De Bonansa a Manhattan: la figura malherida de Joaquín Maurín

El historiador Alberto Sabio recupera la vida del altoaragonés fundador del POUM desde la guerra civil a su exilio en Nueva York en la exitosa ‘Excomunistas’

Joaquín Maurín en una intervención política.

Joaquín Maurín en una intervención política. / IEA

David Chic

David Chic

Zaragoza

Joaquín Maurín murió dos veces, pasó diez años encarcelado durante la guerra civil y el franquismo, se exilió en Nueva York y creó una agencia literaria en la que colaboraron desde Pablo Neruda a Ramón J. Sender. En este proceso fundó varias organizaciones obreras (entre ellas, junto a Andreu Nin, el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) o el Bloque Obrero y Campesino) y sufrió una inusitada campaña de desprestigio amparada por viejos amigos y enemigos políticos. El historiador Alberto Sabio ha recuperado esta figura «desconocida y malherida» en una biografía bajo el título de Excomunistas editada por Galaxia Gutenberg. La obra ha tenido una gran aceptación y acumula ventas y presentaciones, las próximas en Salamanca, La Coruña, Lugo, Barbastro y Madrid.

«Maurín fue más reflexivo que dogmático, por eso evolucionó mucho a lo largo de su vida, con una primera etapa antes de la guerra civil en la que trató de crear puentes entre los marxistas y los anarquistas para acabar identificado con la socialdemocracia», explica.

La biografía recupera aspectos de la vida del personaje, nacido en Bonansa, en La Ribagorza, en el año 1896 y fallecido en Nueva York en 1973. «Que no llegara vivo a la transición ha podido pesar en lo poco que se conoce su figura, pero más allá de su importancia política y social antes de la guerra civil jugó un papel fundamental en la llamada guerra fría cultural», considera.

La contienda civil sorprendió a Maurín en La Coruña, pocos meses después de fundar el POUM. Al quedar en lado sublevado fue dado por muerto (supuestamente fusilado «a manos de los facciosos») lo que ocasionó una gran consternación entre las milicias antifascistas y se sucedieron los homenajes póstumos: lápidas, calles y hasta una columna del POUM recibió la denominación de Joaquín Maurín. Fue comparado con García Lorca y Leon Trotski mandó una carta al partido con sus condolencias.

En realidad, el político estaba escondido en un hotel y poco después fue apresado. Pasó una década en diferentes cárceles a la espera de juicio hasta que fue indultado. Se exilió a EEUU en 1947 entre acusaciones interesadas en su propio bando de traidor y las sospechas de que era un agente de la CIA, algo que Sabio desmiente completamente. De hecho, en Nueva York fue estrechamente vigilado por los agentes secretos por su vinculación con el comunismo internacional.

En esta segunda etapa de su vida, con más de 50 años, emprendió una tarea colosal de escritura y difusión cultural montando una agencia de prensa que distribuía artículos en español para periódicos de todo el continente. La American Literary Agency (ALA), que durante casi toda su trayectoria gestionó en solitario desde su piso de Manhattan con poco más que una máquina de escribir y un puñado de sellos. Contó entre sus colaboradores con nombres clave del pensamiento en aquellos años de guerra fría como los de Sender, Miguel Ángel Asturias, Rosa Arciniega, Ramón Gómez de la Serna o Salvador de Madariaga. De algunos de ellos llegó a ejercer como agente literario.

Sabio destaca que el pensamiento de Maurín «entronca con el discurso actual que busca equilibrar la competición política con la colaboración en asuntos relevantes» y concluye que sus ideas sobre el sentido de la acción colectiva «siguen siendo válidas» cuando persiste «el conflicto entre capital y trabajo».

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