El vino aragonés vigila "con temor" la "amenaza" de los aranceles de Trump

El cargo del 200% a los productos agroalimentarios de Europa genera incertidumbre dentro de un sector que vive una crisis internacional y que obliga a mirar a otros mercados pero "va a hacer pupa"

Bodegas Sommos, de la D. O. P. Barbastro, en una imagen de archivo.

Bodegas Sommos, de la D. O. P. Barbastro, en una imagen de archivo. / ÁNGEL DE CASTRO

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Zaragoza

La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos causó un terremoto político en todo el mundo. La guerra comercial desatada desde entonces, con amenazas cruzadas entre la potencia y el resto del planeta, ha vuelto a golpear con fuerza al sector agroalimentario, en especial al vino y los espumosos. Los productores aragoneses vigilan «la amenaza» del presidente estadounidense, conscientes de que pase lo que pase el funcionamiento del mercado va a cambiar.

Admiten en varias denominaciones de origen del territorio que no ha pillado por sorpresa. Trump ya tomó la misma medida en 2021, al poner aranceles del 21% a todos los vinos importados que no llegasen a los catorce grados. Entre 2018 y 2022, un período que coincide con la primera Administración Trump, el sector vitivinícola aragonés exportó 14.403.000 euros, un 13,5% del total. Según los datos de la Interprofesional del vino de España, el gigante norteamericano era el tercer cliente internacional para la comunidad, tan solo por detrás de Alemania (14,1%) y Reino Unido (13,9%).

«Hay preocupación, porque si se materializa sufriremos», admite Antonio Ubide, presidente de la D.O. Cariñena, un sello que exporta a Estados Unidos hasta 3,5 millones de botellas, lo que supone un 14% de la producción anual de la firma. «Existe una crisis del vino y si hay aranceles se perderá otro mercado», analiza Ubide, que cree que este aspecto puede fomentar a «la debacle» constante que el sector del vino vive desde hace tiempo, en especial en el caso del tinto. «Hay que esperar y no merece la pena que nos adelantemos», cierra el representante de la denominación de origen.

Una aspiración que comparte Eduardo Ibáñez, presidente de la D. O. Borja. «No sabemos qué puede ocurrir, pero sí que será imposible vender en Estados Unidos si están estos aranceles», avanza Ibáñez, que ve «una hecatombe» la puesta en marcha de esta medida. «Nos afectará, pero por ejemplo Francia tendrá un palo gordo porque exporta más», señala el representante de Borja, que adelanta que todas las bodegas «saldrán a otros destinos, en busca de otros países». «Si nos pega, será fuerte y nos hará pupa», comenta Ibáñez, que califica de «locuras» las formas políticas de Trump.

«Tiene que volver la cordura», comenta Francisco Berroy (D. O. Somontano), no tan preocupado como otros consejos reguladores porque la exportación a Estados Unidos es «testimonial» en su caso. «Al final, afecta igualmente, porque los productores que no vayan allí se quedarán en estos mercados y habrá más competencia», comenta Berroy, que cree que la decisión pone «más presión» al sector.

«Estados Unidos es un país que importa mucho y estos aranceles harán que el precio crezca mucho», resume Berroy, que califica de «desaguisado» para el sector vinícola la posible aplicación de este sobrecargo.

Con filosofía lo acepta Michel Arenas, de la D. O. Calatayud, que ya se esperaba este golpe económico de Trump: «Complica mucho las condiciones de venta y va a provocar dificultades al sector». El 40% de todas las exportaciones de esta D.O., que factura al exterior el 85% de su producción, se verán afectadas, por lo que se buscan alternativas como Canadá o México, también atacados por Estados Unidos. «Hay que buscar nuevas líneas y adaptarnos a mercados que pueden estar saturados».

Arenas lo siente así ante el cambio del «mejor cliente» para sus bodegas. Este productor lamenta que el nuevo presidente norteamericano «se mueve por impulsos» y casi no deja reaccionar: «Lanza una bomba o pone un tuit, pero hay que esperar a ver cómo llega todo hasta el final»

La medida también implicará a los espumosos. César Langa es director técnico de Bodegas Langa, productora de vino y cava: «Es una amenaza, no estamos contentos con que el vino sea moneda de cambio en la guerra comercial». La acción tendrá su reacción en Estados Unidos, según Langa: «Hay importadoras que casi viven del vino europeo y seguro están tan nerviosas como nosotros». Como el resto, esperará a ver «cómo se firma» mientras ya mira a otros mercados. 

Langa concreta a este diario que un 10% de la producción de las bodegas que dirige vuela cada año hacia Estados Unidos. El productor aragonés participará la próxima semana en una feria alemana en la que, seguro, se aborda el aviso de Trump hacia el exterior: «Veremos el sentir y podremos pensar en cómo avanza»

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