Los 25 años de trasplantes de corazón en Aragón: "Los primeros meses son muy duros"
El primer trasplante de corazón en Aragón tuvo lugar en la madrugada del 29 al 30 de marzo de 2000. El último, en la misma noche de 25 años después, este mismo fin de semana

Pilar Sola recibió el cuarto corazón trasplantado en Aragón. / Laura Trives

El primer trasplante de corazón en Aragón tuvo lugar en la madrugada del 29 al 30 de marzo de 2000. El último, en la misma madrugada de 25 años después, este mismo fin de semana. Un círculo virtuoso que se ha conmemorado en el hospital Miguel Servet de Zaragoza con la presencia de algunos de sus protagonistas. "Ver a los pacientes rehacer sus vidas es la mayor satisfacción personal que podemos tener", señala el actual jefe del servicio de cirugía cardiovascular, Carlos Ballestas. En aquella primera intervención ejercía como médico adjunto.
"Y yo entonces no tenía ganas de hacerme el trasplante, la verdad es que no estaba convencida, pero bueno, al final me apunté". Así recuerda ese año 2000 la paciente Pilar Sola. Ella recibió el cuarto corazón de la comunidad, procedente de una donante de Euskadi. "Tenía mucho miedo, aquello era una novedad, pues en Aragón no se hacían estas operaciones y nadie espera tener que cambiar su corazón", recuerda. Además señala, a sus 72 años, que en aquella época no era demasiado consciente de su enfermedad, una neocardiopatía dilatada. "Creía que estaba mejor de lo que estaba, realmente estaba muy mal y yo no me daba cuenta, porque si no tenía mucha actividad no me pasaba nada, pero no podía ni andar ni hacer el resto de las cosas, solo podía dar cuatro pasos y casi no podía ni hablar", recuerda.
La unidad de trasplantes que afrontó la primera operación necesitó un largo proceso de preparación, aprendizaje y adaptación de las técnicas hospitalarias antes de poder dar el paso. De hecho, necesitaron más de 25 años hasta que pudieron realizar la primera intervención. "Aquello fue muy emocionante, pues la preparación fue muy intensa, con simulaciones en animales, y al llegar el día se esperaba una donación local que no fue posible", recuerda Ballesta. Esto obligó a buscar un corazón en Murcia.
Este contexto fue fundamental para Sola, que había tenido un infarto dos años antes. "Cuando corría, aunque fuera hasta una parada de autobús con mis amigas, había algo que se me subía a la cabeza que me hacía desmayarme, pero nunca fui al médico", recuerda. Entonces era autónoma y las revisiones no tan habituales. "Te daban una pastilla que ibas a buscar a la farmacia y listo", narra.
El paso por el quirófano de Sola fue el 20 de junio de 2000. En su intervención en el acto por los 25 años del programa de trasplantes se ha mostrado sincera sobre aquel proceso. "Me costó aceptar que necesitaba un corazón y cuando mi cardióloga me dijo que necesitaba uno, me negué, no lo consideraba posible". El éxito de aquella primera operación que se conememora este lunes lo cambió todo, incluso entre el equipo médico del centro hospitalario. “Cuando vi que el primero salió bien, entonces no paraba de preguntarme cuando me tocaría a mí”, ha manifestado.

Conmemoración del primer trasplante en la comunidad, este lunes. / Laura Trives
Someterse a la cirugía fue complicado. "Necesariamente, te tienes que convencer de que saldrá todo bien, sobre todo cuando ves que otras personas han tenido éxito", cuenta. Aunque sostiene que los primeros años "fueron muy duros", con una recuperación compleja hasta que poco a poco baja la medicación y se recuperan las condiciones. Fue consciente del cambio que su nuevo corazón suponía para su vida en el momento en el que pudo subir caminando a la peña Oroel. "El esfuerzo fue tremendo, claro, me costó mucho, pero lo subí", evoca. "Cuando llegas ahí arriba tuve una sensación nueva al decirme: fíjate lo que he hecho, ¿no? Yo antes no podía subir nada", manifiesta. Ahora el montañismo es una práctica habitual en su vida.
La doctora Marisa Sanz, hoy jubilada de la Unidad de Insuficiencia Cardíaca Avanzada, era la responsable de hacer un seguimiento de esos primeros pacientes cuando superaban su paso por el quiófano. “Recuerdo que la relación que teníamos con ellos era como de familia, les cuidábamos mucho", ha expresado en el acto. Y como Sola, estuvo bastante tiempo abrumada por la novedad. "Nos tuvimos que preparar mucho, porque ante algo nuevo hubo que estudiar muchísimo las posibles complicaciones".
Con la perspectiva que dan 25 años con un nuevo corazón, Sola afirma que no es un tópico decir que recibió una nueva vida. "Se piensa mucho en la familia de la donante, pues lo tuvo que pasar muy mal, siempre me acuerdo de ella en los aniversarios", explica. Este fin de semana ha cumplido años, coincidiendo con la conmemoración del primer trasplante de la comunidad. "Hay mucho que celebrar", asegura.
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