ESPECIAL 23A

Un sistema educativo que sí tiene en cuenta al territorio

Fue en 1999 cuando Aragón asumió las competencias en materia educativa. Hasta la fecha, la enseñanza se basaba en unos criterios nacionales que no distinguían la especificidad de la comunidad

Una escuela rural, durante la época del covid, en una imagen de archivo.

Una escuela rural, durante la época del covid, en una imagen de archivo. / EFE

Ana Lahoz

Ana Lahoz

Zaragoza

El proceso de transferencias educativas a las comunidades en España se completó en el año 2000 y, más allá de la formalidad y la rigidez de la norma, supuso poner en el centro al territorio, al alumnado y al profesorado. Fue en 1999 cuando Aragón asumió la educación no universitaria y salió del territorio MEC, un modelo educativo que no tenía en cuenta las desigualdades de cada territorio. Se pasó así a gestionar la educación en una comunidad que ya era dispersa, aunque no tan despoblada como ahora.

Aragón incorporó el modelo educativo a su Estatuto de Autonomía (artículo 21) y lo hizo con dos ejes claros: un sistema integrador, donde se tiene muy en cuenta la diversidad del alumnado, y la formación permanente. También aprovechó la transferencia de las competencias para mirar hacia las comarcas y proteger las lenguas propias (aragonés, catalán y castellano). Fue el gobierno popular de Santiago Lanzuela el que negoció con el Estado el traspaso educativo y fue el socialista Marcelino Iglesias quien estrenó desde el inicio de su mandato el nuevo sistema.

El cambio no fue fácil porque las transferencias se pactaron cuando se acababa de implantar en Aragón la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), que amplió la educación obligatoria de los 14 a los 16 años y eso supuso problemas en la comunidad por falta de infraestructuras y por la gran cantidad de alumnado que debía continuar con sus estudios y, por tanto, había que asumir en las clases.

En cualquier caso, el cambio iba a ser para bien porque 26 años después la comunidad ha demostrado que, a pesar de las dificultades, la autonomía educativa es viable. El sistema aragonés es robusto en su red educativa porque llega a todos los pueblos del territorio, con aulas abiertas con apenas tres alumnos, garantizando la escolarización y la calidad educativa en el lugar en el que se vive. Los centros rurales han ganado terreno y su viabilidad son también una forma de luchar contra la despoblación.

Un alumno con un simulador de soldadura, en un centro de FP de Alcañiz, este año.

Un alumno con un simulador de soldadura, en un centro de FP de Alcañiz, este año. / GOBIERNO DE ARAGÓN

El sistema de becas o los bancos de libros, gestionados ambos desde el Gobierno de Aragón, se han convertido también en herramientas garantes del acceso a la educación para todo el alumnado. Y, en los últimos años, la incorporación a la red pública de las aulas de 0-3 años ha sido otro éxito que ha favorecido a las familias con menos ingresos y, en general, a la conciliación de todos los padres y madres.

Ni qué decir tiene que también se ha dado un salto cualitativo y cuantitativo en la Formación Profesional, alcanzando cifras récord tanto en alumnos matriculados como en grados ofertados. Este nivel de enseñanza se ha despojado de su mala fama y se ha convertido ahora en una de las principales vías de salida y colocación laboral en Aragón.

El salto competencial que logró el territorio con la transferencia de la Educación tiene ahora dos grandes retos que asumir: la falta de profesorado y la bajada de alumnos en 1º de Infantil debido a la baja natalidad. 

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