Sara García Alonso, astronauta: "No hay que entrar en debates con los terraplanistas, porque es estéril"
La bióloga molecular, que en 2022 se convirtió en la primera mujer española en ser seleccionada para la Agencia Espacial Europea, visita Zaragoza para recibir el premio Corazón de Oro de la asociación Believe In Art

Sara García Alonso, este jueves en su visita a Zaragoza. / Carla Greenwood

A sus 36 años, es bióloga molecular, especializada en la investigación contra el cáncer, y también es la primera mujer española en ser seleccionada para la Agencia Espacial Europea (ESA).
Es un sueño que no acabo de creerme. Al final, solo ha habido tres españoles seleccionados por la ESA: Pedro Duque hace 30 años y, en 2022, Pablo Álvarez y yo. Y es extraordinario por lo poco probable, con tantas estadísticas y probabilidades en contra. Es un orgullo y todavía me cuesta hacerme a la idea, y eso que han pasado más de dos años.
¿De dónde le viene esa vocación por la exploración espacial, siendo bióloga molecular?
El común de ambas profesiones es el mismo. Desde que era pequeña, cuando no tenía ni idea a que me quería dedicar, solo sabía que quería avanzar en el conocimiento y que eso sirviera para mejorar el mundo. Pero claro, ¿cómo lo materializas en una profesión? En la investigación contra el cáncer encontré la respuesta a esa pulsión, ya que cualquier aporte supone una diferencia y repercute a mejorar la vida de las personas con cáncer. Y la exploración espacial responde a lo mismo, porque los astronautas a lo que se dedican es a llevar a cabo proyectos científicos, a avanzar en tecnología, y siempre con ese punto de aventura, porque lo hacen en el espacio exterior.
De hecho, muchos avances científicos de la investigación espacial tienen aplicaciones posteriores en el terreno.
Y en varios ámbitos, además. Por un lado, están todas las investigaciones que se llevan a cabo en la Estación Espacial Internacional (ISS), porque no hay gravedad y se recrean entornos imposibles en la Tierra. Todo ese conocimiento repercute en publicaciones científicas, en avances en biomedicina o en la ciencia de materiales. Por otro lado, no hay que olvidar que estas misiones se producen en el espacio, el entorno más hostil que conoce el ser humano. La tecnología es a prueba de errores, porque no puedes mandar a un técnico a reparar la maquinaria si falla. Toda esa tecnología se aplica luego en la automoción, en informática, en satélites, en navegación, en seguridad…
¿Impone respeto haber sido seleccionada entre más de 23.000 candidatos?
Sí, pero es lo que lo hace tan increíble. Genera una responsabilidad porque, como primera mujer española seleccionada por la ESA, me hace ser una especie de embajadora de mi país, de la ciencia española y de la propia agencia. Esto implica que los objetivos e intereses de Sara García Alonso quedan relegados, porque es una figura que representa muchas cosas y que tiene que ser intachable.
¿En qué punto está su entrenamiento para ir al espacio?
De momento, estoy completando la formación básica que ya tuvo mi compañero, Pablo Álvarez. Aunque él, al ser astronauta titular, es personal propio de la agencia y durante 2023 y 2024 completó ese proceso. En mi caso, como mantengo mi trabajo de investigadora, no puede dedicarle un año completo, así que han dividido la formación en bloques de dos meses. Los dos primeros los hice el pasado año, este haré otros dos y así sucesivamente. Dicho esto, si en algún momento me asignan una misión de corta duración, tendría que pedirme una excedencia para dedicarme en cuerpo y alma al entrenamiento y a la misión.
¿En qué punto están España y Europa a nivel aeroespacial?
Creo que como país somos una potencia bastante puntera en el sector. Estamos generando un tejido industrial bastante interesante en todo lo relacionado con los satélites, desde los que se dedican a la observación hasta los que abarcan temas desde seguridad, que tiene una aplicación dual, tanto para el ciudadano como en temas de defensa, que ahora se barajan por la situación actual. Tenemos muchas empresas y muchas ideas y se están liderando proyectos europeos. Y, ahora, tenemos dos astronautas, un titular (Álvarez) y otra en reserva (por ella), para posibles misiones de exploración espacial. Como de costumbre, suele haber problemas de financiación que hacen que todo vaya más despacio, pero en general hay talento.
"España es un país puntero en el sector aeroespacial"
¿Hay mucho desconocimiento sobre el trabajo de un astronauta? Al final, el imaginario siempre lo asocia a un viaje a la Luna o a Marte.
Hay muchísimo desconocimiento. Y por eso estoy insistiendo tanto en esta labor divulgativa, que no es algo que me hayan pedido ni que yo desease, pero que creo que es importante. Si quiero convencer a los españoles de que invertir en exploración espacial, con una misión relacionada con la investigación biomédica, tiene sentido y reporta beneficios, les tengo que contar porqué. No puedo dejar que piensen que me voy al espacio solo para ver qué tal se ve la Tierra desde allí. Es algo bastante más complejo, aunque hay que transmitirlo con un lenguaje que la sociedad pueda entender para que se apueste por ello.
En la nueva Administración Trump, uno de los hombres fuertes es Elon Musk, que ha invertido muchísimo en el sector, sobre todo a través de SpaceX. ¿Cómo se está viviendo la nueva situación de EEUU en el sector?
Con cautela. Del mismo modo que en Europa con los aranceles y con todo lo que está pasando en el mundo actualmente. Es una situación un tanto peliaguda, por decirlo finamente. En el espacio, tienen que ponerse de acuerdo numerosas agencias espaciales. La NASA, la ESA, Rusia, Canadá, China… Hay que ser cautos y no tomar decisiones drásticas.
Hablaba antes de financiación. En el caso de Musk, lo que proyecta es ese sueño de llegar a Marte. No sé si es quedarse un poco en la superficie, sabiendo lo que supone una empresa como SpaceX.
Es otra de las cosas que se desconoce mucho entre la sociedad. SpaceX tiene prácticamente el monopolio de lanzadores de EEUU, y todos los contratos tanto para llevar seres humanos a la Estación Espacial Internacional como para llevar repostaje, para los posibles viajes a la Luna o para desorbitar la ISS en 2030, son de SpaceX. Todos los últimos viajes de astronautas europeos son con SpaceX y, si yo voy al espacio, volaré en un cohete de SpaceX. No hay otra opción, porque las colaboraciones con Rusia se cortaron a raíz de la guerra de Ucrania. Esta colaboración público-privada trae sinergias, porque la forma de trabajar de este tipo de empresas privadas, con toda esa cantidad que pueden invertir una y otra vez hasta encontrar el prototipo ideal, genera una velocidad de desarrollo tecnológico que solo con el gasto público no se podría justificar. Lo importante es que la legislación y la toma de decisiones sobre qué es lo que se tiene que investigar esté en el lado de lo público.
"Si viajo al espacio, será con un cohete de SpaceX. No hay otra opción"
Hace poco, Jesús Calleja se convirtió en el tercer español en viajar al espacio. ¿Cuál es su opinión sobre este tipo de iniciativas?
Se puede ver desde las dos caras de la moneda. Por un lado, me alegro mucho por Jesús, que además es amigo y este era su sueño desde la infancia. Creo que no he visto a una persona tan emocionada con algo como él yendo al espacio. Además, creo que, para la industria aeroespacial, cuantos más lanzamientos haya, mejor, porque se refina la tecnología. La otra cara de la moneda, sin embargo, es saber si merece la pena una inversión tan grande, que puede llegar a contaminar tanto, por el mero hecho de hacer turismo espacial. Eso lo dejo a juicio de quienes se lo quieren pagar, pero es algo que, a nivel personal, no haría. No iría al espacio simplemente por ir.
Estamos en una era de desinformación en la que las teorías de la conspiración están a la orden del día. Pero lo cierto es que ya hay encuestas que hablan de que un 4% de los españoles es abiertamente terraplanista. Como futura astronauta, ¿qué opinión le merece que una persona pueda subir un vídeo, soltar estas cosas y llegar a miles de personas? Al final, vosotros tenéis el método científico y ellos se pasean por el prime time a predicar.
Me da mucha pena que estemos dudando tanto del método científico. Las cosas se pueden rebatir, se pueden descartar hipótesis, pero a base de conocimiento y observaciones empíricas. Cuando simplemente te aferras a creencias, con un posicionamiento hooligan, sin argumentar, te estás saltando las reglas del juego. Porque lo que haces es dar verdades absolutas que no son falsables. Dicho esto, creo que no hay que entrar en debates ni poner a un terraplanista a contraargumentar por qué la tierra es plana, porque es algo estéril. Uno juega con el método científico y el otro con verdades absolutas. Además, los pones en el mismo nivel, como si el conocimiento científico y su argumento de autoridad estuviesen a la misma altura. Lo que me preocupa es el por qué la gente elige las conspiraciones, por qué nos empieza a dar igual la ciencia.
¿Y cómo se combate toda esta oleada de conspiraciones y desinformación?
Es un problema muy complejo, porque se ramifican muchas vertientes. Porque, ¿qué haces? ¿Censuras el conocimiento falso en las redes, a costa de cortar la libertad de expresión? ¿Lo dejas y permites que cada vez penetre más en la sociedad? Es un tema muy complejo para el que no existe una solución fácil. Creo que debemos incidir mucho en la divulgación científica, pero no desde el elitismo intelectual, sino con un lenguaje normal, para que cualquiera que no tenga un conocimiento científico súper profundo lo pueda entender.
Entiendo que es una de las razones por las que incide tanto en la divulgación.
Exacto. Luego, que la gente saque sus propias conclusiones, pero que al menos tenga información que le pueda servir. Hay que concienciar a la gente de que los problemas complejos no tienen soluciones sencillas.
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