La experiencia del equipo psicológico de Aragón en la dana: "Cuando ya lo grave ha pasado, queda la desolación"

El Colegio Profesional de Psicología de Aragón organiza una jornada con el Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes, que narra sus días en Catarroja

Tres de las psicólogas que acudieron a Catarroja, este jueves, durante la jornada.

Tres de las psicólogas que acudieron a Catarroja, este jueves, durante la jornada. / COLEGIO DE PSICOLOGÍA DE ARAGÓN

El Periódico de Aragón

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Zaragoza

El Colegio Profesional de Psicología de Aragón ha organizado este jueves una jornada con el Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC), que ha puesto de manifiesto la importancia de la atención psicológica en situaciones de crisis. La experiencia de los y las profesionales desplegados en Catarroja tras las inundaciones provocadas por la dana ha evidenciado la "urgencia de integrar psicólogos y psicólogas especialistas en emergencias" en los Servicios de Emergencias de manera estructural y no solo de forma voluntaria.

A lo largo del encuentro, las psicólogas Sandra Onde, Marta Romance y María José Ochoa compartieron sus vivencias en el terreno, subrayando los desafíos de trabajar sin un punto fijo de atención y la necesidad de recorrer las calles identificando afectados. “Al principio era todo caos y solo podíamos ponernos a disposición tanto del 061 como de las personas en las calles y las casas. Al final, con un silencio abrumador, solo quedaba lo que quedaba: reconstruir”, relató una de las profesionales.

Durante un mes, los y las psicólogas del GIPEC trabajaron en la zona, acompañando a la población en un proceso que va más allá de la emergencia inmediata. Su labor consistió en ofrecer apoyo emocional, técnicas de regulación del estrés y detección temprana de posibles complicaciones psicológicas. “Muchas veces eran los voluntarios quienes nos avisaban de las necesidades. Íbamos puerta a puerta”, explicaron.

En los primeros días, el trabajo se centró en la gestión del caos y la atención a quienes habían perdido sus hogares. Con el paso de las semanas, el equipo se reorganizó para atender casos más específicos, como el duelo por pérdidas humanas o la ansiedad generada por el trauma vivido.

Grupo grande y coordinado

"Catarroja estaba muy bien organizada porque había un grupo grande coordinado y con un centro de mando único. Todos nos poníamos a disposición de todos. Fue el que mejor salió adelante porque estaba Aragón. Porque Protección Civil coordinó y gestionó”, relataron los profesionales.

Uno de los momentos más emotivos fue el vínculo creado entre los diferentes equipos de emergencias. “Trabajamos codo con codo con bomberos, protección civil, policía local y nacional, forestales, el 061… La sensación cuando nos juntábamos era ‘Volvemos a Aragón’. Comíamos juntos, compartíamos alojamiento, desplazamientos… y fue muy excepcional”.

Desde el GIPEC subrayan que el impacto de la dana fue devastador, no sólo en términos materiales, sino en la salud emocional de las personas afectadas. “Uno de los momentos más duros fue cuando, después de semanas de trabajo, el pueblo quedó vacío. Ya no quedaban voluntarios, ni equipos de emergencia. Solo quedaban las familias frente a la realidad de la reconstrucción. Ahí es cuando más necesario se hace el apoyo psicológico”.

La jornada concluyó con la reivindicación de un modelo en el que la intervención psicológica sea parte estructural del sistema de emergencias, garantizando una respuesta profesional en momentos de crisis. “Las personas que sufren necesitan saber que su dolor será atendido y comprendido”, afirmaron desde el GIPEC.

Actualmente, este tipo de atención psicológica se realiza de forma voluntaria y en situaciones de máxima gravedad, pero su efectividad ha demostrado que debería integrarse de manera permanente en los protocolos de emergencia.

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