Magallón "arropa" a los 17 represaliados que vuelven del Valle de Cuelgamuros
El ministro de Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, y la ministra de Educación, Pilar Alegría, lideran unos actos en los que se entregan los restos de 17 víctimas en Magallón

Acto de entrega de los restos de 17 represaliados de la guerra civil en Magallón /

Se llaman Esteban Giménez, Juan Chueca, Felipe Gil y Pedro Peralta. Fueron asesinados en el verano de 1936 y dos décadas después, sin aviso alguno a las familias, trasladados al Valle de los Caídos, hoy Valle de Cuelgamuros. Ayer, más de sesenta años después, volvieron a casa junto a otros 13 fusilados que no se han podido identificar. Para ellos, Magallón, sus vecinos y las autoridades se unieron en un emotivo acto en el antiguo convento de la localidad para que los restos hicieran un último viaje, en manos de sus familias, hasta el cementerio de la localidad.
No caben en una hora de discursos, poesía y música décadas de sufrimiento, recuerdos, lloros y silencios. Pero, dentro de los márgenes, la cita de ayer en el municipio zaragozano sirvió para «cerrar el círculo» y darle puntos a la herida de tantas familias. Esteban Lagota es buen ejemplo de ello. Alcalde de Magallón y nieto de Esteban Giménez, «los dos roles» representados ayer por el regidor le emocionaron a él y a todos los presentes. Las 230 personas escucharon a Lagota admitir que vivió ayer «una alegría que ha removido la nostalgia».
Un sentimiento lleno de contradicciones, «porque la satisfacción cierra el círculo, es una pequeña reparación» para un suceso que todo comenzó «de casualidad», cuando su padre se enteró del traslado forzoso de su padre hasta el Valle de los Caídos. En la misma familia, Verónica Morales acompañó a su abuela en la recogida de los restos de Esteban Giménez. «Es algo muy importante, porque mi abuela ha tenido un trauma hasta ahora que cumplirá 90 años», contaba emocionada Morales, que lamentó que Ángeles, su abuela, «no pudiera hablar nunca de su padre»: «Ya no está tan bien, pero por lo menos ha podido ver este acto».
«Es un honor decir unas palabras en este motivo acto», comentó, rota por la emoción, Sonia Chueca, biznieta de Juan Chueca. Ella recordó que su bisabuelo tuvo «cinco hijos, todos desamparados, y con mi abuela en una situación muy difícil» que afrontó «con fuerzas que no se sabe de donde se sacaban» para sacar adelante a su familia. «A mediados de agosto del 36, fue detenido por tener ideales diferentes», recordó Chueca. «El ministro Torres llamó a nuestra familia para explicar la identificación y hoy sabemos más: fue fusilado sin causa ni juicio», relató la biznieta, que tantas décadas después sigue preguntándose «cómo fueron esos momentos pensando en sus hijos».

Recuerdo a las víctimas en Borja, donde han descubierto una placa en memoria de los represaliados. / DELEGACIÓN DEL GOBIERNO
Juan José Chueca también relataba emocionado cómo había pasado la tarde en Magallón. «Convives con una incertidumbre, sin saber», reflexionaba al acabar el acto, que cierra un episodio que «llegó por sorpresa, al enterarnos de que era Juan hace solo medio año». «Nuestro abuelo fue fusilado, pero siempre pensamos en la familia que estaría en Magallón», admitió Chueca, que no guarda grandes conversaciones en torno a su figura: «Sí que nos dijeron lo que había pasado, porque a mi padre lo protegieron por ser el más pequeño».
Pilar Gimeno, sobrina de Felipe Gil Gascón, aseveró que «la memoria no es propiedad de ningún partido político» y defendió que es «responsabilidad» de toda la sociedad participar en su defensa. La activista memorialista instó a todos los presentes a trabajar por que «la verdad perdure y se transmita a las generaciones futuras». «España avanza cuando se recuerda», finalizó Gimeno. El acto, presentado por Elena Marquínez, finalizó con la entrega de los restos a las familiares. Después, los vecinos participantes se dirigieron hasta el cementerio para dar la última despedida a los vecinos fusilados.

Los ministros Ángel Torres y Pilar Alegría, en el acto de memoria democrática, en Magallón. / LAURA TRIVES
En las instituciones
La importancia del acto crecía por la presencia de varias autoridades. El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, lideraba una comitiva en la que también estaba la ministra de Educación, Pilar Alegría, o el delegado del Gobierno en Aragón, Fernando Beltrán. Caras visibles del PSOE, Izquierda Unida y Podemos acudieron también al acto que también tuvo representación del Gobierno de Aragón de Jorge Azcón en la figura de la directora general de Patrimonio Cultural, Gloria Pérez.
«Es un absoluto error que se deroguen leyes de memoria autonómicas y que no se esté por la defensa de los derechos humanos, la protección de las víctimas o por facilitar el trabajo y la dignificación», analizó Ángel Víctor Torres, que advirtió que «reparar» es también una labor pedagógica: «Hay que hacer que la gente lo sepa para que no vuelva a pasar». El ministro abogó por que «todos deberíamos remar en la misma dirección para devolver todos los restos a los familiares».
Así, defendió que hoy España «disfruta de derechos, libertad, de poder dar opinión y de votar a quién se considere» gracias a que hubo «personas que incluso perdieron la vida para que podamos disfrutar ahora». «Solo deseamos que los que nacieron en democracia y las futuras generaciones puedan morir en democracia», concluyó.
La ministra Alegría calificó el acto como «de memoria, justicia, reparación y democracia» y garantizó que el Gobierno de España seguirá trabajando en políticas de memoria.
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