Los jóvenes aragoneses en el exterior: "Sal siempre, aunque sea a un país que no te interese"

Cuatro jóvenes aragoneses viviendo en el exterior narran su experiencia.

Celia Andrés en Buenos Aires | EL PERIÓDICO

Celia Andrés en Buenos Aires | EL PERIÓDICO

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Zaragoza

Un total de 48.991 personas nacidas en la comunidad viven fuera de las fronteras nacionales. Francia, Reino Unido y Argentina son los tres destinos que más expatriados acogen

Celia Andrés en Buenos Aires

Celia Andrés cumple un año en Buenos Aires. Terminó Terapia Ocupacional, hizo unas prácticas de unos meses en Argentina, regresó a su capital para otro plazo corto y ahí sigue, «encantada con la gente, el trabajo y con todo».

«Al principio era por vivir la experiencia y por tener otra perspectiva de mi mundillo», comenta Andrés, que ha aprendido a vivir «otras cosas que no hubiera podido tener» si no se hubiera desplazado hasta Argentina. Un país «muy parecido» a España, pero que no le impide tener algo de morriña de su tierra natal: «Me acuerdo de Calatayud, de Zaragoza y de toda la gente que he dejado allí».

Esta joven bilbilitana ha tenido muchas preguntas por parte de su círculo. «Ha sido más sobre la carrera, sobre las oportunidades», admite Andrés, que siempre da una respuesta similar a los curiosos sobre la vida más allá de las fronteras españolas: «Hay que salir siempre, aunque sea a un país que no te interese, porque es una experiencia muy necesaria».

Residente en la capital argentina, Andrés sí siente que existe «todo ese reclamo desde España para volver», que se termina por convertir en «un dilema» interno que debe afrontar a diario. «Estaba a gusto en España», concreta la joven aragonesa, que sí ha notado un cambio desde que las políticas de Javier Milei se notan en las calles: «Hay una situación política y social que te empuja a volver, sobre todo por las circunstancias económicas». Sin embargo, como todavía no hay «problemas personales» derivados de la coyuntura política, Andrés no tiene prisa para tomar una decisión: «No me planteo quedarme toda la vida, pero tampoco tengo fijado un plazo, por lo que voy a ir viéndolo poco a poco».

Adrián Rodrigo en Kuala Lumpur

Adrián Rodrigo en Kuala Lumpur

Adrián Rodrigo en Kuala Lumpur / El Periódico de Aragón

«Desde el primer momento tuve claro que iba a salir». Así comienza Adrián Rodrigo, recién aterrizado en Kuala Lumpur para colaborar en un proyecto arquitectónico después de tener experiencia en Suiza o un voluntariado en Etiopía. «Creo que si lo haces al acabar la carrera te da menos pereza, te atan menos cosas», reflexiona este joven zaragozano. 

Entre las razones, más allá que la acumulación de experiencias, Rodrigo incluye que en «el mundo de la arquitectura es interesante para aprender y ver cómo en cada país se hace de una forma diferente», algo que sirve para «estar siempre aprendiendo». Admite, además, que desde la crisis inmobiliaria de 2008 en España no hay tantas oportunidades para los arquitectos: «Sigue siendo un país maravilloso en ese sector, pero se nota». En su caso, este zaragozano viaja junto a su novia, también arquitecta de formación y con implicación en el proyecto. «Siempre es más fácil si vas con una persona cercana», comenta Rodrigo, que siente que su movimiento es parecido al de otros compañeros de su generación: «Sí que se ve que la gente en los últimos años sale más». 

De hecho, Rodrigo cuenta que varios compañeros del colegio están comenzando su carrera laboral fuera de España, «por lo que ayuda a tomar la decisión de salir». 

No hay fecha de regreso marcada en el calendario, aunque cuando finalice esta labor volverá para terminar el máster. «Miraré otro sitio, no me importaría regresar a Asia o probar en Estados Unidos o Sudamérica», cita Rodrigo, que cree que en el futuro «sí que habrá que buscar más estabilidad». Hasta entonces, a disfrutar de una aventura que viene de cuna: «Mi familia siempre ha hecho esfuerzos y nos ha animado a salir». 

Paula Cauhé en Londres

Paula Cauhé en Londres

Paula Cauhé en Londres / El Periódico de Aragón

Paula Cauhé quería ir a Londres para aprender inglés. «Tuve viajes con el colegio, me costaba entonces y creía que estando aquí podría subir el nivel», concreta esta zaragozana desde la capital inglesa, de donde espera volver con un título alto en el idioma y donde se quiere quedar si encuentra «un trabajo a largo plazo». 

Si en Londres no encuentra su hueco, tampoco está muy lejos su segunda opción. «Miraría a Irlanda, sobre todo por el tema del Brexit», comenta Cauhé, que ve bonanzas en el sistema educativo británico: «Aquí hay un profesor por cada cinco alumnos y no por cada 25, además de que hay más oportunidades». Una de las razones por las que es más fácil el acceso se encuentra en los requisitos, menores si se comparan con el sistema español. «No se pide tanto para empezar, pero sí es cierto que cuando comienzas lo sueles hacer con otro profesor que tienes de apoyo», dice esta veinteañera zaragozana. Su estancia en Londres ha dado de que hablar en su entorno y varios compañeros de facultad, más jóvenes, le han preguntado por su experiencia. «Hay gente que quiere conocer», destaca, mientras adelanta que tiene «cuatro o cinco amigos» que están teniendo una aventura similar en suelo irlandés. 

«Yo tengo una buena experiencia, pero hay gente que no tanto», cuenta sobre su trabajo de au pair en Londres. Cauhé admite que la estancia le ha hecho cambiar el pensamiento, porque ahora vive «sin fecha» frente a amigos que «desean volver por el mal tiempo o porque echan de menos a la gente y a la comida española». 

La joven aragonesa admite que al comienzo de su estancia se acercó más a gente española, pero que luego «te vas relacionando con gente de otros países, algo que recomiendo, para hablar todo el inglés posible». 

Alejandro Cabrejas en Dublín

Alejandro Cabrejas en Dublín

Alejandro Cabrejas en Dublín / El Periódico de Aragón

Alejandro no lleva ni un mes en Dublín y esta semana comienza a trabajar en una guardería. Educador infantil de formación, este joven zaragozano se ha mudado a Irlanda para «vivir una experiencia», porque se sentía «quemado» en la capital aragonesa y quería «mejorar el inglés». La elección de la principal ciudad de Irlanda se dio porque, bajo su criterio, encontrar trabajo resulta «fácil» y se lo habían presentado como «un buen destino». 

Sí ha encontrado problemas que se repiten para los jóvenes en España, como que «el alquiler es algo muy demandado y caro, a menos que estés en la periferia». Por eso pensó en Cork, «una ciudad más joven», pero se decantó finalmente por Dublín. 

«Creo al 100% que volveré a España, pero podría estar aquí uno o dos años para disfrutar de la experiencia», reflexiona Cabrejas, que sí ha agradecido la cantidad de españoles en la ciudad. «Formas un grupo de emergencia primario, pero que puede que no sea el definitivo», comenta este veinteañero zaragozano. Por ello, se ha propuesto «hacer vida social desde el primer momento», para ir abriendo su círculo conforme pase el tiempo.

La idea de conocer Irlanda de la mano de su profesión es un patrón más o menos repetido entre sus compañeros de promoción, porque «hay gente de la carrera que ha hecho algo parecido». Ilusionado por su estreno como profesor, este veinteañero pensó en un primer momento en «un trabajo de cara al público, para tener que hablar inglés», pero terminó decantándose por algo ligado a su formación. «Es por recorrido profesional», comenta Cabrejas, que pese a haber conseguido el empleo detalla que la competencia es alta: «Hay mucho profesor de español, sobre todo en las guarderías».

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