Silvia Intxaurrondo «Mi abuelo de Sástago me llenaba la cabeza de historias»

La conductora de ‘La hora de La 1’ ha presentado en el ciclo ‘Haz que pase’ de la Fundación Ibercaja en Zaragoza su libro ‘Solas en el silencio’, una historia ambientada en los años setenta sobre la violencia contra las mujeres.

La periodista Silvia Intxaurrondo, este viernes en Zaragoza. | IVÁN ANADÓN

La periodista Silvia Intxaurrondo, este viernes en Zaragoza. | IVÁN ANADÓN

David Chic

David Chic

Zaragoza

Una periodista presentando una novela de ficción.

Considero que son dos pasiones complementarias. Digamos que en el periodismo se narra lo que sucede de una forma honesta y en la ficción se crea de forma verídica una historia para esa novela. Estoy muy contenta de que a la gente le interese mi faceta de periodista y también la de novelista. 

¿Esperaba la gran acogida que ha tenido su novela Solas en el silencio?

Es algo que nunca te esperas. Cuando visito un lugar siempre deseo que la acogida sea buena. Pero cuando ves que la gente te mira a los ojos y te dice, me encanta conocerte, me encanta tu historia, me encanta lo que haces en el periodismo, es algo muy emocionante.  

Habla de verismo a la hora de explicar una historia de ficción, pero el tema que ha elegido va mucho más allá y apela de forma directa al presente.

La historia está enmarcada entre 1975 y 1976 en un pueblo de Vizcaya, en Sopuerta, que es un pueblo apartado, de un entorno rural apartado. Pero realmente tampoco importa, porque yo he tratado de llevar a los lectores de Solas en el silencio a un tiempo pasado y a un entorno que no conocen para desubicarles. Solas en el silencio podría pasar hoy en cualquier lugar de España y del mundo, en un entorno rural o en un entorno urbano. 

En todo caso, el entorno elegido está vinculado con sus raíces. 

Sopuerta es el pueblo de mi padre. Lo elegí porque necesitaba un entorno que me proveyera, por un lado, de un paisaje atractivo para el lector, con algunos elementos vinculados con la superstición y que fuese un paisaje envolvente y que estuviese relacionado con la crueldad de la historia. Es un paisaje inhóspito, digamos, en algunos momentos del invierno. 

¿Es también el paisaje de su infancia?

Cuando era pequeña lo visitaba y recorría todos los lugares que salen en la novela, desde la calle de mi abuela La italiana al bar del pueblo o el barrio de las casas donde mi padre tenía el caserío. Es una zona que conozco muy bien. 

Sus raíces también están relacionadas con Aragón.

Sí, mi abuelo materno era de Sástago. Vivió aquí hasta los cinco años, cuando su madre fallece y su padre Tomás se lo lleva a Vizcaya, en concreto a Santurce, para mirar y buscar oportunidades. Y me acuerdo de que es el hombre que durante la infancia me llenaba la cabeza de historias. Me hablaba muchísimo de Sástago, de cómo lo abrazaba el río Ebro y siempre me imprimió en la retina una imagen tierna de Zaragoza. Y él siempre me decía, vete a Zaragoza que te va a dar suerte. Presenté la semana pasada el libro en Bilbao y ahora le he hecho caso viniendo aquí a Zaragoza.

¿El encuentro con los lectores es una válvula de escape de la guerra televisiva por las audiencias ?

Es un bueno refugio. Pero sean los lectores , o sean los espectadores, cuando se encuentran conmigo siempre me trasladan que están encantados. Al menos yo solo he tenido buenos momentos. 

Me refiero a que un programa diario no son solo buenos momentos, sobre todo en un espacio tan expuesto como en el que usted se encuentra.

 Un programa diario tiene de todo. Una se sienta a las 8 menos 10 cuando está todo preparado. Pero todo puede fallar. Lo que pasa es que yo tengo un equipo muy bueno que hace que todo suceda según lo establecido. Y que si algo en algún momento fallase, muchas veces ni yo misma lo llego a notar. 

Últimamente ha estado muy expuesta en redes sociales. ¿Cómo vive ser protagonista del debate sobre la actualidad? 

Intento valorarlo en su medida justa. Muchas veces soy protagonista porque unos pocos que vociferan mucho generan un debate absurdo en las redes sociales. Pero realmente es un debate muy pequeño. Lo que ocurre es que acaba muy amplificado, o por ellos mismos, o muchas veces por los bots de las redes sociales. O por tecnología diseñada especialmente para amplificar ese mensaje. Yo me quedo con el abrazo de cariño enorme que tengo en las redes sociales, a raíz de mi trabajo y a raíz del libro, y con el cariño de los lectores.

No solo operan los bots, ¿observa una parte de irresponsabilidad por parte de la profesión?

Es cierto que en ocasiones es la propia profesión la que contribuye a lanzar bulos, incluso sobre mí misma. Pero en estos casos es información firmada. Lo bueno es que lo firmen para que sepamos quiénes son. Y lo malo es cuando toda esta desinformación viene de la nada, de tecnología o de cuentas anónimas. 

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