El programa Vacaciones en paz para los niños saharauis busca familias voluntarias para el verano
El veterano proyecto que facilita una estancia estival en Aragón confía en llenar su cupo de 130 menores procedentes de los campos de Tinduf en los próximos meses

Un grupo de niños procedentes del Sáhara participantes en el programa Vacaciones en paz. | ARAPAZ

El programa Vacaciones en paz es un clásico de la cooperación internacional aragonesa. En colaboración con las entidades de apoyo al pueblo saharaui de todo el Estado lleva 30 años facilitando una estancia temporal de los niños que viven en los campamentos de refugiados de Argelia en diferentes municipios de la comunidad durante los meses de verano. Esta edición, las entidades que facilitan el proceso, Um Draiga y Arapaz en Zaragoza, Alouda en Huesca y Lestifta en Teruel, han repetido su llamamiento para lograr el cupo de familias que les permitan trasladar a al menos 130 menores de entre los 8 a los 12 años durante los meses de julio y agosto.
«Nuestro objetivo es lograr que venga un avión chárter entero, aunque siempre encontramos dificultades, algo que venimos notando desde el final de la pandemia», indica una de las portavoces de Um Draiga, Laura Barceló. Esta cifra sería, según el responsable de Arapaz, Oriol Gavín, algo más elevada que la lograda el año pasado cuando llegaron a Aragón 120 chavales. Con todo, los datos están lejanos de los más de 150 pequeños que acudían a la comunidad en los años previos al covid. «Nuestro objetivo es realizar un llamamiento con tiempo, aunque somos conscientes de que muchas familias se animan cuando se aproxima el verano», destaca Gavín.
El programa, que también se extiende a otras comunidades autónomas, se creó con el convencimiento de que los campos de refugiados que se crearon en el año 75 como una solución provisional para el conflicto del Sáhara son «un lugar terrible para vivir». De este modo, los niños llegados desde Tinduf pueden disfrutar de unas vacaciones de «bicicleta, piscina y helado», pero al mismo tiempo recibir asistencia sanitaria y una alimentación saludable con productos frescos.
Los escolares saharauis llegan a Aragón gracias a un pasaporte colectivo que entrega Argelia y revisan las autoridades españolas. En el tiempo que pasan con las familias aragonesas (la mayoría de Zaragoza capital) estos acuden a revisiones en dentistas, en médicos de familia o en ópticas, pues con todos ellos tienen convenios solidarios. Además, el programa cuenta con la financiación de las diferentes instituciones de la comunidad, de forma que la acogida durante dos meses de uno de estos niños no tiene otro coste que el de la alimentación o los planes de ocio que se hagan con el mismo.
«Muchos repiten durante todos los años que están en el programa», destaca Barceló. Y destaca que todas las familias son válidas y que lo único necesario para participar es «tiempo y ganas».
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