Zaragozeando | Casa Jiménez, una casa con mazmorras y un pasado monacal
La conocida como Casa Jiménez es sede de varios servicios municipales pero primero fue convento y luego un cuartel militar

Zona del edificio en la que estaba la antigua iglesia del convento. / IVÁN ANADÓN

Nació como convento, fue después un cuartel y en el presente es un edificio administrativo propiedad del Ayuntamiento de Zaragoza. Situada en un entorno privilegiado, la conocida como Casa Jiménez sobrevive al paso del tiempo a pesar de las guerras, las desamortizaciones y la especulación inmobiliaria. Hoy acoge distintos servicios municipales, pero su interior todavía guarda vestigios de un pasado religioso y militar fundamental para la historia de la capital aragonesa.
La Casa Jiménez está situada en la manzana comprendida entre las calles Ponciano Ponzano, Bilbao, Albareda y Casa Jiménez, una vía que da nombre al edificio y no al revés, como cabría pensar. El edificio original, que hoy en día sigue en pie integrado en el complejo actual, data del siglo XVII. Fue construido por las Carmelitas Descalzas y aunque se dedicó a San José, se le conocía como el convento del Carmen. Y es que este recinto monacal era el encargado de custodiar la ciudad por su puerta sur, que no es otra que la Puerta del Carmen, la única de todas las que tuvo la muralla de Zaragoza que todavía hoy sigue en pie.
De aquel convento todavía es reconocible desde el exterior la que fue la iglesia, aunque fue posteriormente transformada para albergar almacenes y las dependencias del comandante que posteriormente ejerció como jefe del cuartel militar.

Antiguo claustro del convento decorado con motivos geométricos y un arco de herradura. / IVÁN ANADÓN
La iglesia estaba en la esquina del edificio actual cuyas fachadas dan a la calle Ponzano y la calle Casa Jiménez. Se diferencia del resto del edificio por su forma, en la que se reconoce una iglesia, y si bien en su día ya fue desposeída del campanario, todavía se puede observar el inicio de la antigua torre.
Pero más allá de sus fachadas, es en las paredes de sus estancias donde está registrada la historia del edificio. Quien conoce muchos de los detalles que guarda este complejo es Mariano Aladrén, funcionario del Ayuntamiento de Zaragoza, que ha trabajado en esta casa durante muchos lustros controlando la red de medidores de la calidad del aire del ayuntamiento.
En la zona más antigua, la que fue convento, todavía son visibles los arcos de ladrillo que sujetaban la estructura. Unas columnas a medio descubrir dan cuenta de que el suelo no está al nivel que estaba originalmente. "Cuando llegó el ejército amoldó el edificio a sus necesidades. Pero aquí estaba antes la zona de avituallamiento del convento, por donde entraban los carros con los bienes y los enseres", explica.

Estado actual de las antiguas mazmorras que se conservan. / Servicio Especial
En el subsuelo se conservan aún las antiguas bodegas, que fueron transformadas posteriormente por los militares para habilitar unas mazmorras en las que los presos apenas contaban con poco más de un metro cuadrado para vivir, dormir, comer y hacer todas sus necesidades. Toda esta zona está catalogada y protegida.
En la planta baja se ha mantenido el antiguo claustro que contiene además una muestra muy representativa de su pasado. En la última gran restauración del edificio, en los años 90 del siglo pasado, se instalaron en uno de los pasillos unas baldosas cerámicas en la pared que emulan los antiguos frescos que decoraban el patio.
"Los claustros servían para meditar andando en el sentido contrario a la rotación terrestre. Las paredes se decoraron con alegorías que incitaban a la meditación, en este caso animales y personajes que representan a los vicios y virtudes. Más arriba vemos una cinta de Moebius que representa el infinito. De esta línea para abajo el tiempo pasa, mientras que lo que queda arriba es eterno. ¿Y qué hay arriba? Cráteras, que simbolizan lo sagrado, donde se guardaba el néctar de los dioses", explica Aladrén.
En otro de los pasillos, sin embargo, la cerámica que cubre las paredes es bien distinta y está compuesta por motivos geométricos de inspiración islámica. Esto es debido a que los militares que llegaron el convento cuando pasó a manos del ejército tras la desamortización de Mendizábal (1836-1851) provenían del África española, por lo que decoraron el edificio con motivos provenientes de sus lugares de origen. Incluso construyeron un arco de herradura, tan propio de la arquitectura islámica, que hoy sigue visible en uno de los pasillos del claustro.
El edificio estuvo en manos del ejército hasta que, con la llamada Operación Cuarteles (iniciada a finales de los años 60 del siglo pasado), llegó a manos del ayuntamiento mientras que las instalaciones militares se sacaron de la ciudad. En los 90 se rehabilitó y se construyó un edificio anexo que hoy es la sede de varios servicios municipales.
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