la que lo hace de forma más intensa. Subió en otras cuatro regiones, pero en tres de ellas solo lo hizo una décima -en Navarra, hasta el 6,2%; Castilla y León, hasta el 6,5%; y Castilla-La Mancha, hasta el 8,6%-, mientras que en Valencia creció un 0,8%, hasta el 9,1%. A nivel nacional, bajó siete décimas, de 9% al 8,3%.

La comunidad aragonesa ha pasado de ser en 2022 la cuarta comunidad con el indicador de pobreza severa más bajo del país, con el 4,7%, a situarse como la octava con una peor situación de la tabla autonómica. Los indices más preocupantes se dan en Canarias (10,8%), Andalucía (10,6%), Comunidad Valenciana (9,1%) y Cataluña (8,6%), mientras que los mejores se registran en La Rioja (3,7%), Baleares (4,3%), País Vasco (4,6%) y Galicia (4,8%).

«Los datos son los datos y estas estadísticas siempre son fiables, aunque en términos generales la tendencia es que la desigualdad está bajando», explica el coordinador de Aragón de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, Gustavo García. Por eso destaca que aunque la realidad en la comunidad sea «sorprendente» está claro que marca «una tenencia» a la que es necesario prestar atención.

Aragón empeora los números en la mayoría de las variables analizadas por el INE para medir la carencia material. Por ejemplo, crece el porcentaje de personas que no pueden irse de vacaciones al menos una semana al año -del 25,7% al 26,1%-. También se incrementa la población que ha sufrido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad) en los últimos 12 meses, un problema que afectó el pasado año al 12,8% de los aragoneses frente al 11,9% de 2023. 

La tendencia al alza se repite en los indicadores que miden carencias como no tener capacidad económica para comprarse un coche -del 3,6% al 4,8%- o no poder permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días -del 3,9% al 4%-. Otro importante indicador que aumenta es el de la pobreza energética, que sube casi un punto -del 13,9% al 14,7%-.

Llegar a fin de mes es además una odisea para el 10,2% de los aragoneses (casi 138.000 personas), que dicen tener mucha dificultad para afrontar sus gastos. Este porcentaje sube con respecto al 9,6% de 2020 y es el más alto desde el 10,5% de 2014. La media de España en este indicador es más de un punto menor (el 9,1%).

Más sombras

El mismo estudio del INE arroja más sombras sobre Aragón. También sube el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social, el denominado indicador AROPE que diseña la Comisión Europea, que se sitúa en el 21% (283.000 personas) en 2024, lo que supone un incremento de seis décimas en relación a 2023 (20,4%). 

La tasa es casi cinco puntos inferior a la media española (26,5%), que baja respecto al año anterior (27%) y se sitúa a media tabla en la clasificación por comunidades, donde los índices más bajos se registran en el País Vasco (14,8%), Baleares (16,2%) y Navarra (18,3%). 

El doloroso paso de las carencias a la exclusión

Los indicadores muestran un crecimiento de la pobreza en Aragón que posiblemente pueda estar ligada a la población inmigrante y sin papeles de la comunidad. Esa es «la intuición» que muestran desde la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales en la comunidad a la hora de analizar la contradicción entre las buenas cifras macroeconómicas y este repunte de la población con bajos recursos. «Entre los compañeros de profesión han visto que existe mucha gente dispuesta a trabajar que no puede acceder a las ofertas porque no están regulados», lamenta el coordinador de la entidad, Gustavo García. Por eso indican que tener un grupo del 10% de la población con carencias materiales es algo que una sociedad «no se puede permitir». 

Por otro lado, desde el colectivo de los trabajadores sociales alertan sobre la delgada línea que separa la pobreza material de la exclusión social. Algo que las autoridades deberían abordar con decisión. «El impacto del Ingreso Mínimo Vital es muy bajo y el complemento del Gobierno de Aragón es ridículo, son unas cantidades que hacen imposible salir de una situación de pobreza», indican. Esto acaba llevando a las personas a un círculo material y de relaciones en el que se pierden las opciones de mejora que pueden arrastrar a familias enteras a situaciones de exclusión. «Para evitar la pobreza solo hace falta un trabajo e ingresos aceptables, sin embargo, para abandonar la exclusión hace falta un camino largo y complicado», analizan. 

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