ENTREVISTA | Juan Manuel Santos Expresidente de Colombia y Premio Nobel de la Paz
Juan Manuel Santos, expresidente de Colombia, en Zaragoza: "El camino político con ETA y las FARC es similar"
El dirigente colombiano, Premio Nobel de la Paz en 2016, visita Zaragoza para ser investido doctor 'honoris causa' y atiende a este diario en una entrevista donde repasa la actualidad política

El expresidente de Colombia, Juan Manuel Santos, este lunes en Zaragoza durante la entrevista con este diario. / Carla Greenwood

Presidente de Colombia entre 2010 y 2018 y Premio Nobel de la Paz en 2016 por los acuerdos de paz con las FARC, Juan Manuel Santos ha visitado este lunes Zaragoza antes de ser investido como doctor honoris causa por las cuatro universidades públicas que forman parte del Campus Iberus (Zaragoza, La Rioja, Navarra y Lérida). Acompañado por su ministro de Justicia, Yesid Reyes, el dirigente colombiano ha abordado la actualidad política de la que, dice, la clave debe ser el "diálogo constructivo". Sobre la paz en Gaza y Ucrania, Santos ha subrayado que Europa debe estar en la mesa, para lo que tiene que mostrarse "sin fisuras y con unanimidad". Una situación que, en Latinoamérica, cada vez parece más lejana según su criterio. "Está más desintegrada que nunca", ha llegado a denunciar, a la par que analizaba las consecuencias de la victoria de Trump en EEUU -"los aranceles son su palabra favorita", ha esgrimido- o de la situación en Venezuela: "Hay que seguir presionando para que haya un cambio de régimen". Minutos después, el expresidente ha ahondado en algunas de esas cuestiones en una entrevista con EL PERIÓDICO DE ARAGÓN.
Pregunta (P): Como presidente de Colombia participó en un proceso de paz con las FARC que tuvo muchas controversias, dentro y fuera del país.
Respuesta (R): Este proceso fue tal vez el más ambicioso de la historia. No solo se negoció el DDR (desarme, desmovilización y reintegración), sino que se negoció una hoja de ruta para el futuro. Todo proceso de paz se limita al dónde traza uno la línea entre justicia y paz. No importa donde se trace, porque siempre habrá gente que reclame más justicia y otra que reclame más paz. Estos procesos son impopulares por definición y, a medida que avanza el tiempo, la gente aprecia que son necesarios. En el caso de Colombia ha faltado una implementación adecuada. Desafortunadamente, el Gobierno de Duque implementó muy poco por cuestiones políticas y el de Petro por incapacidad gerencial también ha implementado muy poco. Pero apostar por el acuerdo de paz con las FARC resolvería muchos de los problemas que hoy estamos viviendo.
P. Menciona los límites entre la justicia y la paz. En El Salvador, Bukele está llevando a cabo una política que puede ser efectiva pero que está generando muchas críticas por su poco respeto a los derechos humanos.
R. Son situaciones diferentes. Los acuerdos de paz con los grupos que tienen una identidad política son distintos al tratamiento que se le da al crimen organizado común, por lo que no se puede comparar. Respecto a Bukele, la gente está muy contenta porque ha sido efectivo bajando la criminalidad y eso hace que las personas se sientan más seguras, lo cual es importante. Pero eso se podría hacer como lo logramos en Colombia, en muchos sentidos, sin violar masivamente los derechos humanos.
P. ¿Cree que ese tipo de políticas pueden conllevar ciertos riesgos? Al final, son medidas cortoplacistas y puede existir la tentación de usar esos mismos métodos en otros ámbitos políticos o sociales que no tengan que ver con el crimen organizado.
R. Combatir el crimen y la ilegalidad no es incompatible con el respeto a los derechos humanos. Inclusive, como pasó en Colombia, donde se combatió a los grupos insurgentes con las reglas del derecho internacional humanitario. No es incompatible lo uno con lo otro y se pueden lograr los objetivos de buscar la paz y la tranquilidad pero, a la vez, respetando los derechos humanos.
"Combatir el crimen no es incompatible con el respeto a los derechos humanos"
P. Ha hablado antes del diálogo constructivo. En España se vivió una situación con un grupo terrorista, ETA, que desapareció hace una década. Ahora, hay partidos políticos de ese espectro ideológico que siguen causando rechazo en una parte de la sociedad, que incluso los sigue calificando como terroristas. ¿Qué similitudes ve con el caso de Colombia y las FARC?
R. La insurgencia de las FARC tenía unas motivaciones políticas. Por eso nos sentamos a negociar con ellos, para que continuaran su lucha política sin violencia. Eso es lo que hay que hacer con los grupos que creen que la violencia es un camino adecuado para lograr los cambios que quieren. La violencia hay que combatirla, pero hay que darle oportunidades alternativas no violentas. De eso se trata cualquier negociación de paz.
P. Ve similitudes por tanto con lo que ha pasado con ETA y las FARC.
R. Sí, hay situaciones que son similares. También tienen diferencias, pero el principio básico de darle a las insurgencias un camino político viable es similar. En el caso colombiano, negociamos un sistema de justicia transicional que, en cierta forma, en España no se negoció. Esa es una diferencia, pero el camino sí tiene similitudes.

El expresidente Santos, este lunes en Zaragoza durante la entrevista con este diario. / Carla Greenwood
P. La situación en Latinoamérica y el mundo en general se ha visto alterada por el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Su primer desencuentro, además, fue con el presidente Petro. ¿Qué opina de lo que pasó?
R. Tanto Petro como Trump hicieron todo al revés. Comenzaron a insultarse y después arreglaron el problema por la vía diplomática, cuando tenían que haber hecho lo contrario. Es decir, arreglar el problema para no tener que insultarse. Es algo que debe suceder también en el mundo, porque los problemas se resuelven por la vía del diálogo, no por la vía de los tuits.
P. Cada vez es más habitual.
R. Desafortunadamente. En estos momentos, lo que más gozo me da en la vida son mis nietos. Pero hay un tema que trato de abordar con ellos, y es que no se vuelvan adictos al teléfono. Eso es lo que deberíamos hacer todos con nuestros gobernantes, que no se vuelvan adictos a las redes sociales, porque así no se puede gobernar. Mi abuela me decía que contase hasta diez antes de responder, pero en Twitter no da tiempo y es contraproducente.
P. Antes mencionaba que ni Duque, que fue un gobierno de su mismo espectro político, ni Petro después han seguido con la implementación de los acuerdos de paz. Una década después de su firma, ¿cree que Colombia es hoy un país más justo y seguro? ¿Cómo ve la situación social del país?
R. El acuerdo con las FARC fue muy exitoso. Cerca del 90% de los que firmaron están en el acuerdo todavía y siguen cumpliendo con lo que prometieron. La no implementación de ese acuerdo ha permitido a los grupos criminales organizados copar ese territorio y las peleas entre ellos son las que están generando tanta violencia en este momento. Considero que todavía hay tiempo para que, si hay voluntad política, se implementen los acuerdos, porque todos los problemas que estamos viviendo ahora estaban contenidos en ellos. Seguridad y sus garantías, reforma política, reforma rural… Implementar el acuerdo de paz con las FARC resolvería buena parte de los problemas de Colombia.
P. Es decir, no cree que el país sea hoy más seguro que hace diez años.
R. En ciertas zonas sí es más segura. Pero en otras no.
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