'Los ojos que vieron': los niños de Azuara cuentan cómo vivieron la guerra civil

El historiador Erik Salvador impulsa el documental ‘Los ojos que vieron’, un documental que analiza, con las voces de los vecinos, la batalla de la guerra civil que tuvo lugar en las cercanías del municipio y cómo cambió sus vidas con el fin de la contienda, la represión y la llegada del franquismo.

Recreación de la batalla de Azuara, que forma parte del documental ‘Los ojos que vieron’.

Recreación de la batalla de Azuara, que forma parte del documental ‘Los ojos que vieron’. / Erik Salvador

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Zaragoza

Ante la cámara, diez rostros con arrugas y canas relatan, emocionados, lo que pasó en Azuara en 1938. Hoy, los veteranos de este municipio zaragozano, entonces, los más jóvenes del lugar. El historiador Erik Salvador recupera en Los ojos que vieron los testimonios de los vecinos que han querido expresarle el impacto de la guerra civil en la localidad, la marcha de amigos, la huida de familiares, el dolor de la represión y los primeros momentos tras la instauración de la dictadura franquista.

El documental nació antes de pensarse. «Quería tener fuentes orales de personas que vivieron la guerra, para conservarlas en el tiempo», recuerda Salvador, que entonces iba «a las casas y les grababa». Cuando vio juntos esos vídeos, y recomendado por compañeros, se dio cuenta de que «el material tenía estructura para convertirse en documental». «Un buen andamiaje» desde el que recuperar la historia de Azuara.

Aquella aventura de las entrevistas empezó en 2016, un año después tuvo inicio el proyecto que Salvador pretende presentar en concursos y festivales como el Saraqusta Film Festival de la capital aragonesa. «Antes de la película vino la investigación histórica y todo se paró un poco por el covid», cuenta el guionista y director, que también se ha apoyado en recreacionistas, gracias a las fuentes que detallan la batalla, para replicar sobre el campo de combate lo que sucedió en Azuara en 1938.

«Quise crear un imaginario, para que el espectador pueda recorrer la zona y reconocer la historia», detalla Salvador, que asegura que «siempre se ha respetado la historia y las fuentes para la recreación». Existen hasta cinco testimonios de combatientes de la batalla de Azuara y la película también muestra vídeos del archivo Luce, financiados por el ayuntamiento de la localidad, y del archivo del periodista Alfonso Arteseros.

«La protagonista del documental es la memoria», cuenta Salvador, que busca con esta pieza audiovisual «la transmisión de lo que pasó». Recuerda que «algunos testimonios fueron complicados», ya que «los recuerdos de las detenciones» fueron duros, pese a que todos los voluntarios «terminaron hablando ante la cámara».

La historia de Los ojos que vieron es «la realidad de unos niños que vieron la guerra, que sufrieron todo lo que ocurrió en el pueblo en aquellos días y que sufrieron sus consecuencias». La narración, «aunque pierde un poco el hilo», se enriquece con lo que van contando los diez vecinos de Azuara, que añaden a sus vivencias lo que padecieron algunos familiares: «Cuentan esas otras experiencias y ellos funcionan como fuentes secundarias, como el testigo que observa».

Con la narración propia y la adición de los retratos de los familiares, cada uno de los participantes en el documental se convierte en «una pieza fundamental que ayuda a completar el discurso completo del documental». Salvador cree que el vídeo concentra las diferentes realidades, replicadas en tantos municipios españoles que se vieron asolados por la violencia: «Tienes a gente que se va a un pueblo al que no pasa nada, otros que padecen un exilio y algunos que en el traslado sufren bombardeos».

Una experiencia traumática

Porque la batalla de Azuara cambió el rostro del pueblo mientras las balas silbaban. «Allí se toma la decisión de que las mujeres y los niños abandonen el pueblo, donde solo se quedan los hombres trabajando», detalla Salvador, que explica que la principal labor de los varones en esos momentos era «llevar café a los combatientes hasta el frente». La experiencia es «traumática» y cambiante en función del destino que le fuera asignado a cada grupo: «Por ejemplo, hay gente que fue a Moneva y que fue duramente castigada, mientras que otros que estuvieron destinados a otros pueblos no tuvieron ningún maltrato».

El análisis de la violencia, «el modus operandi que se repite en cada lugar», marca el desarrollo de un documental que «afronta el proceso como un espectador y no como un participante», gracias a la mirada de esos testimonios. «Cuentan con normalidad atrocidades o disparos porque es algo que formó parte de su vida y lo tuvieron que normalizar», reflexiona Salvador, sobre la distancia sobre la violencia en el día a día que se tiene con aquella generación.

Sobre el futuro y la influencia de Los ojos que vieron, su director cree que «debe ser un elemento más de la memoria de Azuara y usarse como línea de investigación», que puede ayudar a reconstruir el pasado de la localidad. «Hay proyectos para reivindicar la memoria histórica del pueblo», cuenta Salvador, que celebra que hay «muchos jóvenes que se están implicando en el proceso».

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