El pueblo de Aragón con solo tres vecinos que volverá a tener luz

Sercué, abandonado en la década de los 60, retomará su suministro eléctrico tras la rehabilitación de viviendas para segunda residencia

La casa rural Sestarles, inaugurada por Ramón Pérez y su pareja, da vida al municipio de Sercué.

La casa rural Sestarles, inaugurada por Ramón Pérez y su pareja, da vida al municipio de Sercué. / Ramón Pérez

Pilara Subías

Zaragoza

Canta la Ronda de Boltaña que No hay tango como aquel de Sercué. Tras más de 50 años, este pueblo, en el que solo viven tres personas durante todo el año, volverá a bailarlo como antaño: la localidad situada en el término municipal de Fanlo (Huesca) tendrá a finales de 2025 suministro eléctrico.

Abandonado en la década de los 60, Sercué ha retomado ahora la vida gracias a la rehabilitación de viviendas por parte de vecinos originarios de allí para segunda residencia. Aunque, hay quiénes decidieron quedarse a vivir de forma permantente, es el caso de Ramón Pérez Buisán, su familia fue la primera en abandonar Sercué el 4 de marzo de 1964. En 1967 ya no quedaba nadie en el lugar.

La difícil subsistencia en aquella época obligó a los vecinos a emigrar. “Para ir a comprar, el pueblo más cercano estaba a tres horas andando. Vivíamos de lo poco que nos daba la tierra o los animales. Pero con cinco hermanos que éramos, fue imposible seguir ahí”, confiesa Ramón Pérez a EL PERIÓDICO.

Él se trasladó a La Seu d'Urgell (Lérida) a los 17 años sin "poder olvidarse" de sus orígenes. “Siempre llevé a Sercué en la memoria y en mis sentimientos”, explica. Vivió en el municipio catalán hasta 2004, fecha en la que decidió “deshacerse de todos los bienes materiales” y volver al oscense Valle de Vio.

Cuando regresó, encontró “un pueblo en ruinas”, su casa era la única que quedaba en pie. Si bien en el año 2002 los antiguos vecinos de la zona se organizaron para limpiar las calles de maleza, todavía “quedaba mucho por hacer”. Sin electricidad, sin caminos asfaltados o sin cobertura, entre otras cosas, Pérez decidió darle al territorio “la vida que se merecía”.

Una casa rural como forma de vida

Al ver que los nueve municipios del valle tenían luz, Pérez “confió” en que la localidad pronto sería como el resto. No obstante, “cansado de falsas promesas”, en 2014 invirtió en placas solares. Hasta entonces alumbraba su día a día quemando teas de pino. Asegura que la "falta de recursos y de voluntad” de las instituciones públicas aragonesas provocaron que durante más de veinte años no hubiera luz artificial en la región.

Este año, la Diputación Provincial de Huesca ha llevado a cabo la acometida de media tensión para llevar el suministro eléctrico a Sercué. El proceso concluirá el 31 de marzo y el cableado, a falta de pequeños detalles, ya ha llegado al transformador del pueblo. El objetivo es que, antes de que termine 2025, la luz vuelva a Sercué.

Ramón Pérez fue el primero en volver al pueblo, y con su decisión, creció el número de los que también regresaron. Aunque asegura que nunca se murió el espíritu de Sercué: “La gente nunca dejó de venir a ver lo poco que quedaba de lo que fue su hogar”. Así, en 1967 quedaban cinco viviendas en pie y ahora, en 2025, hay nueve inmuebles. Además, en 2014 él y su pareja Corina inauguraron Sestarles, una casa rural con el fin de animar a las personas a visitar el sitio y el valle.

“Aquí están mi casa y mis raíces”, destaca Pérez. Después de más de medio siglo de historia, este año los vecinos podrán tener su último tango en Sercué porque Pueblo que aún baila no se rinde sin luchar, como también canta la Ronda de Boltaña.

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