Muchas gotas y un paraguas en un Primero de Mayo sin grandes conflictos abiertos en Aragón

El Primero de Mayo volvió a celebrarse por separado en Zaragoza, con marchas alternativas de Osta y CGT. Sin embargo, cada manifestante trasladó sus reivindicaciones en una conjunta.

Abolicionistas, este jueves, en la marcha.

Abolicionistas, este jueves, en la marcha. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Iván Trigo

Iván Trigo

Zaragoza

Cada persona tiene sus circunstancias y sus motivos para reivindicar. Pero en un día como el Primero de Mayo todas esas quejas y demandas se juntan bajo un mismo paraguas para evitar mojarse. En este mar de reclamaciones, hubo este jueves tres corrientes diferenciadas en Zaragoza, puesto que además de la marcha principal, convocada por UGT y CCOO, hubo otras concentraciones en la capital aragonesa organizadas por OSTA y CGT. 

En una comunidad autónoma que presume de paz social y sin grandes conflictos abiertos. La marcha del Primero de Mayo transcurrió sin grandes protagonistas. No hubo luchas que sobresalieran por encima del resto, aunque sí que se repitieron, como en años anteriores, preocupaciones que atañen a todos, como es la siniestralidad laboral.

Ese era el leitmotiv de la sección de la manifestación de las federaciones de industria de CCOO y UGT. Proteger la vida en el trabajo y los derechos conseguidos, rezaba el lema. «Debe ser una prioridad hoy y todo el año. La siniestralidad laboral debe ser una de nuestras principales luchas», explicaba uno de los asistentes a la marcha, Ángel Velilla. Poco antes, el secretario general de CCOO Aragón, Manuel Pina, pidió responsabilidades a las empresas para hacer cumplir las leyes en materia de prevención de riesgos.

Entre los manifestantes eran muchos más los que estaban más cerca de la edad de jubilación que los que acaban de ingresar en el mercado laboral. La ausencia de jóvenes en este tipo de marchas es un mal que algunos intentaron corregir asistiendo en familia. «Es importante que desde pequeños sepan quiénes son los que les van a ayudar a conseguir unas condiciones de vida dignas», decía Marta, acompañada por sus dos hijas adolescentes.

Entre el mar de banderas rojas había multitud de siglas comunistas diferentes, cada una con sus matices sobre el dogma marxista. Unos se centraban en la unidad de acción, mientras que otros pedían seguir fortaleciendo los lazos internacionalistas de sus agrupaciones y de la clase trabajadora.

«Hoy es nuestro día. Debemos salir a la calle para seguir reivindicando nuestros derechos y nuestro espacio. Los intereses de la clase trabajadora deben guiar la acción de cualquier Gobierno y si abandonamos las calles dejaremos que ese espacio lo ocupen otros», resaltaba una joven manifestante situada al final de una manifestación que, como no podía ser de otra manera, marchó al ritmo de una batukada.

Entre las distintas reivindicaciones estuvieron también las de las abolicionistas, que reclamaron que la prostitución «no es un trabajo».

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