El jesuita zaragozano que convivió un año con el papa Francisco: "A las visitas les decía que rezaba por mí en todos mis cumpleaños"
El padre Alemany, "amigo a distancia" de Jorge Mario Bergoglio, coincidió con el pontífice en Alcalá de Henares durante unos ejercicios espirituales a principios de los 70

El padre zaragozano Jesús María Alemany, en una imagen de archivo. A la derecha, el papa Francisco durante su estancia en Alcalá, donde coincidieron. / EL PERIÓDICO

"Era un compañero más, muy trabajador y con una gran predilección por los más débiles". Estas son las primeras palabras que le vienen a la mente al padre zaragozano Jesús María Alemany, jesuita como el papa Francisco, con el que convivió durante un año cuando todavía era, simplemente, Jorge Mario Bergoglio. Fue entre 1970 y 1971, durante unos ejercicios espirituales que una docena de jesuitas latinoamericanos y españoles realizaron en Alcalá de Henares, como "regreso" a los orígenes del pensamiento de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, tras varios años de estudio.
Tanto Alemany como Bergoglio, que tan solo se llevan un año, coincidieron entonces en su misma etapa vital y eclesiástica. Aunque, en aquel entonces, ni el zaragozano ni nadie se "esperaban" lo que supondría después la figura de Bergoglio. "Y no por ser Papa, incluso mucho antes. Cuando fue provincial de los jesuitas en Argentina, se topó de lleno con la dictadura de Videla", afirma el sacerdote, quien destaca, por encima de todas las cosas, la "gran memoria" del sumo pontífice recién fallecido.
"No tengo un recuerdo distinto al de otros compañeros con los que estuve en Alcalá de Henares. Pero él sí tenía una muy buena memoria. Cada vez que iba a Roma una visita desde Zaragoza, Francisco les decía que rezaba por mí todos los 31 de diciembre, que es el día de mi cumpleaños", señala el jesuita, orgulloso, a la par que agradecido. La última de esas ocasiones en las que su viejo amigo Bergoglio tuvo contacto, indirecto, con él, fue el verano pasado, cuando el presidente Jorge Azcón y la alcaldesa Natalia Chueca viajaron al Vaticano. "Le hicieron entrega de un texto mío, y él me respondió con otro. Curiosamente, yo nunca he estado en Roma, pero hemos tenido esa amistad a distancia", remacha.
Con Francisco, dice, se va el papa que "más ha abierto la Iglesia Católica". "Ha contribuido a que la institución tenga olor a Evangelio. Nos ha acercado mucho a él, y ha recuperado buena parte del Concilio Vaticano II que se había quedado por el camino", reseña Alemany, que tiene la "esperanza" de que la Iglesia siga por el camino marcado por el primer papa jesuita de la historia. "Esto no tiene vuelta atrás", asevera, a la par que admite que en la institución religiosa "todavía hay un grupo de personas que creen en los valores mundanos, en el poder y en la autoridad".
Las tres preocupaciones de Francisco I
En cuanto a su legado, Alemany destaca las tres preocupaciones principales de Francisco I, que además quedaron reflejadas en el último discurso del pontífice, este pasado domingo. "La primera era la paz, más teniendo en cuenta que fue elegido a la par que sucedía la guerra en Siria. También le preocupaban mucho las personas migrantes, el acogimiento al diferente, no entendía que no se les tratase como personas", explica el zaragozano.
El jesuita aragonés, que actualmente reside en la capital aragonesa y que ejerce de presidente de honor de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz, concluye con una tercera cuestión que también inquietaba al pontífice y que está a la orden del día: "Estaba muy preocupado por el deterioro de la Tierra. El cambio climático es algo de justicia con las próximas generaciones, y Bergoglio lo llevaba a un plano no solo científico, también teológico. Por eso no entendía el negacionismo".
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