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¿Y si la gran ciudad del valle del Ebro no hubiera sido Zaragoza?

Muy cerca de la actual "ciudad del Ebro" se encuentra la urbe que nunca fue

Yacimiento arqueológico de Celsa, en Velilla de Ebro, en la provincia de Zaragoza.

Yacimiento arqueológico de Celsa, en Velilla de Ebro, en la provincia de Zaragoza. / PATRIMONIO CULTURAL DE ARAGÓN

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Aunque evidentemente no llegó ni mucho menos al nivel de la actualidad, la sociedad romana fue una cultura muy urbanita y desarrolló grandes, medianas y pequeñas ciudades por todo el Imperio romano. Por supuesto, la Hispania romana no fue diferente, y hoy nos vamos a acercar a un caso curioso que podría haber cambiado literalmente el mapa de lo que actualmente es Aragón. A Zaragoza, capital aragonesa, se la suele también denominar en muchas ocasiones como "la capital del Ebro" dado que es la ciudad más grande situada en el cauce del segundo río más largo y el más caudaloso de toda la península ibérica. De hecho, esta circunstancia hace que incluso la sede principal de la Confederación Hidrográfica del Ebro se encuentre en esta ciudad. ¿Pero y si el pasado hubiera sido diferente y hoy Zaragoza no existiera o fuera apenas un pequeño enclave en detrimento de otra ciudad que hiciera en la actualidad su función? Recordemos, y salvando las distancias, que durante la Segunda República Española existió un proyecto de convertir a Utebo en la nueva capital de una España descentralizada y que por supuesto nunca se llevó a cabo.

Como ya sabemos, el origen de Zaragoza como asentamiento permanente nos lleva a la Antigüedad e incluso a antes de la presencia romana en la península. En ese solar, y desde al menos el siglo IV a.C., podemos rastrear, aunque tenuemente, la existencia de un poblado íbero llamado Salduie, capital de los sedetanos. Una población que estuvo en buena sintonía con los romanos tras su llegada y que fue adquiriendo cada vez más importancia en la región. Sin embargo, bien pudo no haberse convertido en una de las urbes más importantes de lo que más tarde sería la provincia de la Hispania Citerior y sobre todo de la Hispania Tarraconensis. Y es que candidatas no faltaban para asumir ese papel de capital del Ebro, destacando tanto el yacimiento que hoy conocemos como "La Cabañeta", en El Burgo de Ebro, y muy especialmente el que está situado en el término municipal de Velilla de Ebro. ¿Y si la historia hubiera sido diferente y la gran ciudad de Aragón y del Ebro se encontrara ahora mismo allí en lugar de en Zaragoza? ¿Qué pasó para que no fuera así? Pues lo cierto es que todavía a día de hoy seguimos sin tener una respuesta clara a esa pregunta. Pero vayamos a la historia de la que pudo ser la gran urbe de la región pero que finalmente acabó sus días abandonada. En Velilla de Ebro encontramos como señalaba antes un yacimiento romano que se ha identificado con una ciudad que tuvo dos nombres diferentes en época romana. En primer lugar, allí ya existía antes de los romanos una población íbera llamada Celse, de donde por cierto derivaría el nombre de la también cercana localidad de Gelsa. Pero vayamos más adelante en el tiempo. En el año 49 a.C. estalló en Roma una guerra civil que tuvo varios frentes, entre ellos el hispano. Ese mismo año, Cayo Julio César venció a los ejércitos de su rival, Cneo Pompeyo, en la Batalla de Ilerda (Lérida), y siguió avanzando hacia el sur de la península. En ese momento César se habría quedado ya con la cantinela de la necesidad de un gran centro administrativo, no de indígenas aliados, si no controlado directamente por Roma, para dirigir esa región del valle medio del Ebro. Y así fue como unos años más tarde, hacia el 44 a.C., uno de los hombres que habían apoyado a César durante la guerra, Marco Emilio Lépido, creó donde se ubicada la antigua Celse íbera una nueva ciudad a la romana, la Colonia Victrix Lepida Celsa.

Esta fue una ciudad que nació para ser grande y de la que todavía hoy en día nos falta muchísimo por conocer. A orillas del río Ebro, contaría seguramente con un puerto fluvial, pero por ahora se han excavado sobre todo zonas de viviendas. Pero por su tamaño, una ciudad como aquella seguramente contaría con grandes edificaciones públicas como un teatro. En los últimos años, y gracias a unos trabajos que se estaban realizando en el mismo casco urbano de Velilla de Ebro, se han localizado unos restos monumentales que por sus características es muy probable que formaran parte del foro de la ciudad, y que van a ser musealizados para integrarlos en el futuro a la visita del yacimiento. ¿Pero qué ocurrió con aquella ciudad que parecía estar destinada a ser la gran urbe del valle medio del Ebro?

Unos años más tarde de su fundación el propio Lépido cayó en desgracia, por lo que la ciudad fue rebautizada como Colonia Victrix Iulia Celsa, en honor a la gens de los Julios. Pero aun así, Celsa no terminó de despegar, especialmente por la competencia que comenzaría a hacerle unos cuantos kilómetros aguas arriba del Ebro la ciudad de Salduie, refundada entorno al año 14 a.C. por el emperador Augusto y que acabaría siendo Caesaraugusta, la actual Zaragoza. Finalmente, y casi de la noche a la mañana, Celsa terminó abandonada hacia el año 70 d.C., justo coincidiendo con el cambio de dinastía de emperadores tras la muerte de Nerón. ¿Fue un abandono motivado por la guerra civil que se desató? ¿Fue porque la gente prefirió ir a la cada vez más pujante Caesaraugusta? ¿O fue quizás una decisión administrativa? Todavía no está claro, pero esa fue la historia de la gran ciudad que pudo ser, pero en la que nunca llegó a convertirse, y que ahora es una auténtica gozada el poder visitar sus ruinas.

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