Comienza la construcción de las nabatas para su descenso desde Murillo de Gállego este domingo

Este año durante el descenso de las nabatas desde Murillo de Gállego, se podría asistir a actividades y talleres para descubrir y experimentar el trabajo nabatero

Comienza la construcción de las nabatas para su descenso desde Murillo de Gállego (Huesca) el 20 de abril

Comienza la construcción de las nabatas para su descenso desde Murillo de Gállego (Huesca) el 20 de abril / LOLA GIMÉNEZ BANZO

El Periódico de Aragón

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Zaragoza

La construcción de la nabatas ha comenzado con el transporte de la madera desde Biscarrués hasta Murillo de Gállego, donde se ha iniciado el montaje de las nabatas en la playa de esta localidad oscense junto al río Gállego. Una veintena de nabateros han realizado la primera tarea que ha sido remallar los verdugos, las plantas de sarga para convertirlas en una cuerda con la suficiente fuerza y flexibilidad para atar los troncos y posibilitar que los trampos, de más de 2.000 kilos bajen por los ríos.

Esta es la fase previa de preparación para el descenso de las nabatas, que tendrá lugar este próximo domingo, 20 de abril, desde la localidad de Murillo de Gállego.

Desde la organización han invitado a todas las personas interesadas en conocer esta tradición a acercarse a Murillo de Gállego los días de la Semana Santa para descubrir y experimentar el trabajo nabatero, ya que se han programado varias actividades y talleres.

Así, durante los días 17, 18 y 19 de abril en Murillo de Gállego se puede asistir a la escuela de nabateros para conocer la construcción de nabatas mediante una explicación guiada a las 12.00 y 18.00 horas.

El sábado, 19 de abril, en Biscarrués, a las 19.30 horas se ha programado un taller de maderas y a las 20.00 horas una conferencia apoyada por un audiovisual titulada "A tradición nabatera en o mundo", a cargo del experto nabatero, José A. Cuchí.

El domingo, 20 de abril, será el descenso de nabatas que comenzará a las 11.00 horas desde Murillo de Gállego y está previsto que lleguen a las 13.00 horas al puente de Hierro de Santa Eulalia de Gállego.

Como complemento a esta iniciativa se ha organizado el sábado, 26 de abril, en el puente de Hierro de Erés, a las 09.30 horas, una jornada de plantas medicinales con el herbodietista, Manuel Roncero.

Tradición

Durante muchos siglos los vecinos de Murillo de Gállego, de Santolaria y de otras localidades próximas se dedicaron a transportar madera flotando por las aguas del río. Los troncos procedían de los bosques de las sierras pirenaicas más meridionales.

Se cortaban durante el invierno y luego eran transportados por pequeños riachuelos o por barrancos hasta al río Gállego. Allí bajaban flotando sueltos hasta Murillo donde, una vez sobrepasada la tremenda Foz de La Peña, podían ser atados formando almadías o nabatas que bajaban hasta Zaragoza o continuaban por el Ebro hacia destinos más lejanos.

En la capital aragonesa, la madera, conforme iba llegando al Ebro, se sacaba del agua y se disponía para su venta en las eras próximas al río. Allí debía competir con la que venía a la ciudad, en carros, desde Biel, y con la que bajaba por el Ebro después de haber llegado a este río por el Aragón. Entre ésta también había bastante que provenía de San Juan de la Peña, de Oroel y de las selvas que se extendían entre los dos montes.

Por el Gállego salía la madera de la vertiente meridional de ambas montañas y de los extensos bosques que crecían al sur de las dos peñas, pero la madera de las laderas septentrionales y la del valle de Atarés se conducía con bueyes hasta el río Aragón, donde eran atados los troncos para formar almadías en el ligadero de Santa Cruciella, junto al pueblo de Santa Cilia.

El viaje fluvial por el río Aragón era más largo y más costoso, según describe el historiador Severino Pallaruelo. Por el Gállego se llegaba a Zaragoza --desde Murillo-- en dos días. Por el Aragón se necesitaban seis o siete días. En el Gállego se pagaban derechos de peaje y azutaje --impuesto--, pero no se cruzaba aduana alguna. En el Aragón, además de pagar peaje y azutaje, se debían entregar los derechos aduaneros que reclamaba Navarra y varios "onerosos tributos que exigían los nobles navarros por cuyos señoríos pasaba el río".

Los árboles talados en las selvas de Oroel, de San Juan de la Peña y de los montes próximos, bajaban a Zaragoza, e incluso a Tortosa, por el río hasta comienzos del siglo XX, cuando se construyó el ferrocarril de Canfranc que enlazaba la capital aragonesa con Jaca.

El vapor de las locomotoras capaz de transportar miles de troncos a Zaragoza en pocas horas, fue el inicio de la agonía del viejo oficio almadiero, relata Severino Pallaruelo.

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