El recrecimiento de Yesa aún requiere de una intervención para estabilizar la ladera derecha

El ministerio tiene pendiente recibir el proyecto, que supondrá "una inversión considerable" y se realizará en paralelo al cuarto modificado, que afecta al traslado de los aliviaderos, y tiene un plazo de 54 meses una vez sea aprobado por el Consejo de Estado

La presa original de Yesa, en la parte más baja, y la recrecida.

La presa original de Yesa, en la parte más baja, y la recrecida. / EFE / JESÚS DIGE

Zaragoza

Las piedras se acumulan en el camino del recrecimiento del embalse de Yesa. El Ministerio de Transición Ecológica ha encargado un nuevo trabajo para consolidar por fin la ladera derecha del embalse ubicado entre Aragón y Navarra, un proceso que "está ahora en fase de redacción, a punto de entregarse" y supondrá "una inversión considerable" para "poder continuar con el llenado de la presa con todas las garantías". Así lo aseguró la directora general de Agua, María Dolores Pascual, en una entrevista con este diario, una voz más que autorizada para hablar de la cuestión de Yesa como expresidenta de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) entre 2018 y 2023 y responsable directa de la subdirección de Dominio Público Hidráulico e Infraestructuras.

El refuerzo en el estribo derecho, que ya obligó a paralizar las obras durante 48 meses entre 2007 y 2011 y sobre el que se realizan informes exhaustivos cada seis meses, se llevará a cabo en paralelo al famoso cuarto modificado de la obra, ese que se centra básicamente en el cambio de ubicación para los aliviaderos. Fuentes oficiales de la Confederación confirman que la planificación de los trabajos establece un máximo de 54 meses (cuatro años y medio) para finalizar todo lo asociado a la cuarta enmienda, periodo en el que coincidirán ambos trabajos, una vez obtengan luz verde del Consejo de Estado. Las máquinas de la UTE formada por ACS, Ferrovial y FCC llevan sin trabajar desde junio de 2023, aunque la CHE insiste en que las obras no están paradas, sino que se trata de una "suspensión temporal". Cada cual que eche sus cuentas, pero lo que está claro es que no se cumplirá ni de cerca el objetivo del 30 de noviembre de 2027, sino que habrá más bien que mirar hacia el año 2030.

Pero ¿qué es Yesa? El embalse regula los ríos Aragón e Irati y se ubica a caballo de la frontera navarroaragonesa y de él nace el canal de Bardenas, por lo que nutre de agua a la importante comunidad de regantes del entorno de las Cinco Villas y abastece a la ciudad de Zaragoza, entre otros municipios.

Por tanto es un embalse fundamental para el desarrollo del regadío de Aragón. Se planteó como un megaproyecto que convertiría en hiperanual el pantano, esto es, con capacidad para almacenar agua más allá de un año vista, lo que permite mayor flexibilidad para hacer frente a sequías y hacer acopio de mayor volumen cuando hay episodios de fuertes lluvias. El planteamiento inicial pasaba por incrementar los 447 hectómetros cúbicos del viejo embalse a 1.525 hm3, pero tras el tercer modificado del proyecto, aprobado en 2011, el volumen máximo se redujo a 1.079 hm3.

¿Es mucho? Pues se convertiría en el segundo embalse más grande de la cuenca del Ebro, solo por detrás de Mequinenza. Los 530 hectómetros cúbicos que ganaría superan con creces la capacidad agregada de los embalses que se prevé poner en funcionamiento entre 2022 y 2027 (Mularroya, Almudévar, Santolea y San Pedro Manrique, este último en Soria). Y solo así se puede entender que el recrecimiento del embalse, pese a la oposición que siempre ha despertado entre los vecinos afectados y los colectivos ecologistas, sea un debe para la Confederación y el ministerio. "No se contempla un escenario en el que no se haga Yesa", resumió Dolores Pascual en la citada entrevista.

Yesa es solo una muestra de la dificultad que entraña la política hidráulica. La Confederación se mueve en un tira y afloja entre las necesidades del regadío, la contestación social que despierta el proyecto (la evolución de los trabajos y los deslizamientos han obligado a expropiar tres urbanizaciones con un coste de casi 60 millones de euros) y la complejidad técnica que entraña, según reconoce el propio gestor de la cuenca. El presidente del Gobierno de Aragón, Jorge Azcón, calificó de "extraordinariamente negativa" la evolución de los trabajos la semana pasada y pidió "una profunda reflexión al ministerio".

Y lo cierto es que la Confederación se ha encontrado con distintos problemas para sacar adelante las obras hidráulicas que quería tener listas para el tercer ciclo de planificación hidrológica, que abarca de 2022 a 2027. Los planes pasaban por no impulsar nuevos embalses para centrarse en los que estaban en marcha, que son Mularroya, Almudévar, Santolea y San Pedro Manrique, este último en Soria. De estas cinco actuaciones, con las que se presuponía que la cuenca del Ebro alcanzaría una regulación del 60% dentro de dos años, Yesa es la más retrasada, pero las dos primeras también acumulan sendas demoras.

Mularroya, 255 millones de inversión

En el caso del embalse del Jalón, que ha requerido una inversión de casi 255 millones de euros, tiene pendiente la puesta en carga, dado que es necesario desviar el oleoducto Rota-Zaragoza. La CHE trabaja con el objetivo de culminarlo en 2027, con lo que agregará una capacidad de almacenamiento de algo más de 103 hectómetros cúbicos.

En el caso de Almudévar, el embalse, ya finalizado, estaba pendiente de unas cuestiones burocráticas para poder construir la infraestructura eléctrica que requiere para iniciar las pruebas de carga de la presa. Se estima una duración de los trabajos de tres años, por lo que no entrará en funcionamiento hasta 2028. Santolea, por su parte, está en funcionamiento con sus 90 hectómetros cúbicos de capacidad. En el caso de la infraestructura ubicada en Soria, los trabajos en la presa también están pendientes de su aprobación en el Consejo de Estado.

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