Altas capacidades en las aulas: las alumnas están infradiagnosticadas y sufren más el acoso

Las estudiantes superdotadas están más infradiagnosticadas que ellos y representan solo un 30% de los menores evaluados

Una niña y un niño hacen las tareas en el colegio, en una imagen de archivo.

Una niña y un niño hacen las tareas en el colegio, en una imagen de archivo. / El Periódico

Zaragoza

Por su inteligencia pero también por su ingenuidad, Sheldon Cooper es uno de esos personajes televisivos que atrapa a los espectadores. Su mente privilegiada le hace capaz de entender en los más altos niveles de matemáticas y ciencias, una virtud que también le hace sensible a su entorno. Se trata de un rasgo habitual en las personas que, como el joven Sheldon, tienen altas capacidades y que las puede convertir también en víctimas de acoso en el colegio. Y quienes más afectadas se ven por ello son las niñas, que son, a su vez, las más infradiagnosticadas.

Según indica Beatriz Urriés, presidenta de Sin Límites, la Asociación Aragonesa de Altas Capacidades, de los menores evaluados con altas capacidades, cerca de un 70% son niños y solo un 30% son niñas. La presidenta explica que este alumnado es un «colectivo vulnerable» porque sus inquietudes suelen ser distintas a las de sus iguales y porque son «especialmente sensibles», unas diferencias que las convierten en objeto de acoso. La experta señala que las que peor lo pasan con esta situación son las niñas, ya que son más adaptativas y tienen mayor sensibilidad ante las injusticias.

Por su parte, Félix Ruiz, psicólogo de altas capacidades, sostiene que las mujeres «captan mejor el entorno» y buscan adaptarse a él. Es precisamente esta integración la que, sumada a su alta sensibilidad, les hace sufrir. «Ellas hacen un esfuerzo por ser una más en un grupo, intentan encajar hasta que revientan y no aguantan más», indica Ruiz.

El psicólogo explica que, al mismo tiempo, las menores con altas capacidades «no se dejan manipular». «No quieren seguir el ritmo de otras o hacer lo mismo, entonces sufren», apunta. El sufrimiento es todavía mayor para las que responden a «perfiles creativos», matiza.

El infradiagnóstico de las menores chicas tiene parte de su causa en que «el sistema educativo identifica de forma desigual a niños y niñas», sostiene Urriés. La portavoz de Sin Límites explica que en algunas comunidades se hacen las pruebas screening en las aulas para detectar las altas capacidades, que suelen arrojar unos resultados de 50% niños y 50% niñas. Sin embargo, en los territorios donde no se aplican estos protocolos de identificación, el resultado es desproporcional.

En esta línea, Urriés explica que con el anterior Gobierno de Aragón «se retiró la condición de alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo». Según detalla, se pasó de 675 a 180 estudiantes con altas capacidades. En la actualidad, y según los datos del Departamento de Educación, 273 alumnos con altas capacidades están evaluados, con resolución y con intervención educativa individualizada. De estos, 42 están en Huesca, 23 en Teruel y 208 en Zaragoza. A ellos se sumarían los que están «en proceso de evaluación por parte de los equipos de Orientación y otros que aún no han sido detectados». 

La invisibilidad en la escuela

Urriés indica que «es necesario aplicar protocolos de identificación escolar, incluyendo la sensibilización de docentes», y añade que «aunque los estudios muestran que las pruebas de screening reflejan igualdad, los sistemas de derivación y evaluación arrojan una mayoría de diagnósticos masculinos». «La invisibilidad de las mujeres con altas capacidades comienza en la escuela», afirma.

En la misma línea, Ruiz indica que «a muchos niños se les identifica como altas capacidades porque revuelven, discuten...», lo que llama la atención y lleva a hacer un diagnóstico. «Las niñas son muy de cumplir con lo que manda el profesor, de no generar conflictos en las relaciones sociales», destaca.

Para evidenciar este infradiagnóstico en las menores, desde Sin Límites han realizado además un estudio nacional sobre niñas y mujeres que tenían algún familiar en casa evaluado pero no habían sido identificadas. Los resultados revelan que, de las 13 menores estudiadas, 12 tenían altas capacidades y una no.

Las diferencias en los perfiles se reflejan también en la forma de actuar pues, según señala Ruiz, mientras los niños con altas capacidades suelen «explotar» ante una situación de acoso, ellas «se callan». Un silencio que «pasa factura psicológicamente». Ruiz indica que el acoso suele producirse al final de la Primaria y que «las consecuencias explotan en 1º o 2º de ESO». «Se ve ansiedad, autolesiones, trastornos alimenticios», apunta, y añade: «Detrás de menores que han intentado suicidarse hay perfiles de altas capacidades no atendidos».

Ruiz considera que falta formación y actuación en los colegios de Aragón. «Se deja pasar porque son niños, pero eso no significa que no les haga daño. Los altas capacidades son mucho más conscientes de lo que pasa y les marca mucho», afirma. Y subraya: «Los coles tienen que abrir protocolos de acoso, les guste o no».

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