Un estudio confirma el declive de la caza en Aragón: aficionados envejecidos y sin relevo

La falta de cazadores y la ganadería extensiva está teniendo un profundo efecto sobre los ecosistemas y las poblaciones de fauna silvestre

Un cazador y sus perros en un municio zaragozano.

Un cazador y sus perros en un municio zaragozano. / El Periódico de Aragón

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Zaragoza

Un estudio sobre la caza en la que participan expertos de distintas universidades del país señala que la población de cazadores en la península Ibérica, también en Aragón, está muy envejecida, con un 41% por encima de los 60 años, y con un escaso relevo generacional, dado que los jóvenes de 21 a 30 años apenas llegan al 5%. Este es uno de los principales resultados de un estudio liderado por el investigador José Daniel Anadón, del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), centro perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tras el análisis de licencias de caza de gran parte del territorio peninsular, tanto en España como en Portugal.

El investigador y su equipo constatan un “declive muy acusado, continuado y seguramente irreversible” de la población cazadora debido a una falta de relevo generacional desde hace, al menos, cinco décadas.

Este hecho, junto a otros procesos ligados al abandono rural como la disminución de la ganadería extensiva o de la recolección de madera para leña está teniendo, “probablemente”, un profundo efecto sobre los ecosistemas y las poblaciones de fauna silvestre, consecuencias ecológicas que se analizarán en una segunda fase del estudio todavía por realizar.

En este sentido, los investigadores consideran que el estudio del actual escenario de abandono de la actividad en el medio rural resulta imprescindible para la planificación de una gestión ambiental adecuada. Sobre estos resultados, publicados en la prestigiosa revista británica People and Nature, Anadón resalta que en los últimos 15 años, el número de cazadores ha disminuido un 26 % y, en los últimos 50, un 45 %.

“Esta tendencia -advierte- está vinculada directamente a que la incorporación de los jóvenes ha ido bajando de manera constante y se ha reducido un 89 % en los últimos 50 años”. Así, mientras que en 2020 se contaron aproximadamente 6.000 cazadores con hasta 20 años, en 1990 eran 42.000 y en 1970, 86.000 para las regiones estudiadas.

Cazadores en Aragón

El número total de licencias en Aragón ha caído más de un 15 % en los últimos quince años, pasando de unos 54.000 a menos de 46.000, y, al igual que en el resto de regiones estudiadas, este descenso se debe a una pérdida continua en la incorporación de nuevos cazadores durante los últimos 50 años, con una caída de nuevos cazadores en la comunidad del 80% durante ese periodo. Si hace 50 años, en la década de los 70, se estima que entraron 4.500 nuevos cazadores en Aragón, en la última década han entrado solo en torno a 900.

En el caso de que esta tendencia de las últimas cinco décadas se mantenga en el futuro se puede esperar que para el año 2050 el número total de personas que practican la caza en Aragón caiga un 57% respecto al actual.

Un cambio en los ecosistemas

Estos resultados, según el estudio, son coherentes con el contexto histórico y sociocultural en el que se encuentra esta actividad, ya que, en el último siglo, la caza ha experimentado profundos cambios en los países desarrollados, pasando de ser una actividad de subsistencia en las sociedades rurales a una recreativa.

Este declive tan acusado de la actividad cazadora abre la puerta a un cambio en nuestros ecosistemas tal y como los conocemos, debido a la recuperación de la presencia y abundancia de especies de ungulados silvestres, como la cabra montés o el corzo, y predadores de medio o pequeño tamaño como el lobo o el zorro.

Todas estas especies han sido durante siglos extremadamente raras o incluso ausentes en gran parte del territorio en ambientes rurales, donde han sido perseguidas durante siglos como alimañas como en el caso de los predadores, pero la disminución de la caza, así como otros procesos de abandono, pueden estar marcando un punto de inflexión de sus poblaciones y en la estructura y funcionamiento de nuestros ecosistemas.

El estudio se ha basado en el análisis de la información sobre el municipio de residencia y fecha de nacimiento incluida en las licencias de caza emitidas en seis comunidades autónomas (Andalucía, Aragón, Navarra, Castilla La Mancha, Madrid y Murcia) y Portugal, para el periodo 2005-2020, lo que representa casi el 60% del territorio y de la población de la Península Ibérica.

El tamaño del municipio también influye

El trabajo muestra que la participación en la caza, medida como la proporción de personas que cazan respecto del total de la población, aumenta conforme disminuye el tamaño del municipio. Así, los municipios de menor tamaño, con menos de 100 habitantes, tienen una participación media del 8% de sus vecinos, cifra que baja hasta el 4% en municipios de entre 1.001 y 10.000 habitantes, y que sólo es del 1% en ciudades por encima de 100.000 habitantes.

Pese a estas diferencias en la participación, la mayor parte (el 69%) de los cazadores de las regiones estudiadas residen en grandes ciudades, mientras que en los municipios de menor tamaño (menos de 1.000 habitantes) solo lo hacen el 5% del conjunto de los cazadores. En conclusión, añaden los investigadores, aunque la mayor parte de los cazadores de España residen en ciudades, es en los pueblos más pequeños donde la transmisión cultural de la caza es más alta, si bien el número de cazadores en términos totales es muy pequeño.

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