Acogida de migrantes en Aragón: “Tengo que lograr estabilidad, pero me gustaría quedarme en esta zona”

La mayoría de los migrantes procedentes de Canarias que superan los procesos de acogida optan por empleos en las localidades de llegada a pesar del reto de regularizar sus papeles

Visita a una exposición en Zaragoza de las  personas atendidas en el área de idiomas de Accem.

Visita a una exposición en Zaragoza de las personas atendidas en el área de idiomas de Accem. / Accem

David Chic

David Chic

Zaragoza

Aragón ya no es un territorio de tránsito para los migrantes que participan en los procesos a acogida gracias a las oenegés que trabajan en el territorio. Muchos de ellos, sobre todo procedentes de Canarias, han optado por la comunidad para desarrollar sus trayectorias profesionales y ya piensan en la reagrupación familiar. Sin embargo, los atascos en Extranjería y los problemas de regularización están frenando muchas de estas aspiraciones.

Es el caso de Serigne Thiaw un senegalés que llegó hace cuatro años a las costas de Canarias. El viaje fue en cayuco. «Prefiero no recordarlo», explica al indicar que aunque su objetivo era «Europa» en general, tras el periodo de adaptación de la mano de Accem en Burbáguena espera consolidar su proyecto familiar en Mainar, la localidad donde ahora trabaja.

«Tengo que lograr estabilidad, porque solo me renuevan los papeles año tras año, pero me gustaría quedarme en esta zona», asegura. Por ahora trabaja en una granja de cerdos -«es duro, pero está bien», dice- y confía en poder reunirse con su mujer y su hija de doce años. «Ahora vivo tranquilo, tengo un piso y visito los animales», destaca.

El responsable adjunto de Accem, Carlos Vela, confirma este cambio de tendencia. «Las condiciones en toda España son propicias para los migrantes, pues saben que es un país seguro para los que quieren trabajar, sobre todo cuando no les importa el sector», destaca. La entidad gestiona centros de acogida en Mora de Rubielos o Burbáguena, entre otros lugares. Destacan que el 40% de los llegados con la crisis migratoria canaria ya está trabajando, algo que se ha logrado en un pequeño espacio de tiempo.

El responsable de la oenegé, que no entra a valorar la posible cesión de competencias en materia de migraciones a Cataluña, destaca que la asignación de las plazas definitivas a las personas que entran en la fase de valoración se realiza siempre atendiendo a sus condicionantes sociales y personales, más que a los geográficos.

Una vez superado este primer paso, el periodo de acogida se puede alargar hasta que logra el dominio del idioma. A partir de ahí se inicia un periodo de orientación laboral en función de sus capacidades, estudios previos e intereses. Y luego ya llegan las trabas burocráticas de la ley de Extranjería. «Los empresarios están muy interesados en lograr mano de obra», destaca.

Uno de los migrantes también llegados en cayuco que ya tiene un empleo es Dodo Sibide. Llegó a Aragón en el año 2007 y desde entonces ha desempeñado diferentes trabajos hasta recalar en una empresa de electricidad. «Aunque en mi centro de acogida me estuve formando como jardinero cuando cumplí los 18 años decidí cambiar de trabajo porque me daba más estabilidad», indica. Para él, la situación de los migrantes siempre es igual de complicada. «Cuando yo realicé el viaje éramos 71 personas en una vieja barca de madera», recuerda.

A la espera de un trabajo se encuentra Sidiki Dabo, alojado en el hotel que su entidad de acogida dispone en Épila. «Mis compañeros han empezado a trabajar en una empresa de placas solares, pero a mí todavía me falta el título de español», reconoce. Su objetivo es seguir sus pasos. «Ahora aquí está todo bien si no fuera por el problema de los papeles», establece.

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