Cincomarzada 2025: un día de vino y mezclas

Las ferias regresaron a la Cincomarzada tras un año de ausencia en una jornada marcada por el buen tiempo y el cruce de culturas en el parque del Rabal. Los jóvenes recuperan su espacio cultural en la fiesta más ciudadana

Zaragoza

Asoma la cabecita la primavera todos los cincos de marzo con lo que eso conlleva: bien aparece una ventolera que barre la fiesta del Tío Jorge; bien irrumpe una solera floral que congrega a los zaragozanos en el espacio verde del Arrabal. Ocurrió ayer lo segundo, y al parque del Rabal se fue media ciudad a celebrar lo que haya que celebrar –¿el enfrentamiento entre isabelinos y carlistas de 1838?–. Da igual, porque la fiesta de los barrios, de la urbe más urbana, es un encuentro de vino y mezclas. El primero se toma desde prima hora solo, con limón, naranjada y Coca-Cola, bien asentado, eso sí, sobre el correspondiente bocadillo de longaniza. La mezcla la ponen los propios zaragozanos. Peñistas y organizaciones vecinales se entremezclan con asociaciones de ciudadanos extranjeros –la cultura y gastronomía ecuatoriana, venezolana, colombiana o peruana estuvieron muy presentes en la cita–, políticos del ala progresista y los colectivos más modernos de la ciudad. 

Lo resumían Leonardo y Jana, dos brasileños que llevan varios años viviendo en Zaragoza. «Es una fiesta muy bonita y para todo el mundo. ¿Lo que más nos gusta? Pues como buenos brasileños, la cerveza, la Ambar, que está muy buena. ¡Y las patatas rellenas, que las probamos el año pasado», apuntaba la mujer mientras hacían fila con sus dos hijas, Anabella y Antonella, para subir al tiovivo de las ferias. 

¿Ferias? Este año, por supuesto, porque están de vuelta en la fiesta más vecinal de los zaragozanos después de que en la última edición se ausentaran en señal de protesta por la subida de las tasas que se les impuso. «Estamos muy contentos de volver, es un día muy señalado en el calendario. La mañana siempre es más floja que la tarde, pero la gente se ve con ganas», explicaban Joaquín Pastor y Esther de Larrea, que regentan la atracción del Rodeo, que el padre del primero adquirió hace ya 30 años. «Somos habituales en todas las fiestas de los barrios», reconocían los dos feriantes, mientras el tren de la bruja o las camas elásticas provocaban los primeros vuelcos al estómago de los más pequeños.

Más mezclas. Amenizaban la mañana las charangas de las peñas, que se tenían que desviar para que los sonidos no colisionaran con la comparsa de dulzaineros que clamaba por salvar la masa arboral de los Pinares de Venecia y batucadas que calentaban el 8-M. Honroso es reconocer a la nueva comisión de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza que dejaran espacio a la cultura más juvenil, al pujante moderneo –a cargo del Festival Espabila Cincomarzada–, para integrar por fin a los jóvenes en la fiesta de los barrios más allá de los clásicos botellones al ritmo del techno de DrizzyClare y Rita Loren o acompasados por el pop-rock de formaciones como Bank, Marina Domínguez, Exrubias o Ludemie.

No faltaron las reivindicaciones sociales en esta fiesta vecinal: la ordenación de las renovables en el territorio rural, el clamor contra el genocidio en Gaza, la defensa de la contracultura en Zaragoza –muy presente estuvo el cierre de Las Armas–, el republicanismo o la absolución de los seis de Zaragoza.

Y ya lo expresó el general Baldomero Espartero en un bando en 1855: «Zaragozanos: La opresión y la intolerancia de los enemigos de las libertades públicas os han privado por el espacio de doce años de la solemne conmemoración del Cinco de Marzo. Hoy, que la España ha reconquistado su independencia y dignidad, el recuerdo de aquella jornada no debe ser momentáneo, sino eterno». Así se le rinde honor de forma ininterrumpida desde hace 47 años. Siempre, claro está y como ayer, que los designios del cielo lo permitan.

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