A Fondo I El apagón, una llamada de atención

La estabilidad de nuestro sistema eléctrico se logra corrigiendo las debilidades estructurales que se han puesto de manifiesto

Un camión con generador a su paso por el hospital Miguel Servet, el pasado lunes.

Un camión con generador a su paso por el hospital Miguel Servet, el pasado lunes. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Jesús María Sahún Lahoz - Presidente de la Comisión de Comunicación del Clúster de la Energía de Aragón (CLENAR)

Zaragoza

El reciente apagón eléctrico que afectó a España, Portugal, Andorra y el sur de Francia, ha provocado una oleada de titulares, lógica preocupación y reflexiones, muchas de ellas cargadas de conclusiones o teorías precipitadas. Como profesional del sector y como aragonés comprometido con su desarrollo, creo que este tipo de situaciones requieren más que nunca mensajes de confianza, responsabilidad técnica y visión a largo plazo.

España, y especialmente Aragón, están en el centro del mapa energético europeo. Nuestra comunidad ha logrado consolidarse como referente en generación renovable gracias al aprovechamiento responsable y sostenible de recursos que siempre han estado con nosotros: el viento, el sol y el agua. Esta vocación generadora y generosa con los territorios vecinos no es nueva: se remonta a los inicios del siglo XX con la hidroelectricidad generada en el Pirineo. Lo que sí es nuevo es que, por primera vez, Aragón está canalizando esta capacidad hacia un modelo de desarrollo económico que atrae inversiones, genera empleo y nos posiciona como un nodo estratégico en la transición energética europea.

El también llamado blackout del pasado 28 de abril puede servir como un punto de inflexión. Un evento que ha servido para visibilizar lo que el sector viene reclamando desde hace tiempo: la necesidad urgente de adaptar las infraestructuras y los marcos normativos al nuevo paradigma energético. Porque la generación renovable no es el problema; es la solución. Pero una solución que necesita redes más inteligentes, almacenamiento eficiente (mediante baterías y bombeo reversible) y un marco regulatorio alineado con los nuevos desafíos tecnológicos.

En tan solo cinco segundos, se desconectaron 15 gigavatios de generación. El sistema eléctrico reaccionó con la profesionalidad y solvencia de una red operada por expertos y supervisada por organismos técnicos altamente cualificados. Es cierto que aún no se conocen con certeza las causas del apagón, pero la respuesta del sistema fue eficaz. La reposición del servicio más rápida de lo esperado y el comportamiento ejemplar de la sociedad civil y del sistema sanitario, que garantizó continuidad asistencial, merecen ser subrayados. Esa es la cara menos visible y más valiosa de este episodio.

Como responsables públicos, como técnicos del sector y como ciudadanos, debemos evitar la tentación de caer en enfoques cortoplacistas o partidistas. La estabilidad de nuestro sistema eléctrico no se logra buscando culpables inmediatos, sino corrigiendo las debilidades estructurales que se han puesto de manifiesto. Red Eléctrica necesita más herramientas, el almacenamiento energético debe recibir el impulso definitivo, y las renovables deben pasar de ser grid following a grid forming, es decir, generadoras activas de estabilidad.

También necesitamos más y mejores interconexiones con Francia y otros países vecinos. No podemos mantenernos como una isla energética si aspiramos a un modelo descarbonizado y resiliente. Aragón, por su localización geográfica y su madurez renovable, tiene un papel natural como corredor energético hacia Europa. Ese es el tipo de visión que debemos reforzar.

Las inversiones en infraestructuras, en tecnologías de acumulación, en regulación inteligente y en formación de capital humano serán las que garanticen que Aragón y España sigamos liderando este proceso con credibilidad. Y, desde luego, el sector está preparado. Las empresas, los operadores, los clústers y la administración han demostrado estar alineados en este compromiso.

Lo que nos jugamos no es sólo un modelo energético; hemos de defender la reputación internacional de la marca España y de la marca Aragón. Hemos atraído ya grandes proyectos porque transmitimos seguridad, innovación y una hoja de ruta clara. No permitamos que un episodio puntual erosione esta confianza. Al contrario: utilicémoslo como una oportunidad para acelerar las reformas necesarias y para comunicar con transparencia los pasos que estamos dando.

El apagón ha sido un recordatorio de que la transición energética es un proceso complejo, pero imparable. Una llamada de atención que debe reforzar nuestra convicción de que solo con técnica, cooperación y visión estratégica podremos alcanzar una excelencia y autonomía energética que no solo nos beneficie como país, sino que inspire al resto del continente. Que una desconexión masiva no nos haga desconectarnos del rumbo. Y que el progreso energético no se mida solo en megavatios instalados, sino en capacidad de aprender, corregir y avanzar hacia un modelo energético al servicio de la sociedad. En eso consiste también la transición energética. 

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