La sombra del edadismo: la mayores de 50 años ya suponen casi la mitad de los parados en Aragón

El desempleo se cronifica en el colectivo sénior, para el que es una odisea volver a trabajar, sufriendo la paradoja de no ser contratados en una sociedad cada vez más envejecida

Entrada a un oficina del Instituto Aragonés de Empleo (Inaem) situada en el centro de la ciudad de Zaragoza. | MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Entrada a un oficina del Instituto Aragonés de Empleo (Inaem) situada en el centro de la ciudad de Zaragoza. | MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Zaragoza

A los 54 años, Manuel creía que su vida laboral estaba encarrilada hasta su jubilación. Tras tres décadas como encargado en un pequeño taller textil, le llegó un despido fulminante por el cierre de la empresa. Víctima de un sector en crisis. Le dieron la indemnización y una palmadita en la espalda. Han pasado más de dos años y sigue en el paro sin visos de encontrar trabajo. Y eso a pesar de que la falta de profesionales es hoy el principal problema que dicen tener las empresas aragonesas. En cambio, pocas son las que le llaman para hacerle siquiera una entrevista de trabajo.

Es la realidad que viven numerosos parados mayores de 50 años, cuya reinserción laboral es un camino de obstáculos en buena parte de los casos aun teniendo experiencia y preparación. Contradicciones de un mercado laboral en plena progresión en los últimos años, pero con problemas estructurales como el que afecta a un colectivo sénior que tiene grandes dificultades para encontrar su lugar en el mercado ya sea por la falta de la cualificación que se exige o por el fenómeno del edadismo, la discriminación por edad.

Abundan las canas y las mujeres entre los parados aragoneses. Casi la mitad de las personas en búsqueda de empleo tienen más de 50 años. En concreto, 23.641 se encuentran en esta situación, lo que supone el 45% del total de desocupados inscritos en las oficinas del Inaem (52.585) al cierre del mes de febrero, una tasa creciente que se sitúa en máximos históricos. Hace un año y medio el porcentaje era del 40%. Si se parte de los 45 años, el porcentaje llega al 56%. La demografía de los demandantes de trabajo en la comunidad tiene forma de pirámide invertida. El número de desempleados es mayor conforme avanza la edad, siendo el grupo de 60 a 64 años el más voluminoso, con 9.578 parados (6.142 mujeres y 3.436 hombres), el 18% del total. La siguiente franja más abultada es la de 55 a 59 años, con 7.875 personas (4.935 y 2.940, respectivamente), seguida de la de 50 a 54 años, con 6.188 (3.866 y 2.322).

Los problemas de empleabilidad del colectivo son patentes. Prueba de ello es que más de la mitad de ellos (el 56%) están sin trabajo de forma casi crónica. En concreto, 13.324 personas, que representan el 65,2% del total de parados de larga duración (20.423) que hay en la comunidad.

«A medida que se prolonga el periodo de desempleo, las posibilidades de encontrar un trabajo son menores. Se cronifica el paro y cuesta mucho volver a tener una oportunidad», constata Pura Huerta, secretaria de Empleo y Formación de UGT Aragón. «Aunque sea crudo decirlo, las empresas no dan oportunidades a los mayores. Vemos casos de gente con experiencia y curriculum que remitimos a procesos de selección de personas y ni siquiera les llaman para hacer una entrevista», sostiene.

"A medida que se prolonga el periodo de desempleo, las posibilidades de encontrar un trabajo son menores. Se cronifica el paro y cuesta mucho volver a tener una oportunidad"

Con todo, Huerta asegura que la situación «ha remitido un poco» de un tiempo a esta parte debido a la escasez de mano de obra que sufren las empresas. El paro registrado entre los mayores de 50 años ha bajado un 3,1% en el último años. Aragón destaca además por tener una de las menores tasas de desempleo sénior, con un 6,97%, lo que la sitúa como la segunda comunidad, solo superada por Navarra, según los datos recogidos en un informe del Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación Mapfre. El porcentaje llegó a superar el 10% durante la pandemia.

A nivel local, sin embargo, Zaragoza ha experimentado un aumento en el paro en este grupo de edad, lo que la posiciona como la octava gran ciudad en relación al porcentaje de desempleo entre los mayores (33,9%). «Las empresas buscan personas con experiencia y jóvenes. Eso es muy difícil y, a veces, contradictorio», señala. A su juicio, es necesario un cambio de óptica. «No tiene sentido que se alargue la edad de jubilación y cada vez cueste más incorporarse al mercado laboral cuando te haces mayor», subraya.

Dudas para incorporar a trabajadores sénior

En este escenario, resulta llamativo que el 40% de los profesionales de recursos humanos admite que una edad superior a los 55 años le genera dudas a la hora de incorporar trabajadores, según un estudio de Adecco.

Para aligerar la bolsa de parados de larga duración en este colectivo, los agentes sociales y el Ejecutivo autonómico trabajan de la mano en programas formativos y de acompañamiento que permitan recualificar sus perfiles y hacerlos más atractivos.

Es un mal endémico de toda España, que al igual que gran parte de las economías occidentales, vive instalada en una paradoja: sociedades cada día más envejecidas, pero reticentes a contratar a los sénior.

Más allá del edadismo

Además del edadismo y que buena parte de los parados no pasan de los estudios básicos, hay otras razones que explican la cronificación del desempleo. Parte de los sénior rechaza una posible ocupación. «Hay un paro estructural por circunstancias familiares, personales o físicas», apuntan desde UGT.

Al igual que ocurre en otras facetas del mercado laboral, se observa también un claro sesgo de género. El 61,4% del paro es femenino, con 32.305 mujeres registradas como demandantes de empleo frente a 20.280 hombres. Hay más desempleo en ellas en todas las edades, salvo entre los 16 y los 24 años.

No solo ha subido la edad de los parados, sino de los ocupados. Desde 1999 se ha incrementado la edad media del empleo en más de seis años, tanto en España como en Aragón, siendo la categoría ocupacional de más edad la de directivos, seguida de trabajadores cualificados en el sector primario.

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